VACACIONES Elegir bien y cuidar los detalles, las claves para disfrutar de un crucero

Viajar en crucero es, en general, garantía de vacaciones de gran nivel, con seguridad y confort, buena comida, diversión, nuevos amigos y visitas a lugares espléndidos, pero a veces algo puede salir mal.

Viajar en crucero es, en general, garantía de vacaciones de gran nivel, con seguridad y confort, buena comida, diversión, nuevos amigos y visitas a lugares espléndidos, pero a veces algo puede salir mal, como lo enseñan algunas experiencias recogidas a bordo del MSC Música, que el viernes estuvo en Buenos Aires.

Gabriela (61) y su esposo Enrique (65, comerciante), de Santa Fe, estaban muy contentos con su viaje de 19 días desde Venecia a Buenos Aires, pasando por La Valeta (Malta), Barcelona, Casablanca, Santa Cruz de Tenerife, Salvador y Río de Janeiro.

Gabriela y Enrique no tienen nada de qué quejarse pero dan una clave: «Nos dolió que en algunas escalas los amigos uruguayos no pudieran desembarcar por carecer de visa».

“Es nuestro cuarto crucero trasatlántico. Es realmente para descansar y mucho mejor que pasarse 30 días arriba de un auto. A bordo está todo resuelto: la comida, la limpieza; se puede hacer compras y conocer mucha gente y hay muchas actividades pero también se puede optar por el ocio. Todo a un costo total que calculamos en 150 dólares por día por persona”, resumieron.

El matrimonio está tan aficionado al crucerismo que ya se apresta a emprender otro el 19 de este mes, esta vez acompañado por un numeroso grupo de familiares, 20 personas en total, por 2300 dólares por persona –chicos gratis- por siete días a Río de Janeiro, para pasar allí la Navidad.

Vicente Scalisi (91, gerente retirado de la antigua Ítalo-Argentina de Electricidad) también estaba muy conforme con el viaje desde su Italia natal.

“Comida muy buena, servicio muy bueno, espectáculos buenísimos y la comodidad de no tener que andar con valijas ni con reservas de hoteles. Pero al presupuesto inicial había que agregarle 6 euros diarios por persona en concepto de propina fija, y a las bebidas que se consumen adicionarle 15 por ciento. Igual, no me pareció caro”, comentó.

Roxana y Ramón (44 y 40, trabajadores sociales, dos hijos adolescentes) recibieron como regalo familiar un viaje en avión a Río y regreso en barco navegando tres días hasta Buenos Aires en una segunda luna de miel.

“Es fascinante. Nunca vivimos algo parecido, porque siempre íbamos de vacaciones a una casa y hacíamos todo nosotros y aquí te atienden todo el tiempo. Además hay gente de muchos lugares. Los precios de las bebidas nos parecen normales, al contrario de la idea que teníamos de que todo sería caro”, enumeraron a dúo.

Ramón lamentó “no haber traído el mate, ese compañero”, y Roxana no la pasó del todo bien al principio: “Estuve mareada y el primer día se nos arruinó por completo. No comí ni pudimos ir a ver el espectáculo de Guillermo Guido en el teatro”, dijo.

Jennifer (29) y Diego (28), ambos ingenieros; Shirin (24, educadora) y Darío (25, productor agrícola), Soledad (28, psicomotricista) y Sebastián (35, cocinero) son tres parejas recién casadas que se conocieron en el viaje desde Venecia a Buenos Aires e hicieron causa común con una queja: “fuimos mal asesorados cuando organizamos nuestros viajes y nuestra expectativa no fue cubierta”.

“La travesía está buena. Pero, tal vez por el tipo de viaje o porque familias con chicos no viajan en épocas de clases, aquí prácticamente solo había gente muy mayor, y casi no teníamos actividades para nosotros”, se quejaron a coro.
Una de las damas mieleras lo sintetizó en esta ecuación: “Había dos bingos por día y no pudimos encontrar una pelota de voley”.

Con todo, admitieron que la experiencia fue buena, que a bordo “el soporte está, tenés todo organizado para pasarla bien”, aunque les pareció poco el tiempo de parada en cada puerto y escaso el espacio en las zonas comunes, como el entorno de la piscina o el buffet para desayuno y almuerzo.

Opiniones de este tipo son muy valoradas por las compañías de cruceros porque les permiten ir corrigiendo su propuesta según el tipo de público que convoca cada itinerario.

El negocio tiene una regla de oro: el pasajero bien atendido, promociona el servicio. De allí que al cabo de cada viaje, las empresas realicen encuestas sobre el grado de satisfacción obtenido por sus pasajeros, y hasta estimulen con premios que sean respondidas.

Otra premisa es la renovación permanente, porque es alto el porcentaje de pasajeros que quieren viajar otra vez y se decepcionarían si la experiencia a bordo fuera demasiado parecida a la anterior. Si la propuesta no va cambiando, se pierde esa valiosa clientela fiel, pues el que vuelve quiere novedades cada vez.

Esa búsqueda ha llevado incluso a proponer cruceros temáticos, inspirados en la música, la moda, la gimnasia, la gastronomía, el yoga y la meditación, el baile y hasta el humor.

Planear un crucero requiere, entonces, invertir tiempo en informarse en detalle y elegir bien la propuesta que mejor responda a la combinación de deseos y posibilidades de cada viajero.