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Murió Guillermo Oliver, el ocampense que creó la Bioleche

El mundialmente reconocido investigador, que había nacido en Manuel Ocampo, dejó de existir ayer en Rosario a los 85 años. Descubrió el producto que cura las diarreas y ayuda a combatir la desnutrición infantil. Su labor profesional la desarrolló básicamente en la provincia de Tucumán, donde estuvo más de tres décadas.

DE LA REDACCION. Falleció ayer en Rosario, a los 85 años, el doctor Guillermo Oliver Suñer, el científico argentino que descubrió la Bioleche, para combatir la diarrea infantil. Estuvo más de 30 años como vicedirector del Cerela (Centro de Referencia para Lacto Bacilos) dependiente del Conicet en Tucumán. Ahora estaba jubilado y residía en Rosario.
Nació y pasó su infancia en Manuel Ocampo, donde cursó en la Escuela N° 3 “Julio S. Dantas” hasta 4° grado, luego siguió en la Escuela N° 4 de Pergamino donde terminó el ciclo primario y el secundario en el Colegio Nacional de Pergamino.
Se recibió de Doctor en Química en la Universidad del Litoral, en Santa Fe.
En 1996, en ocasión de realizarle un homenaje la Escuela N° 3, estuvo en Pergamino donde dio conferencias y charlas en la Cámara de Comercio, en el Colegio Nacional, en la Escuela N° 3 primaria y secundaria y en el Centro Comunitario de Manuel Ocampo y fue declarado Huésped de Honor de Pergamino por el entonces intendente Alcides Sequeiro. Siempre manifestó su preocupación por los niños y el futuro del país.
Su trascendental descubrimiento se concretó junto a Aída Pesce de Ruiz Holgado, en el Centro de Referencia de Lactobacilos (Cerela) de la Universidad Nacional de Tucumán, de la que fue docente.
En su inmensa trayectoria profesional, Oliver se propuso buscar una solución a los casos de diarrea y de desnutrición infantil que se registraban diariamente en el hospital del Niño Jesús, en la capital tucumana, durante la década del 80.
Después de once años de investigación, Oliver y su equipo de colaboradores lograron aislar un lactobacilo, que el Conicet y la empresa SanCor lanzaron, posteriormente, al mercado como “la leche Bio”, que trascendió las fronteras latinoamericanas.
El hallazgo consistió en que a la leche común se le agregaron dos tipos de microorganismos (Lactobacillus acidophilus y lactobacillus casei), originando un alimento que combate la desnutrición, cura la gastroenteritis y previene la osteoporosis.
“La investigación de la leche Bio nació como un desafío que nos plantearon los médicos del hospital del Niño Jesús, de Tucumán. Resulta que en Tucumán, la desnutrición es una endemia, por entonces la mortandad superaba el 20 por mil. En 1984 eran tasas muy elevadas. Fue así como después de cinco años de trabajar en el laboratorio pusimos a punto un alimento que podía curar la diarrea y al mismo tiempo curar la desnutrición. Así, diarreas que tenían más de un año de duración se curaban en 15 días”, explicaba Oliver en una entrevista.
Había nacido el 8 de febrero de 1927, sufría de una enfermedad ocular que lo dejó prácticamente ciego y su salud venía deteriorándose en los últimos años.
Títulos
Era químico analista industrial y bromatológico, licenciado en Química, doctor en Química y fue profesor Emérito de la Universidad Nacional de Tucumán (1993).
También recibió el título de Investigador Ilustre otorgado por el Senado de la Nación en 1996 y Microbiólogo del Año por la Asociación Argentina de Microbiología (1998).
Como científico estaba abocado al tema de los “Probióticos para alimentación humana y animal”. El desarrollo principal fue el producto leche SanCor Bio que mereció premios en el país y en el extranjero.
Realizó, además, más de 240 trabajos de investigación científica publicados en revistas nacionales e internacionales.
Llegó a dictar 44 conferencias y participó en 9 cursos internacionales. En la última década publicó 97 trabajos en distintos temas en desarrollo y 5 capítulos de libros internacionales.
Fue distinguido como Investigador Ilustre otorgado por el Senado de la Nación (1996); Investigador Superior del Conicet (1997); Microbiólogo del Año por la Asociación Argentinade Microbiología (1998) y Miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria y de la de Medicina de Córdoba.
También recibió 22 premios y distinciones en los últimos diez años y fue Premio Konek 2003 a la Biotecnología.
En Resistencia, Chaco, se hizo acreedor al “Gauchito de Plata”, un premio anual que se otorga el Día de la Tradición a las personalidades que se destacaron en la actividad agropecuaria.
En Paraná recibió el premio “Muy Bien de Oro”, que hace cinco años instituyó un grupo de producción televisiva bajo el lema “Donde el trabajo es noticia”.
También fue reconocido en Colombia, Venezuela, Ecuador, Costa Rica y México.
La humildad de un grande
En un texto que fuera premiado, la escritora Marta Susana Siciliano se refiere a la vida y a la obra de Oliver.
Dice el escrito: “Como tantos inmigrantes, que llegaron a la Argentina contribuyendo a engrandecerla con su trabajo, su esfuerzo y su capital cultural, en octubre de 1904, desembarcó en Buenos Aires Juan Oliver, con apenas 25 años. Provenía de España, precisamente de la Villa Felanitx, Mallorca, Islas Baleares.
“Después de peregrinar por diferentes lugares del país realizando diversas actividades laborales, con la mirada en un horizonte más seguro, llega a Manuel Ocampo, donde instala un negocio: Tienda y zapatería La Roqueta, recordando la imagen imborrable en la bitácora de sus ojos de un peñasco vecino a su lejana Mallorca.
“Allí conoció y se casó con una prima hermana, Antonia Suñer, viuda y con una hija.
“De ese matrimonio nacieron dos varones: Guillermo, inspirador de este trabajo y Rafael, que merece un capítulo aparte.
“Juan, un padre bastante maduro, se encontraba desorientado en cuanto a la crianza de sus hijos. Tal vez eso y el temor a no cumplir su deber de padre, hicieron que los niños fueran creciendo en un clima de rigor, prácticas económicas muy duras y ausencia de afecto.
“Guillermo, nacido el 8 de febrero de 1927, tuvo un crecimiento lento y recién a los dos años se desarrolló físicamente y mejoró su intelecto demostrando notables progresos. A los tres años conocía las letras y pronto leía el diario sentado en el mostrador, provocando la admiración de todos. Su madre le había regalado un libro: “El amigo del nene” que el niño devoró entusiasmado.
“Le gustaba la vida libre que se disfruta en el campo y a pesar de su capacidad lectora, se negaba a ir a la escuela y presentaba resistencia a escribir y a los números.
“Juan se preocupaba por la salud de su familia y la educación de los hijos a los que había inculcado con severidad el camino correcto. Sus órdenes eran palabras fuertes llegando a algún castigo físico con la mano; hasta que cierto día, Rafael, a los ocho años, le hizo frente con los puños cerrados ante algo que consideraba injusto y esto cambió su actitud y no les pegó más a ninguno de los tres.
“Guillermo cursó hasta 5º grado en la Escuela Nº 3 de Manuel Ocampo, 6º en la Escuela Nº 4 de Pergamino y el bachillerato en el Colegio Nacional de esa ciudad, donde figuró en el Cuadro de Honor, mereciendo su padre, las felicitaciones del rector.
“Contra la voluntad de éste, incursionó en el fútbol con gran habilidad ingresando en la Primera del Club 9 de Julio, hasta que se fue a Santa Fe a continuar estudios universitarios.
“Pero Juan, que todos los años hacía un balance minucioso de los gastos, comprobando que el estudio de Guillermo había incrementado los mismos, cuando fracasó en una materia, decidió cortarle las partidas de dinero.
“Guillermo sufrió mucho porque esto hizo que nunca más volviera a ver a su padre… Pero con un espíritu emprendedor y gran esfuerzo, consiguió trabajar hasta obtener el título de Doctor en Química.
“Llegó a ser investigador en el Conicet, siendo vicedirector del Cerela, en Tucumán, donde descubrió la Bioleche, para combatir la diarrea infantil.
“Destaco su humildad y amor a los niños, demostrados en su experiencia en los hogares más humildes de Tucumán.
“En 1996 fue declarado Huésped de Honor de la Municipalidad de Pergamino, con motivo de un homenaje organizado por la Escuela Nº 3 de Manuel Ocampo, cuyo objetivo era dar a conocer su obra y que los maestros aplicaran su historia de vida como modelo a seguir por los alumnos, ya que habiendo sido un niño de condiciones humildes, con sacrificio, constancia y rectitud, logró una carrera universitaria y convertirse en un científico reconocido mundialmente.