Terapias tradicionales vs. Terapias online. La resistencia a realizar un tratamiento psicológico.

Más allá que existen diversos elementos que sirven para diferenciar las terapias tradicionales de las terapias online, hay uno de ellos que parece ser decisivo para distinguirlas. Y tiene que ver con el concepto psicológico de la resistencia. En este caso, la resistencia a realizar un tratamiento psicológico.

Muchas veces la negativa de las personas a realizar un tratamiento aparece como producto de factores ajenos a su problemática y su angustia. Pero al profundizar un poco en sus motivos, puede verse que esa negativa corresponde en gran medida al rechazo a «enterarse» cosas de sí mismos que prefieren mantener alejadas.
Entonces ahí es cuando aparece la resistencia «disfrazada» con frases tales como: Me da fiaca ir; me queda lejos; es caro; se me complica con los horarios; me da vergüenza; es una pérdida de tiempo; etc. Y no bajo la forma de «No quiero empezar por miedo a profundizar determinados temas que me ponen mal».

En este contexto, lo que las terapias online llegan para ofrecer como principal ventaja es «resolver» justamente estos inconvenientes puntuales. Ya que sus características facilitarían su acceso, en términos de horario, disponibilidad, comodidad, honorarios, desinhibición (por el hecho de hablar sin estar en contacto directo con el profesional), etc.
El tema es que destacar el peso de facilitar esos factores en una terapia es dar crédito a esos argumentos de las personas. Y tomarlos como las verdaderas causas para no comenzar un tratamiento es negar la existencia de la resistencia.

Ahora bien, si este nuevo tipo de terapia efectivamente logra comprometer al paciente y profundizar sobre sus problemáticas es posible que se pueda hacer un buen trabajo. Pero hay que tener en cuenta que aquellos aspectos que aparecen como sus principales beneficios, no van representar una ventaja sustancial. Ya que la resistencia probablemente adoptará una nueva forma (una seguramente más moderna): Tengo una mala conexión a internet; no me anda bien la máquina; no sé quien estará del otro lado; o quién sabe qué para no realizarlo.
Con lo cual vemos que no se podrá hacer desaparecer la resistencia mágicamente, ya que si se la intenta recortar aparecerá de otra forma. Pero el peligro acá no es la dificultad por eliminarla, sino mas bien la intención de hacerlo de una terapia. Ya que la resistencia forma parte del material fundamental que el paciente trae al consultorio. Y no es algo negativo a suprimir, sino a trabajar e incluir en el tratamiento. Si lo dejamos por fuera, dejamos indefectiblemente parte de la problemática del paciente por fuera.

Es por eso que podemos decir que puede ser una buena intención la idea de buscar los medios para facilitar el acceso de las personas a una terapia. Pero hay que tener cuidado que en esa búsqueda la intención no sea la de suprimir la resistencia. Porque en el punto en que se logre eludirla, será al costo de eludir el tratamiento mismo. Ya que lo único que puede llegar a hacer que una persona que presenta resistencias a tratarse deje mágicamente de hacerlo, es que el tratamiento que esté realizando sea más un simulacro de terapia que un trabajo serio.

Lic. Patricio Furman
Fundación Buenos Aires
www.fundacionbsas.org.ar