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Lucio Correa Morales en el Rosedal de Buenos Aires

Lucio Correa Morales del escultor Pedro Zonza Briano

Lucio Correa Morales (1852-1923) fue un escultor argentino, considerado como el pionero de la escultura en su país.

Surgió en la época en que se fundaban la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, y en 1893 el Ateneo de Buenos Aires, y fue el primer escultor importante que tuvo Argentina. Fue el esposo de Elina González Acha de Correa Morales y el padre de la pintora Lía Correa Morales.

Gracias a una beca otorgada por el presidente Domingo Faustino Sarmiento en 1874 pudo viajar a Florencia, donde estudió en la Real Academia de Bellas Artes con el escultor Urbano Lucchesi, hasta que regresó a la Argentina en 1882, cuando expuso sus primeras dos obras relevantes: Indio Pampa y El Río de la Plata, elogiadas por la crítica.

En los siguientes 40 años siguió creando con éxito obras notables como Falucho, El gaucho, La cautiva, La ondina del Plata -dos versiones- inspiradas en la vida argentina, y asimismo estatuas de importantes personajes de la historia del país como, Juan Bautista Alberdi, Francisco Laprida y Mitre.

Realizó numerosos viajes por el territorio argentino, en los cuales se aplicó en la observación y el estudio de criollos y aborígenes, tipos humanos que inmortalizó en sus más sensibles creaciones.

Ejerció una notable docencia en la Universidad de Buenos Aires, la Escuela Normal de Profesores y la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Su influencia en la escultura argentina fue sumamente trascendente por sus obras y por los brillantes discípulos que formó, como Rogelio Yrurtia, Pablo Curatella Manes, Pedro Zonza Briano y Miguel Ángel de Rosa.

Es autor de esculturas funerarias, monumentos conmemorativos, escultura ornamental. Una de sus obras más conocidas es La Cautiva donde muestra a una aborigen cautiva de los blancos junto a sus hijos. La mujer mira fijamente al frente, anhelando sus tierra y su gente. La obra en mármol actualmente se encuentra frente a la Facultad de Derecho de la UBA. Correa Morales explicaba que siendo muy joven tenía en su casa a una de estas cautivas y que esta un día se abrazó con mucha pena a unos de los niños «blancos» de la casa y haciendo esto ella dijo «yo tenía mis hijos que eran parecidos a estos».

En cuanto a la modesta estatua del «Negro Falucho», homenajea a todos los «negros» que ayudaron a la libertad de América en la lucha por la Independencia.

Otras obras de Correa Morales son el Monumento al Dr. Pirovano, Carlos Tejedor, la Ninfa de la fuente del Jardín Botànico, monumento al Deán Funes (en la ciudad de Córdoba), bustos, animales, medallones, entre otros.

En el primer distrito del Departamento Gualeguay de la Provincia de Entre Ríos existe una escuela rural que lleva su nombre.

Nació en la estancia paterna, en el partido de Navarro, Prov. de Buenos Aires, el 3 de julio de 1852, hijo de Salustiano Correa Morales y de Francisca Navarro de Olivera. Hizo sus primeros estudios en Buenos Aires en la escuela inglesa dirigida por el señor Reynolds, para luego emplearse en la casa de comercio de Correa y Larrazábal.

Desde niño sintió pasión por modelar figuras en madera, valiéndose de un cortaplumas. Guiado por su vocación, comenzó a practicar dibujo con su primo Eduardo L. Holmberg, y el famoso naturalista Florentino Ameghino también le dio otros conocimientos rudimentarios.

Aficionado a la escultura, obtuvo una beca por intermedio de Rufino Varela -prominente hombre público-, para perfeccionarse en Europa. En 1874, viajó a Italia, donde ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de Florencia, incorporándose al taller del escultor Urbano Lucchesi, con quien estudio seriamente. Aprendió a dominar las técnicas y a cumplir las tareas de modelado. Tuvo allí por compañeros a los pintores José Bouchet, Angel Della Valle, Augusto Ballerini y al escultor Francisco Cafferata. En Europa realizó algunos trabajos que llamaron la atención por su factura artística.

En 1882, regresó a Buenos Aires provisto de una rica experiencia. Vinculado por su parentesco y amistad con Holmberg y Ameghino, formó parte de las expediciones organizadas por ellos a la Sierra de la Ventana y al Chaco Austral. Estos viajes le sirvieron para recoger una valiosa documentación de los tipos autóctonos. Conocedor también de la fauna regional, ejerció durante muchos años la administración del Jardín Zoológico de Buenos Aires, en una de cuyas dependencias tuvo instalado su taller de escultor. Aquí se consagró a su profesión y a la enseñanza.

En 1893, fue profesor de escultura en la Academia de Dibujo y Pintura fundada por la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, y nacionalizada por el doctor Joaquín V. González durante su ministerio.

Es autor de “La Ondina del Plata” (1880), en el Jardín Botánico; “La Cautiva” (1905), en el Paseo Colón; “La Arquitectura” y “La Agricultura” (1895), en los jardines de la Universidad Nacional de La Plata; el monumento al negro Falucho, inaugurado el 16 de mayo de 1897, el primero que se ejecutó y fundió en el país, hoy ubicado frente a los cuarteles de Palermo, en Luis María Campos y Fitz Roy; la estatua a Fray Justo Santa María de Oro, erigida en 1897, en la ciudad de San Juan, cuna del prócer; el monumento al doctor Ignacio Pirovano, en 1900, en el hospital que lleva su nombre; la estatua de bronce del doctor Francisco Narciso de Laprida, erigida en San Juan (1904); la del presbítero doctor Manuel M. Alberti, levantada en las Barrancas de Belgrano; estatua del Déan Gregorio Funes, en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba. En 1913, se inauguró su monumento a Olegario V. Andrade, en Concepción del Uruguay.

Entre otros monumentos ejecutados por Correa Morales figuran el del doctor Carlos Tejedor, emplazado en 1909, en el Parque 3 de Febrero de esta ciudad; el doctor Adolfo Alsina, en Viedma, Río Negro; el de Juan Madero, erigido en 1900, en la Biblioteca de San Fernando (Prov. de Buenos Aires) y el de Santiago de Liniers, inaugurado en 1910, por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. En 1908, realizó la estatua de Bartolomé Mitre emplazada en el museo de su nombre.

Largo sería enumerar el centenar de mármoles, bronces, terracotas y yesos que constituyen su obra a través de figuras, retratos y cabezas, algunas de tipos indígenas, con las que propulsó esculturas de carácter eminentemente nacional. Por eso, citaremos lo más representativo: “La Pintura Argentina” (1895), bronce para la tumba del pintor Julio Fernández Villanueva; retrato del escultor Francisco Cafferata, en el Museo Nacional de Bellas Artes; “Abel”, bronce, en el mismo museo; “Melpómene” (1900), mármol en el Museo Provincial de Bellas Artes, de Paraná; “Petrona”, india chaqueña (1904), en el Museo Etnográfico de Buenos Aires; “Veritas Vincit” (1905), grupo en mármol, en el Museo Nacional de Bellas Artes; “Los señores de Onaisin” (1912) grupo en bronce en el Museo Municipal de Bellas Artes “Eduardo Sívori”; “Florentino Ameghino” (1915), yeso, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”; “Caballo herido” (1916), bronce, en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, de Rosario; “Ubi Justitia Libertas” (1907), bronce, en el mismo museo, y “La Educación” (1900), mármol, detalle de un monumento funerario.

“La Primavera”, obra de Lucio Correa Morales, en el Jardín Botánico de Buenos Aires.

Expuso en los Salones Nacionales de 1912, 1914 y 1915. Sus obras obtuvieron importantes premios y figuraron en exposiciones internacionales. Ejerció también la docencia en la Escuela Normal de Profesoras Nº 1, de esta capital, y en la Facultad de Arquitectura, de la Universidad de Buenos Aires. Fue maestro de varios escultores argentinos, entre ellos, Rogelio Yrurtia, Pedro Zonza Briano y Pablo Curatella Manes. Además, fue fotógrafo de calidad, guitarrista y flautista; cantaba con mucho gusto y prefería la música italiana.

Falleció en Buenos Aires, el 30 de junio de 1923. Era alegre y ocurrente, pronto de genio, sumamente fuerte. En 1948, la Academia Nacional de Bellas Artes realizó una exposición de sus obras en el Museo Nacional, como un homenaje en el 25º aniversario de su muerte. Figuraron sus obras en las exposiciones “Un Siglo de Arte en la Argentina” (1936); “La Pintura y la Escultura Argentina en este siglo” (1952-53).

Estaba casado con Elina González Acha, quien nació en Mercedes el 20 de enero de 1861 y falleció en Buenos Aires el 13 de agosto de 1942. Fue una destacada educadora y pintora. Tuvieron una hija, Lucía.

Una calle de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre, al igual que una escuela rural del Distrito Cuchilla, Gualeguay, Provincia de Entre Ríos.

Pedro Zonza Briano.

Escultor argentino, nacido en Buenos Aires el 27 de noviembre de 1886; murió en la misma ciudad el 6 de febrero de 1941.

Nacido en un humilde hogar del barrio de La Boca. Inició sus estudios en la Sociedad de Estímulo de Bellas Artes, bajo la dirección de Lucio Correa Morales.

A los veinte años de edad concurre a una muestra colectiva con un obra “Dolor”, desnudo yacente de un niño, que sorprende por la pujanza de su acento personal.

En 1908 obtuvo el Premio Roma y marchó a Europa. Residió primeramente en Roma, en 1911, con un grupo de tres desnudo de tamaño natural, titulado “El pensamiento helénico”. Expone luego en Bruselas (1909) y en Venecia, “Así habló Zaratustra” (1910).

En 1912 ya instalado en París, se hace presente en el Salón de la ciudad, con el grupo “Creced y multiplicaos” que, aceptado por el jurado y expuesto en lugar preferente, la repulsa policial hace retirar del certamen. Esta actitud por cierto le da más prestigio.

Figuró en la Exposición Internacional del Centenario, en 1910 y 1915, en donde obtuvo el segundo y el primer premio, respectivamente. Sus obras: Monumento a Leandro N. Alem, en las calles Maipú y L.N. Alem, Buenos Aires; Lucio Correa Morales, en el parque Tres de Febrero, Buenos Aires.

Sus obras se encuentran en distintos Museos del país, Museo Nacional de Bellas Artes, en el Municipal de Bellas Artes de Buenos Aires, entre otros.