Ondina de plata

Un verdadero hombre, ¿Descalifica a las mujeres?

El 8 de marzo se produjo una marcha multitudinaria por los derechos de la mujer en la ciudad de Buenos Aires, a tono con otras movidas que estaban realizándose en todo el mundo para defender los derechos de la mujer. En general se habla mucho del poder femenino o empoderamiento de la mujer que implica que asuma mayor confianza, seguridad y fuerza en torno a su identidad y deje de consentir cualquier tipo de atropello o maltrato por parte de los hombres. Si bien es noble la consigna, como todo movimiento gigante, suele pasarse por alto algunas cosas que es bueno profundizar y aclarar.

Por empezar, un mayor empoderamiento en la mujer implica algo que llevado en forma adecuada y equilibrada, beneficia enormemente a ambos sexos, tanto hombres como mujeres. Ya que no se trata de frenar la violencia de genero, sino de colocarnos en una postura de mayor conciencia, inteligencia emocional en la que nos hacemos cargo de lo que nos pasa, nuestras emociones y nos responsabilizamos como adultos. Para esto, no hay distinción entre hombre o mujer, es solo asumir una actitud más adulta y conciente. Si yo soy hombre y me hago cargo de pararme como un adulto, y no como un niño caprichoso cuya pareja (mujer, en caso hetero) debe satisfacer sus deseos como una madre, asumo una actitud de hombre conciente. Por ende, puedo generar un vinculo equilibrado, armónico y profundo con el sexo opuesto. En tanto que si no me trabajo y arrastro conflictos con las mujeres sin resolver, es muy probable que establezca vínculos desequilibrados con ellas, que pueden terminar en violencia, conflicto y descalificaciones. O bien relaciones dependientes. Pero nunca serán relaciones adultas y parejas. De hecho será bastante probable que elija mujeres infantiles, caprichosas o sumisas. Y si construyo con ellas una familia, nuestros hijos internalizarán este modelo con bastantes probabilidades que lo repitan cuando crezcan. Por ende se transforma en una repetición de generaciones completas de hombres y mujeres con el germen de la furia, desigualdad y resentimiento en ellos sin procesar. Un circulo vicioso sin fin.

Esto mismo sucede con muchísimas mujeres que eligen relacionarse con hombres que no las escuchan, ni acceden a dialogar adultamente ni consensuar en diferentes temas con ellas. Y si estas mujeres no realizan un trabajo personal que les traiga mayor conciencia y comprensión acerca de porque escogen una y otra vez esta clase de hombres infantiles, están condenadas a repetir el mismo patrón. Y por muchas marchas multitudinarias que vayan a favor de los derechos de la mujer, o que declamen en contra del tan mentado “patriarcado”, seguirán impedidas de generar una relación de pareja que sea pareja a lo largo del tiempo. Porque no se trata de exclamaciones rimbombantes ni gritos de guerra combativos hacia los hombres machos, misóginos ni patriarcales (que por cierto sus actitudes son violentas) , sino de pararse en un lugar interno diferente de mayor auto cuidado, firmeza y amorosidad. Pero para ello es necesario revisar que me sucede con el sexo opuesto, que me pasa con las personas de mi propio sexo, que clase de vínculos sostengo con mi familia…¿Puedo dialogar con mis padres y hermanos de manera adulta, respetuosa y adecuada? ¿Qué me sucede con mis familiares del sexo opuesto? ¿Puedo confiar en ellos e intercambiar amor? ¿Soy respetada en mis limites? ¿El no es un no….o es un avasallamiento?

El proceso de convertimos en personas más equilibradas y concientes, comienza por casa, revisando nuestros vínculos actuales y nuestro árbol genealógico (abuelos y bisabuelos) a fin de detectar si nuestras dificultades con el sexo opuesto, no son repeticiones de mandatos y modelos familiares que seguimos portando sin resolver. Muchas mujeres experimentan dificultades porque imitan a sus madres que tenían conflictos con sus parejas. O bien se vuelven guerreras combativas y reactivas hacia los hombres para mostrarles a sus padres, que “ellas serán distintas y no caerán en un estado de sumisión como quizás mamá si tenía”. Como fuese, la lealtad hacia mamá y papá, cuando no se trabaja adecuadamente, puede dejarnos como personas castradas y con falta de potencia y madurez. Como explica Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, si soy un buen nena o nena de papá y mamá, carezco de fuerza vital para pararme como un adulto y construirme una buena vida (con salud, dinero, afecto, etc.).

Una persona más conciente y lucida, es una mujer u hombre que establece relaciones más equilibradas, colocando limites claros que impiden maltratos y violencia familiar, sea contra el sexo que fuese. Y eso se trabaja con herramientas adecuadas y profundas.

Te deseo una semana de mayor conciencia y lucidez.

Pablo Nachtigall- Psicólogo y consultor empresas
Tel.: 154 946 9491