Recreacionistas Históricos en Palermo.

Los amantes de las recreaciones históricas, las armas y los uniformes de época participaron este sábado 3 de agosto, entre las 12 y las 18, 30 agrupaciones recreacionistas ofrecieron un espectáculo gratuito. La cita fué en la intersección de las avenidas Santa Fe y Bullrich, en el Regimiento de Infantería 1º Patricios, donde la Asociación Civil Americana de Recreacionistas Históricos (ACARHi), bajo el programa Mecenazgo Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires organiza este espectáculo único en el país.

Ellos se autodefinen como una Asociación sin fines de lucro que busca recrear y representar momentos trascendentales de la Historia y Batallas vividas.

La Recreación Histórica es una actividad que consiste en que un número indeterminado de personas procedan a representar de la manera más fiel posible un acontecimiento del pasado que tuvo mucha importancia y trascendencia en la tierra donde viven.

Mediante la confección y utilización de equipos y elementos históricos, nuestra Asociación rinde de manera respestuosa su homenaje a todos los Héroes que dieron la vida por nuestra Patria.

El evento se realizó en el Regimiento de Infantería 1 en el barrio porteño de Palermo y fue organizado por la Asociación Civil Americana de Recreacionistas Históricos (Acarhi), que tiene unos 200 socios y reúne a la mayoría de los grupos de recreadores del país.

Dos vikingos de la «Horda del Deshuesado» recibían a quienes visitaban el Regimiento de Infantería 1 en el barrio porteño de Palermo, que abrió sus puertas para que samurais y centuriones romanos, entre otros personajes, celebraran el Día del Recreador Histórico.

«Soy un vikingo del año 860», se presentó a Télam Matías Battistesa, un joven de 24 años que custodiaba la entrada del Regimiento de Infantería, ubicada en Santa Fe y Bullrich, ataviado con armadura de cuero, escudo de rodela, una espada, un hacha y un cuerno de señales.

En el año 860, la horda del líder Ivar, alias «El Deshuesado», invadió las islas británicas.

Sobre el apodo del Ivar hay varias teorías: una dice que este guerrero tenía cartílagos en lugar de huesos, otra sostiene que sufría gigantismo en las piernas y, según una tercera, «era simplemente un alias», comentó Matías, experto y fanático de la cultura vikinga.

«Era una cultura muy avanzada, se bañaban todos los sábados mientras que en Europa sólo lo hacían dos veces por año», afirmó orgulloso el joven, y añadió que los vikingos «tenían libertad de culto y un sistema asambleario para tratar los temas que concernían al pueblo».

A pocos metros del vikingo Battistesa, ya en el patio del regimiento, el «Grupo de recreación histórica Samurái» exhibía katanas y tachis -sables con el filo hacia arriba y hacia abajo, respectivamente-, máscaras de teatro, un pequeño templo y, como estrella de la muestra, anunciaban «la única armadura de mujer que hay en América Latina».