“Odio hacia la orientación sexual”: Le dieron una paliza a un rugbier por homosexual y la Justicia lo consideró un agravante

La figura de “odio hacia la orientación sexual” fue incluida por primera vez como agravante a una pena. Fue en el caso de siete jóvenes que golpearon brutalmente a Jonathan Castellari

(26) y reconocieron haberlo hecho porque es homosexual.

Según lo informado en el sitio web del Ministerio Público Fiscal, los siete jóvenes aceptaron su responsabilidad en la agresión a través de un acuerdo de juicio abreviado.

A través de un juicio abreviado, el fiscal Fernando Fiszer acordó una pena de tres años de prisión en suspenso por «lesiones graves calificadas por haber sido cometidas con odio hacia la orientación sexual» y tareas comunitarias en el Bachillerato Popular Trans «Mocha Celis», en la Casa Trans y en el Servicio de Endocrinología del Hospital Fernández. Además, deberán asistir a un curso sobre discriminación y derechos dictado por el INADI

Según informaron en la web del Ministerio Público Fiscal, los siete jóvenes de entre 20 a 25 años de edad aceptaron su responsabilidad en la agresión contra Jonathan Castellari. «Esta condena será la primera que contemplará el agravante por odio a la orientación sexual», informaron desde el organismo jurídico. Ahora es turno de la jueza María Cristina Bértola, del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°16, de evaluar si homologa el acuerdo con los agresores.

«Los actos de violencia contra las personas LGBT, comúnmente conocidos como crímenes de odio, actos homofóbicos o transfóbicos, se comprenden mejor bajo el concepto de violencia por prejuicio contra las orientaciones sexuales y las identidades de género no normativas», explicaron las fiscales María Paula Asaro y Mariela Labozzetta, en el requerimiento de la elevación a juicio, en julio de este año.

Las fiscales Asaro y Labozzetta, a cargo de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), aseguraron que la violencia por prejuicio en un fenómeno social que se dirige contra grupos específicos, como las personas LGBT, tiene un impacto simbólico, y envía un «mensaje de terror generalizado a toda la comunidad».