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Psicología: Peleas de pareja. Parejas y relaciones.

Peleas de pareja.

Más allá que todas las discusiones son desgastantes y agotadoras, las de
pareja se destacan por sobre el resto. Son largas, recurrentes, insisten una y otra vez sobre un mismo tema y generan mucho malestar. La pregunta es ¿por qué son así?. Básicamente son así porque son discusiones en las que se habla pero nunca se llega a nada. ¿Cuántas veces después un largo rato de
discusión en una pareja, uno de los dos dice: “Basta, me cansé de pelear,
siempre hablamos y no llegamos a nada”?

Son discusiones que pueden llegar a ser por cosas mínimas; como un plato
sucio, un dentífrico abierto, o un llamado por celular que no se contestó.
Pero que inesperadamente provocan una pelea con una energía que no parece
lógica ni proporcional al tema. Y todo esto siempre con el elemento común de no progresar en ninguna dirección y nunca llegar a nada. Con lo cual podemos preguntarnos, ¿Por qué estas discusiones no llegan a nada?

La respuesta está en que no llegan a nada porque lo que se discute nunca es
sobre lo que realmente se quiere hablar. Dicho de otro modo, en estas peleas no se llega a nada porque en definitiva, no se habla de nada.

Muchas veces se discute por “cualquier cosa”, o por el tema que se tiene “a
mano” porque la pareja no se da cuenta cuál es el tema de fondo. Otras, se
tiene cierta idea de cuál es EL tema, pero se prefiere evitarlo. Ya sea
porque uno de los dos no se siente con “derecho” a  plantearlo por algún motivo (por ejemplo, podría ser una cuestión de celos), o porque tal vez se tema que hablar de eso pueda generar una crisis o conflicto importante en la pareja. Lo cual hace entendible el hecho de no querer hablar. Pero teniendo en cuenta el malestar que termina generando, ¿Por qué se insiste por este camino?

Porque las parejas son esencialmente conservadoras. Conservadoras en el
sentido que buscan y priorizan, ante todo, la estabilidad de la pareja, y la previsibilidad que haya en ella. Entonces en los usos y costumbres de la
pareja se va estableciendo lo que podemos llamar un “contrato implícito” que no está hablado entre ellos pero tiene una fuerte presencia y va marcando qué cosas se pueden hacer y qué cosas no, según los códigos de la pareja.

Por ejemplo, no juntarse solo con amigos, no tener amistades con el otro
sexo, hasta cuestiones más de tinte social, como que la mujer necesariamente se haga cargo de las tareas de la casa. Todas cuestiones que no están habladas y tal vez no están realmente elegidas por ambos, pero que, con tal de no romper con esta “estabilidad” de la pareja, se prefiere mantener este contrato implícito que da previsibilidad.

Muchas veces se habla de las parejas como algo rutinario, monótono e
indefectiblemente aburrido y que apaga el deseo, en contraposición con la
etapa de seducción, donde todo es novedoso y estimulante. Cuando, en
realidad esto no es inherente a las parejas, sino a este modelo puntual de
pareja.

Si nos sentimos obligados a mantener intacto e irrevocable este “contrato”,
más allá de lo que nos marque nuestro deseo, para tener la sensación de
estabilidad, y de que nada va a quedar fuera de control, va a ser inevitable que aparezca este malestar. Que se va a estar expresando a través de estas insistentes peleas de nada, que lo que muestran no es ni más ni menos que la insatisfacción rutinaria de este modelo de pareja.

Contra las creencias populares, podemos decir que no es cierto que el único
modo de encontrar “oxigeno” y un refresco que termine con la rutina sea a
través de la ruptura y la conformación de una nueva relación con otra
persona. Va a alcanzar con animarnos a expresar nuestros deseos en la pareja sin temor a que eso nos lleve indefectiblemente a un lugar no deseado o de crisis. Estableciendo un nuevo contrato, pero ahora uno en el que el deseo no quede por fuera.

Consejos para cuando hay peleas en la pareja:

1. Ante una provocación, en lugar de responder, preguntarle al otro por qué está provocando. Nunca dar demasiado crédito al contenido de la provocación, sino más bien al hecho de que hay una provocación. Ej: “Mi ex era buenísimo como compañero de viaje, porque……..”. No está añorando a su ex, como competencia de uno. La persona está provocando. Indagar en por qué lo está haciendo.

2. Siempre que aparezca una discusión fácilmente identificable como “intrascendente” pero con mucho enojo (ya sea de un lado o del otro), frenar y dejar de buscar argumentos “a mi favor” sobre la discusión, y pensar o hablar sobre cuáles serán los motivos que hicieron que ambos estén tan enojados. Es decir, descartar rápidamente y no perder tiempo en este tema intrascendente.

3. Pensar y replantearse todos aquellos temas que uno considera “imposibles de plantear al otro”. “¿Por qué no podes decirle tal cosa?

¡Estás loco! ¿Querés que me separe?”. Muchas veces existe la fantasía de que si se plantea ciertas cosas, la pareja se rompe. Es necesario poner un manto de duda sobre esto, porque en la práctica esto muy pocas veces es así. Y plantear lo que uno quiere, porque esto realimentará la pareja.

– Acerca de la Fundación Buenos Aires:

La Fundación Buenos Aires es una institución sin fines de lucro dedicada a
la Formación y Asistencia en Salud Mental. Promueve el compromiso solidario, científico y ético de sus profesionales, tanto en su práctica clínica como en la formación y actualización permanentes y en el desarrollo de la investigación.

Desde hace catorce años, ofrece atención Psicológica y Psicopedagógica a
toda la comunidad. Su existencia jurídica fue reconocida por la Inspección
General de Justicia el 9 de Abril de 1984 mediante la resolución 6170.

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Lic. Patricio Furman
Psicoanalista de la Fundación Buenos Aires
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