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Redescubriendo el sentido de la propia vida

Durante muchos años, la búsqueda del sentido de la vida fue un objetivo específico de la Filosofía, la Ética y de las diferentes religiones. Conocer el sentido de la vida resulta básico para saber hacia dónde orientamos nuestras acciones, en dónde colocamos nuestros esfuerzos y que nos esmeramos en ser, poseer, desarrollar o conservar en todas las áreas de nuestra vida.

En la última centuria, la búsqueda de un sentido de la vida global y aplicable a todas las personas ha ido paulatinamente convirtiéndose en la búsqueda de mí sentido para mí vida.

En nuestra experiencia clínica, mucha gente que llega a experimentar la sensación de vacío interior ha venido (en la mayor parte de los casos) “utilizando” conciente (en la minoría de las ocasiones) o inconscientemente (en la mayor parte de las veces) diferentes procedimientos para no enfrentar la pregunta sobre el sentido personal de su vida tales como trabajar desmedidamente, llenarse de actividades de diferente índole, proponerse objetivos concretos en materia educacional, económica, etc., que –una vez alcanzados- dan lugar nuevamente al agobio que acompaña a esa sensación de vacío.

Así, por ejemplo, para la mayor parte de las personas son las rutinas diarias las que los organizan, permitiendo que funcionen socialmente y que estén en marcha hacia aquello que se han preocupado por crear o mantener (trabajo, estudio, bienes materiales o de status, etc.)

Pero al mismo tiempo, las rutinas generan dos consecuencias:
La primera, que podríamos llamar utilitaria, es que nos permite continuar con la “máquina” vertiginosamente en marcha hacia “delante” e intentar ser “exitoso”, “triunfador”, etc. La segunda consecuencia es una sensación de disconfort o de que “nuestra vida se nos va sin ser dichosos y sin cumplir con lo que queremos para sentirla propia y con sentido”.

Por ejemplo: en nuestra experiencia, no menos del 70 % de las personas laboralmente activas continúa pensado en sus obligaciones laborales al menos los 4-5 primeros días de haber iniciado sus vacaciones. Un porcentaje menor pero en crecimiento nunca “termina” de estar de vacaciones. Esta es una muestra clara de que cuando desaparecen las rutinas (o terminadas relaciones o actividades) emerge lo que se hallaba en el fondo.

La sensación de vacío existencial
En Psicoterapia Zen intentamos enunciar esta sensación de un modo sencillo y práctico, llamando vacío existencial a la íntima sensación que una persona (sin un desorden de salud mental al que se le pueda adjudicar esa sensación) tiene de asistir a la marcha y el presente de su vida como muy alejadas de sus propias esperanzas y felicidad personal; por un período relativamente largo de su vida (tres o más meses).

¿Se puede hablar de síntomas específicos del vacío existencial?
Basados en la definición previa podemos encontrar evidencias o síntomas específicos de vacío existencial, que pueden ser referidos por el propio paciente (“no entiendo adónde voy”, “no le encuentro lógica a mi vida”, etc.) y /o por detectados por parte del terapeuta.

Algunos indicadores (aunque nunca exclusivos de pérdida del sentido de la vida o vacío existencial) son: desgano, pérdida de la capacidad de sentir placer, indiferencia, sensación de que el tiempo pasa y se han dejado de lado los deseos propios de realización personal, alteraciones en el sueño, búsqueda constante de cambio (de vivienda, trabajo, pareja, etc.), disminución de la autoestima, desesperanza, nihilismo, etc.

¿Qué es la Psicoterapia Zen?
Nos hemos referido previamente a la Psicoterapia Zen. Es pertinente recordar algunas características de esta escuela psicoterapeútica.

La Psicoterapia Zen puede ser útil para todas las personas con independencia de su edad, género, inclinación religiosa u otras variantes individuales. En la Psicoterapia Zen abordamos los problemas humanos desde varios ángulos y procedimientos, de un modo compasivo y pacífico.

Se intenta generar un ambiente propicio, dentro de un marco altamente profesional, no sólo para enfrentar los problemas actuales de cada paciente sino además crear una nueva mirada en la vida cotidiana del mismo.

¿Cómo trata la Psicoterapia Zen la sensación de vacío existencial?
Una vez realizado el diagnóstico de vacío existencial, se intentará que la persona trabaje en las siguientes áreas:
a. Evitar entrar en análisis generales. Por ejemplo: que no use su tiempo prioritariamente en tratar de discernir “¿cuál es el sentido de la vida?” sino que se plantee la pregunta más sencillamente como “¿cuál es el sentido de mi vida?”.

b. Empiece descartando aquellas respuestas para superar su vacío existencial que claramente no se asocien con ser más feliz en el presente momento y siga usando sus recursos para hallar el sentido de su propia vida.

c. Entienda que, aunque corrientemente se declame lo contrario, nuestro modelo de organización social no está construido teniendo como prioridad la búsqueda de la felicidad sistemática de sus integrantes. Por el contrario, las ocasiones de felicidad “deben” ser pocas, específicas y definidas y que “debemos seguir tirando para adelante” sin solución de continuidad hasta algún futuro impreciso.

d. Fundado en esto, se trabaja junto con el paciente para que observe que criterios tales como el “éxito”, el “poder”, la “fama”, la “belleza” no necesariamente son sinónimos de felicidad y libertad.

e. Reconozca que, finalmente, su vida es su vida. Su vida no es, por así decirlo, un gran espectáculo interactivo en el que cualquiera puede opinar, decidir u obrar.

f. Observe que el permiso que cada uno da o los demás para influir en su vida personal es suyo, limitado a aspectos puntuales de su vida y puede revocarse por su decisión cuando cada uno lo vea apropiado.

g. Recuerde que nació libre y que fue siendo condicionado por múltiples factores a lo largo de su vida. Que esos condicionamientos pueden ser modificados poniendo la felicidad como centro.

h. Recupere su libertad para atender, al menos con tanta vehemencia, a la búsqueda de su felicidad como al cumplimiento de su rol familiar, social, laboral, etc.

Esas herramientas, sumadas a un trabajo concienzudo y libre son en nuestra experiencia profesional, muy buenas bases para que la persna encuentre su sentido a su vida, de un modo compasivo con sí y con los demás, y lo ejerza de pleno derecho. Aquí, ahora y así.

Acerca de Psicoterapia Zen:
La propuesta de la Psicoterapia Zen basada en el Budismo produce una combinación práctica y lógica del espíritu del Budismo con sistemas terapeúticos hoy aprobados. Más de 4000 personas han sido tratadas con gran eficacia por este sistema. Entre estos pacientes hay mujeres y hombres de diferentes credos o ateos y diversos en edad, nivel educacional, socio-económico y de preferencia sexual.

La psicoterapia basada en el Budismo:
1. Intenta la transformación de las creencias erróneas y sin basamento lógico – que constituyen fuentes importantes de nuestro sufrimiento- en un modo de vincularse con la vida racional, práctico y agradable.

2. Permite que la necesidad humana de trascendencia encuentre un espacio de respeto y apreciación.

3. Enseña y educa en la práctica de la compasión y la paciencia del paciente para con sí mismo y para con los demás.

4. Desarrolla en el paciente un modo respetuoso de ver y aceptar su diversidad y la de los demás.

5. Explora y diseña nuevos paradigmas de progreso, éxito, responsabilidad y objetivos a ser alcanzados en la vida.

6. Ayuda a lograr el desapego por todo tipo de codicia, generando un inmediato cese del sufrimiento en todas sus variantes.

7. Comprende y promueve todo tipo de actividad recta que permita una vida con plena libertad.

8. Integra en su práctica cotidiana todos los avances técnico-científicos de la Medicina, Psicología y la Psicopedagogía.

Más información en:
http://psicoterapiazen.com/

www.psicoterapiazen.com