Valeria Schapira: Posibles problemas que existen entre los cuñados, algunos consejos de cómo solucionarlos.

“Cada familia es un mundo”, reza el dicho popular. Ideal sería que en ese mundo tan particular reinen la armonía y la sana convivencia, algo que no siempre acontece. Suele adjudicarse a las suegras el poder de sembrar la discordia familiar, en una fama que muchas veces resulta injusta.

¿Qué pasa cuando el cuñado o la cuñada viven en pie de guerra? Es una situación bastante frecuente, a la que hay que saber llevar con cintura política para evitar que la relación de pareja se dañe.

La falta de armonía con la familia política puede tomar diversas formas. Desde la indiferencia absoluta hasta la guerra más hostil. Estos son algunos posibles escenarios de desencuentro y sugerencias para salir de los mismos. ¿Te ves reflejada/o en alguna de estas situaciones?

– ¿Comentarios hirientes, descalificación o sarcasmo?
Si se trata de un comentario ocasional, hacer caso omiso del mismo puede ser una buena idea en aras de la armonía familiar. Si este tipo de situaciones se reitera, lo ideal es que generes una amable conversación en privado con el agresor y le preguntes si existe algún problema puntual que lo lleve a actuar con animosidad. Un diálogo en el que puedas expresarle tu malestar y tu deseo de que todos se lleven bien. Aunque no tenga respuesta, seguramente cambiará de actitud.

– ¿Será un tema de celos?
Detrás de una conducta agresiva, puede esconderse el miedo a perder a ese miembro del clan familiar que es tu pareja. Es importante que, a través de tus acciones, dejes en claro que no vienes a sembrar discordia en esa familia. Inclusive, puedes en algún momento hacer un chiste al respecto para descomprimir.

– ¿Te hacen a un lado?
Si sientes que la hermana o el hermano de tu pareja no te tienen en cuenta y te tratan como a un desconocido, prueba a aflojar tensiones. Sé amable. Colabora con las tareas de la casa si te invitan a cenar, por ejemplo. Busca puntos de coincidencia en el diálogo y evita temas ríspidos como la política o la religión. Esto no implica que adules a nadie para hacerte querer sino que bajes la guardia para que, del otro lado entiendan que no hay en ti terreno para abonar animosidad alguna.

– ¿Se entrometen o te juzgan?
En familias muy unidas, puede resultar una conducta habitual que todos sepan todo de sus integrantes y no haya mucho margen para la intimidad. Si provienes de un contexto más reservado y te ha tocado en suerte una familia política invasiva, tendrás que poner límites. El gran desafío es que lo hagas con cordialidad. Una sonrisa o el silencio pueden ser una buena respuesta a una pregunta incómoda. Si tu cuñado o cuñada no entienden por las buenas, prueba con la repregunta. Por ejemplo, si te dicen: “ustedes nunca van a casarse?”, responde con tu mejor sonrisa: – “acaso lo estás planeando tú?.

– ¿Utilizan información tuya para hacerte sentir incómodo/a?
Si sientes que tu hermano o hermana política está usando algún tema personal para agredirte o incomodarte, mantén la calma y sé firme. Hazle saber que ciertas cuestiones pertenecen a tu intimidad y te resulta incómodo que trasciendan en otras esferas.

Recuerda que la mejor manera de resolver los conflictos interpersonales es siendo claro, amable y, sobre todo, dialogando. Si guardas resentimientos con tu familia política, es probable que en algún momento termines enrostrando el tema a tu pareja.

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