Sacro imperio y pontificado. Escribe Carlos Penelas.

El peronismo no es bueno ni malo, es incorregible.
Jorge Luis Borges

En unas semanas estaré viajando a España para ofrecer conferencias y volver a mis raíces. Málaga, Madrid, Toledo, Navalafuente, La Cabrera, Mérida…y por supuesto Galicia. Santiago de Compostela, Ourense, Betanzos de los Caballeros, Espenuca. En el Principado de Espenuca, soy Carolus I, hablaré con trasnos y fantasmas, buscaré los olores, la brisa, el aliento que me ayudan a vivir y crear y amar.
Debo confesar que amigos, escritores amigos, han hecho posible – una vez más – este pequeño milagro. Intentaré vivificarme para cuando regrese a Trapalanda. La piel de cocodrilo que se me ha formado debe soportar barbarie, decadencia, ignominia, desigualdad, desasosiego.
He visto este fin de semana – además de conocer la iglesia danesa y escuchar coros bellísimos, de caminar por barrios entrañables, de visitar mercados y hablar con pintores – he visto digo Viva la Libertà, el filme de Roberto Andó, con un trabajo delicioso de Toni Servillo. En esta película el humor, la ironía, la mirada crítica a todo lo político, lo corrupto, lo hipócrita, nos hace pensar. Pero claro, el humor cáustico de un país europeo no tiene relación alguna con las villas miserias, el escarnio y la brutalidad de estas latitudes. Si no se lee bien se comprende mal.
¿Hablamos del velo de la ilusión, del desmilagro argentino? ¿Todo de zurce de inmediato, se remienda a lo bobo, se oculta? Debo confesar que causa estupor la descomunal ruleta rusa. Todo lo distribuyen en un marco delirante, sin ningún criterio, usando un pseudo razonamiento – como si fuera posible, como si fueran pitagóricos – en compañías indescifrables, irreductibles. Entre güelfos y gibelinos deliberan jirones de palabras, tartamudeo mental, restos de la olla del puchero. Se ha dicho recientemente, entre otros apotegmas, que López Rega no es un producto del peronismo sino de la Revolución Libertadora. No deja de tener su cuota de ingenio.
Me animaría a afirmar que la responsabilidad es de los unitarios que habitaron y siguen habitando el territorio. Llegaría, si me permiten, hasta Lugones y Cortázar. Cada uno tiene lo suyo. Y de allí para abajo. Sin descartar a don Arturo Illia o Agustín Tosco, que murieron con una fortuna incalculable. Por suerte existió el fraile Aldao, tío abuelo de López Rega. Hombre justo, probo, honesto y piadoso, el José Félix. ¿Quién puede ponerlo en duda? Llegó con la Conquista del Desierto que encolumnó el Brigadier General hasta Río Colorado (creo que se olvidaron de la primera gira) y declaró dementes e insanos a todos los unitarios. Hombre de fe, hombre de honor, el fraile. Propongo su nombre para una avenida en la ciudad. Propongo que el salón de actos de la Universidad de Buenos Aires se llame Fraile Dominico y Coronel José Félix Aldao. Propongo, por último, que la Biblioteca Nacional tenga un busto suyo al frente de las escalinatas. A tener razón sin descanso. A tener razón, sea como sea.
Vamos, agrupados, creyentes agrupados por los estandartes de la victoria como cirineos antes las columnatas de Roma. Invocación y resignación, enigmáticos, vicarios bienaventurados, una caterva de nuevos ricos y mal gusto con chequeras y almuerzos en Puerto Madero beatificando humildad. Rencor y cava, subsidio o traición, esoterismo o bailanta. Y nos cambiamos de bando. La cuestión es estar presente, aplaudiendo, llorando, discutiendo, diciendo que sí y que no, que tal vez, que ahora todo es distinto. Y vamos por el Código Napoleónico y con el hombre que ahora es mujer con próstata.
Entonces los flecos abiertos, los vuelos, el default criollo, la impunidad judicial, la capacidad de seguir cambiando; ser santos y mártires, revolucionarios y bellos, rufianes y melancólicos, prepotentes y víctimas. Dominium mundi.
Debemos hablar claro. Cada vez tengo menos ganas de escribir un artículo. No vale la pena. Sí me gustaría comentarle, para que no quede duda alguna, que no me interesan ni me interesaron jamás los símbolos. Patria o muerte, patria o buitres, patria o El Guasón. De que hablamos ¿De heráldica, de imágenes sacras, de objetos mágicos? Miren dónde quedó la hoz y el martillo. Todo, absolutamente todo, son símbolos carentes de significado.
Mezclamos tatuajes, punk, ideas rebeldes, cervezas, porros, marcas enroladas bajo las banderas del consumismo. Colgantes, póster, camisetas, deslizamientos semánticos de los símbolos. Perón, Menem, Francisco, Maradona, los hermanos Taviani, el orgullo gay, Harry Potter… En el mercado se ven mochilas, calzoncillos y bolsos con todas las imágenes. Y se venderá en breve – no sé si ya – la marca registrada Anarchy, con Eastpack, como producto de masas. Importante: buscar en los grandes shopping el perfume Anarchite de Caron, un producto de lujo, para gente como uno. Además, la culpa – de lo que nos pasa y nos pasará – la tuvieron Cristóbal Colón, Juan Díaz de Solís y Giuseppe Garibaldi. Por último: ¿sabía, estimado lector, que Hernán Cortés creo la pavana al regresar de México?

Carlos Penelas
Buenos Aires, septiembre de 2014

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