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«Mundo lobotomizado» Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer argentino

El espectáculo ultramediático mercantil, ofrecido día a día en medios gráficos, electrónicos, virtuales y de las redes sociales incluidos afiches en vía pública, nos marca un punto de inflexión de los valores ya perimidos de la modernidad y del reino del mundo del consumo y de las cosas en pleno auge.

Espectáculo ultramediático, anunciando la presencia del simulacro, devenida en conductores bizarros en programas de TV con sus chicas, esclavas de la apariencia y de la simulación, pseudo modelos, pseudo actrices, bailarinas de ocasión, mostrando sus inmaculados traseros o sus portentosos y siliconados pechos, cual muestra de pericia anatómica, marcan las pautas de comportamiento que deben ser asimiladas por las huestes de mujeres en estado de compulsión y embotamiento, dejando hasta el último aliento en conseguir ese horizonte pintado a mano, por la mano de un experto publicista empleado de la inteligencia del imperio.

Imágenes de cuerpos cocinados en gimnasios, que nos invitan a un cortejo titubeante en una ronda de suplicios que pareciera conforman la cultura de este tiempo. No falta la información banal y estúpida que intenta argumentar algo, justificando la vacuidad acerca del talento de la ‘famosa’, exhibida y asimilada a lo que pareciera ser la norma y regla a seguir, para poder pertenecer a este carnaval a toda marcha, en pos del objeto, en ausencia absoluta de ser y del placer.

No puedo dejar de hacer referencia a jugadores de fútbol, políticos amateurs, sin discurso ni ideales que alcanzar, expertos en selfies y tuiteo compulsivo, devenidos en personajes de este mundo del espectáculo bizarro y algunas menudencias más que conforman, en el caso de los medios económico-corporativos, el 80% del contenido de la información que nos ofrecen.

Las noticias que hacen al devenir del mundo, desde guerras, genocidios, holocaustos cotidianos, gobiernos corruptos, personajes talentosos, cultura de un pasado que pareciera nunca existió, etc., ocupan un espacio miserable e indigno en los pasquines de comunicación, sin publicidad y sin darle la relevancia que deberían tener las “verdaderas noticias”.

El público, convocado desde pancartas, afiches y medios, acude sintomáticamente por miles a la cita a ciegas de cualquier cosa que le ofrece la publicidad de chatarra psicobiodegradable, consumiendo, siempre consumiendo: es la consigna de este tiempo, en un mundo violentamente lobotomizado, en el que intentamos permanecer y existir. No se nos propone nada que pueda durar más de unas horas.

La moral prostituta mercantil capitalista, adaptada a modas y tendencias de temporada, ha construido en su materialismo ilusorio relaciones donde la pasión por la verdad pasó a ser un recuerdo.

Lanzo mi denuncia contra este sistema prostibulario en su cenit, como hombre dotado de mis elementos constitutivos, dueño de mí mismo aún, elevado más allá de la cotidianeidad y del pasajero sentimiento de cosa archivada, sirviéndome de la justiciera arma de la idea y del ideal, contra la bestialidad de un sistema manipulador y con graves patologías, que está llevando a cabo un holocausto en las sombras, a una humanidad, que obedece ciegamente los mandatos de quienes dictan y rigen sobre sus existencias anestesiadas y en ausencia de sentido vital.