Se conocieron datos del sector externo que reflejan la corrección del déficit de la Cuenta Corriente

En la semana que pasó, se conocieron datos del sector externo que reflejan la corrección del déficit de la Cuenta Corriente, a partir de un recurrente superávit comercial que alimenta una creciente oferta genuina de divisas. Asimismo, la suba en la cotización del dólar de marzo y abril incidió en la evolución de los precios mayoristas y también de la actividad económica, la cual se contrajo en marzo, dando lugar a que en el primer trimestre del año finalmente se verifique una leve caída en relación al último cuarto de 2018. Si bien los datos de inflación y del nivel de actividad se refieren a meses de una inestabilidad del tipo de cambio actualmente no presente, apuntan con el espejo retrovisor a lo que podría haber sucedido sino se flexibilizaban las reglas de intervención cambiaria.

En lo que tiene que ver con las cuentas externas, en abril, la balanza comercial volvió a arrojar un saldo positivo, el octavo consecutivo, en esta oportunidad de USD 1.131 millones, acumulando un superávit de USD 3.146 millones en el primer cuatrimestre, que compara con un déficit de USD 3.260 millones en el mismo período de 2018.

La mejora que viene registrando el saldo comercial se sigue recostando, principalmente, en la caída de las importaciones, que se ve influida por la depreciación del peso del último año y la evolución que aún muestra la actividad agregada. En abril, las compras externas cayeron un 31,6% interanual, con un descenso de 29,1% en las cantidades importadas, derivado de bajas que se sintieron con mayor fuerza en las importaciones de vehículos y bienes de capital, seguidas por las de bienes de consumo.

En paralelo, las exportaciones volvieron a incrementarse, aunque sólo un 1,7% interanual, en la medida que el aumento de 10,3% en los volúmenes exportados, asociado mayormente a las primeras ventas de la nueva cosecha gruesa, fue compensado casi en su totalidad por la caída verificada en los precios de exportación (-7,7%), arrastrados por la baja de las cotizaciones internacionales de los commodities agrícolas.

El precio de la soja, en particular, experimentó en abril un retroceso de 15% interanual, situándose por debajo de los USD 300 la tonelada en el mercado de Chicago. El valor de la oleaginosa y sus derivados se vio afectado tanto por factores financieros (el fortalecimiento del dólar a escala global), como así también por los fundamentos de su propio mercado, a partir de una menor demanda de China, el mayor comprador mundial. El surgimiento de una gripe porcina en el país asiático impactó negativamente en su consumo para alimentación animal, justo en momentos en los que comenzaba a volcarse al mercado la cosecha récord de Argentina.

En línea con estos indicadores en base “devengado” publicados por el INDEC, los datos del balance cambiario del Banco Central capturaron en abril un nuevo superávit en la Cuenta Corriente. Este sumó USD 219 millones, que comparan con un saldo negativo de USD 1.502 millones en el mismo mes de 2018. El comercio de bienes volvió a arrojar un resultado superavitario (USD 1.945 millones), al tiempo que el balance por servicios continuó mejorando, sobre la base de una menor demanda de divisas vinculada al turismo en el exterior. Con estos números, en los primeros cuatro meses del año, la Cuenta Corriente del balance cambiario sumó un saldo positivo de USD 957 millones, que representa una mejora cercana a USD 7.000 millones en relación a igual período del año pasado.

Por otro lado, y más allá de la mayor estabilidad que muestra actualmente el tipo de cambio, las variaciones registradas desde mediados de febrero hasta fines de abril incidieron en la evolución de los precios mayoristas, que subieron un 4,6% en el cuarto mes del año, según informó el INDEC la semana pasada. Asimismo, la depreciación del peso de dicho período también impactó en la economía real, que de acuerdo al Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) experimentó una retracción de 1,3% en marzo contra febrero. Esta disminución revirtió la recuperación de los tres meses previos y dio lugar a que, en el primer trimestre del año, el indicador experimente una leve baja de 0,2% contra el último cuarto de 2018.

Asimismo, de acuerdo al EMAE, la actividad económica se contrajo 6,8% en marzo y 5,7% en el primer trimestre en términos interanuales. El comercio (-15%), la intermediación financiera (-14%) y la industria (-13%) estuvieron entre los sectores que mostraron las mayores caídas con respecto a un año atrás durante marzo, por encima de las del índice general. Por otra parte, el sector agropecuario volvió a mostrar la expansión más pronunciada (+11%), a pesar que en marzo aún no se sintió el efecto de la mejora en la cosecha gruesa, que comenzará a impactar positivamente en las mediciones del nivel de actividad a partir de abril.

En suma, diversos indicadores reflejaron los efectos de la suba que verificó el tipo de cambio en los últimos meses, particularmente en términos de inflación y nivel de actividad. En este sentido, las recientes modificaciones al esquema cambiario, sumadas al estricto control de los agregados monetarios, el mayor ingreso de divisas del agro, las ventas de USD 60 millones diarios del Tesoro y, ahora también, una orientación hacia el “centro” de las principales fuerzas políticas, hasta el momento han tendido a acotar las expectativas de devaluación y estabilizar la cotización del dólar, constituyendo un cambio oportuno en pos de avanzar en una moderación de la inflación y lograr estabilizar la economía real. Algo de eso ya comenzó a verse en las mediciones semanales de precios minoristas de mayo, faltando aún verificarse impactos sobre los indicadores del nivel de actividad, situación que podría darse entrado el segundo trimestre, en la medida que se consolide una desaceleración de la inflación, combinada con los “salarios nuevos” que se deriven de las negociaciones paritarias en marcha.