Un nuevo consumidor responsable

El 15 de marzo, desde hace más de treinta años, se celebra el Día Internacional del Consumo Responsable. Esta fecha tiene sus orígenes en un mensaje pronunciado por el presidente norteamericano John F. Kennedy con motivo de los derechos de los consumidores.

El Consumo Responsable implica un consumo ético, ecológico y social. Y como lo dice su definición, es elegir productos no sólo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social, y por la conducta de las empresas que los elaboran.

En este sentido el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo señala que resulta necesario modificar las pautas actuales de consumo para garantizar el desarrollo humano del futuro. El nuevo estilo de consumo debe ser compartido, fortalecedor, socialmente responsable y sostenible.

Como contrapartida del consumo responsable encontramos también un sistema comercial solidario y alternativo al convencional, el Comercio Justo, que persigue el desarrollo de los pueblos y la lucha contra la pobreza con el objetivo de brindar oportunidades a los productores más desfavorecidos, basándose en sus mismos valores.
Hoy en día, aunque todavía falta mucho, son cada vez más las prácticas comerciales solidarias que promueven estos valores y que, progresivamente, van reconfigurando los roles de consumidor y productor.

En la Ciudad de Buenos Aires encontramos al menos tres ámbitos de este tipo, de encuentro directo entre el productor y el consumidor: el Mercado de Economía Solidaria de Bonpland, la Feria de productores de la economía social “Del Productor al Consumidor” en la Facultad de Agronomía de la UBA y la Feria de Consumo Responsable de los días domingos en Diagonal Sur.

La reconocida consultora internacional de investigaciones de mercado, Nielsen, viene mostrando desde hace años una clara tendencia que muestra que los consumidores valoran cada vez más la reputación social de la marca por sobre el precio o la calidad del producto.
En una investigación realizada en junio de 2016 sobre el perfil del consumidor argentino se muestra que, incluso para la compra de alimentos, las personas están dispuestas a pagar más si identifican que determinado producto está alineado a sus ideales y valores.

Y estos porcentajes son mayores para los consumidores más jóvenes: para aquellos que tienen entre 21 y 34 años y pertenecen a la generación denominada “millennials”, el 81% está dispuesto a pagar más por un producto con “causa”.
Según esta consultora los cuatro pilares del consumidor que identifican a los “millennials” son la salud, la funcionalidad, la conveniencia y la responsabilidad social. El 38 % de estos jóvenes ve como un beneficio extra para la compra de alimentos, el hecho de que sea realizada mediante el “comercio justo” y el 36% prefiere consumir productos orgánicos.
Hoy en día las empresas que comprendan y acompañen seriamente estas tendencias y apelen a los valores del consumo responsable y el comercio justo que sostienen las nuevas generaciones, serán sin dudas las que estén mejor preparadas para fidelizar a los consumidores de los próximos cincuenta años.
Y de paso, ayudarán también a hacer un mundo mucho más responsable, sostenible y saludable para las futuras generaciones.

Foto perfilJulián D’Angelo es Licenciado en Administración (UBA) y Posgrado en Gestión Sociourbana (FLACSO). Conferencista internacional en temas de Responsabilidad Social, Emprendedorismo y Economía Social, con foco en América Latina y el Caribe.
Es Coordinador Ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial y Capital Social (Cenarsecs) de la UBA y Coordinador Técnico de la Red de Jóvenes Líderes de UNASUR por la Economía Social y la Integración Regional (FCE-UBA-CAF)
Además, es funcionario en el área de Planificación Estratégica del Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires donde, entre otras funciones, dirige el Programa de Responsabilidad Social y Voluntariado de la Justicia, experiencia inédita de Responsabilidad Social en el sector público que adhiere al Pacto Global de Naciones Unidas.
Es investigador y docente de grado y posgrado en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y en la Diplomatura de Responsabilidad Social de la Universidad CAECE.