Todas las verduras son orgánicas: ¿Mito o realidad?

Por Andrea Jatar, creadora de Viandas a la Olla, www.viandasdelaolla.com

Cuando decimos que las verduras son orgánicas, podemos caer en una frase que se presta a confusión.

Por supuesto que los vegetales vienen de la tierra y se desintegran rápidamente cuando vuelven a ella.Y nutren nuestro suelo cuando vuelven a él con todo lo que tienen encima: sus nutrientes, que probablemente ya se hayan modificado, y sus fertilizantes y pesticidas, si fueron rociadas con ellos en algún momento de su vida.

Y es ahí donde las verduras no son orgánicas para el consumo. Porque si fueron tratadas durante su vida con ciertos productos no naturales o no autorizados por la OIA (Organización Internacional Agropecuaria) para que lleguen rozagantes a nuestra cocina, dejan de denominarse orgánicas para nuestro consumo, aunque como residuo siguen siendo basura orgánica. ¿Se entiende?

Pero… ¿Cuál es la diferencia entre un producto de cualquier verdulería y aquel que dice ser orgánico certificado? Amén del esfuerzo que para cualquier empresa implica una certificación y el sello que se encuentra en el empaque, es una garantía de que es producto de la agricultura orgánica, o sea de un sistema de producción libre de pesticidas y fertilizantes de síntesis química; favoreciendo así la sustentabilidad de los sistemas y el cuidado de los recursos naturales.

En general son productos que en góndola son más caros, porque requieren de otros cuidados y se hacen a pequeña escala, pero es una cuestión financiera, porque lo que uno no gasta en alimentos hoy, en el tiempo lo gasta en medicina. Ya Hipócrates decía: «que la comida sea tu medicina». No hay mejor prevención que una alimentación lo más libre de manipulación humana posible y lo más fresca posible, cuanto más cerca del momento de la cosecha la consumimos, más nutrientes tienen, y no sólo ahorraremos en medicación sino también en sufrimiento físico y emocional. Porque no hay nada mejor que sentirse sano.

Por eso, en la medida en que podamos, elijamos frutas y verduras orgánicas, o naturales, o biológicas o ecológicas. Son distintos términos que indican una agricultura responsable, aquella que usa racionalmente los recursos, que no utiliza productos de síntesis química, y que incrementa y/o mantiene la fertilidad y la biodiversidad. O sea, que cuida nuestro medio ambiente. Entonces, nos cuida a nosotros, porque por nuestro mismo suelo fluye el agua que nos saca la sed y que riega nuestras futuras frutas y verduras, y en nuestro mismo aire están los gases que alimentan nuestra respiración y la de nuestras plantas y animales.

Y si la fruta y la verdura no fue orgánica para su consumo, por más que sea basura que se desintegra rápidamente y nutre el suelo (o sea residuo orgánico), devuelve a la tierra esos productos de síntesis química con que fueron tratados durante su vida. Y tales productos quedan en el suelo, y/o se van en el agua que luego se consume, por lo que directa o indirectamente los estaríamos incorporando a nuestro cuerpo.

Esto no implica que la industria agropecuaria nos envenene, eso significa que si comemos responsablemente, sabremos que consumiendo productos no orgánicos incorporaremos en nuestro cuerpo componentes que en la naturaleza no existen, y por más que haya estudios que demuestren que no son nocivos para nuestra salud, a largo plazo estaremos añadiendo compuestos extraños en dosis diferentes a las que nos provee la madre natura. Y el cuerpo humano lleva millones de años de evolución, aunque la industria tiene apenas algunos siglos.

En fin, todos los alimentos no son orgánicos. Seamos responsables con lo que consumimos, así como también consumamos lo que necesitemos, porque una alimentación consciente acompañada
de una actividad física adecuada, es la mejor manera de prevenir los problemas de salud a largo plazo. De nosotros y de todos nuestros seres queridos. De los contemporáneos y de las generaciones venideras.

Cuidemos nuestro planeta, y nos cuidaremos a nosotros mismos.