Los «si» y los «no» para lograr una buena iluminación

Por Laura Rey, creadora de Glitter Iluminación, www.glitter.com.ar.

Los elementos de iluminación han dejado de ser simples piezas que brindan luz. Incluso, las fuentes de luz y sus tipos han variado infinitamente. Hoy el mercado ofrece desde rayos que viajan por la escala cromática, hasta otros que generan ambientaciones más cálidas o frías. Ante tantas posibilidades para elegir, también es más fácil caer en errores.

El traspié más frecuente es optar por una luminaria sin tener en cuenta el espacio en el que se la ubicará. Muchas veces compramos lámparas guiándonos únicamente por el gusto, sin investigar qué tipo de luz dan, si nos encandilarán, si van a dar suficiente iluminación o si ésta condice con las actividades a desarrollarse en ese espacio. Por ejemplo, actualmente, en las habitaciones nos inclinamos por luces más cálidas, hasta tenues para buscar allí la relajación. En cambio, en un escritorio será necesaria una iluminación más clara, que nos permita concentrarnos y estar en los detalles.

Una opción para no caer en estos deslices es tener distintas fuentes de luz para así poder crear diferentes climas según el momento del día, los estados de ánimo de los habitantes del hogar y de las actividades que estén haciendo.

A la hora de aconsejar qué tipo de lámparas comprar, creo que una buena inversión es aquella que conjuga dos cualidades: estética y funcionalidad. Así, la pieza tendrá un alto contenido de diseño y personalidad, y a la vez sumará al facilitar las acciones que se desarrollen en esa habitación. Para esto hay que tener en cuenta las necesidades que nos propone el espacio.

Una pregunta que debería guiar toda compra de una luminaria es: ¿qué hago y como quiero estar en este espacio? Tenerla presente al recorrer showrooms puede evitarnos caer en errores y, al mismo tiempo, podría potenciar nuestras habilidades para elegir la luz de la vivienda.