Te enamoraste… Mi pareja es tacaña. Por Valeria Schapira

Por Valeria Schapira – Experta en relaciones para Match.com

Te enamoraste, y en el encandilamiento dejaste pasar el hecho de que tu nuevo amor no era demasiado veloz a la hora de pagar. Ahora que ha pasado un tiempo prudencial de la relación, eso que en un principio soslayaste, te está haciendo ruido. Mucho ruido.
Cuando salen, él o ella no amaga siquiera con pagar un café. Todo lo mide en términos de “cuánto cuesta”. Cuestiona cada erogación como si fuera un asunto de estado… Los antes descriptos son sólo algunos de los escenarios posibles cuando el dinero, en lugar de tomarse como un medio para vivir y disfrutar, se toma como un fin en sí mismo.
Es importante diferenciar una situación de ahorro puntual, de austeridad, por un mal momento económico, de un patrón de conducta que termina privando del disfrute cotidiano.

Si estás en pareja con un tacaño, estas son algunas cuestiones a tener en cuenta para que el tema no se transforme en un conflicto que puede derivar inclusive en la disolución del vínculo sentimental.

· El dinero es mucho más que dinero: en él se juegan cantidad de cuestiones emocionales que provienen de la historia familiar, de los ancestros y de situaciones de las que a veces no somos conscientes. Prueba a hablar con tu pareja acerca de cómo se vivía en su hogar el tema económico. No es lo mismo una familia en la que falta de todo que una en la que se vive un clima de abundancia. Intenta conocer un poco más de su historia.
Las personas que tienen apego excesivo a los bienes también pueden haber sufrido carencias afectivas. Puede que conversando encuentren una explicación y él o ella, pueda modificar esta conducta que seguramente también le provoca sufrimiento.

· La “prosperidad” es una cuestión de actitud: pensar en la falta suele atraer más carencia. Quien se siente merecedor del dinero suele ganarlo con más facilidad que aquel que cree que jamás tendrá suficiente. Trata de ayudar a tu pareja a detectar cuales son sus creencias limitantes. En las personas que suelen ahorrar más de lo necesario suele haber mandatos familiares como “en esta casa siempre nos costó mucho todo” o “hay que guardar para tiempos de crisis”.

· Ser tacaño tiene un enorme costo emocional: no sólo para quienes escatiman sino para quienes los rodean. De acuerdo a estudios científicos, quien es poco suelto con el dinero suele sufrir de estrés y ansiedad. Esta actitud se proyecta a la pareja y a la familia. Si estás en el proceso de construcción de un vínculo sentimental, es importante que establezcas un diálogo sincero en el que quede de manifiesto que la “inversión” material que se hace va mucho más allá de lo tangible. Tiene que ver con un “depósito” de confianza en la relación.

No tengas miedo a abrir tu corazón. No “ahorres” palabras; di lo que te angustia con amor pero no te lo guardes. No arriesgues perder tu pareja por cuestiones materiales. Si solos no pueden, no estaría nada mal pedir ayuda a un terapeuta.

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