Viandas naturales vs viandas envasadas

Por Andrea Jatar, creadora de De la Olla (www.delaolla.com)

Durante muchos años priorizamos la practicidad de comprar comida hecha en el supermercado o en la rotisería, encontramos sabores diferentes, descubrimos empaques nuevos y mejores diseños, supusimos más higiene y soñamos con una mejor nutrición. La propaganda nos hizo imaginar que una sopa en polvo es igual a una sopa de la abuela. Y hasta mejor. Que las patitas de pollo son más piolas que las milanesas que contienen la misma materia prima. Que las hamburguesas son superiores a los bifes y que un paquete de papas fritas es equivalente a las papas recién fritas. La publicidad no nos lo dijo claramente, pero nos lo imaginamos porque jamás pensamos en que los responsables de los nuevos productos de las grandes empresas, pensaran más en cómo abaratar costos y vender más que en nuestra propia salud. Jamás se nos hubiera ocurrido que se relegaría calidad nutricional, que se procesara un alimento con un poquito de verdura junto con algo que no sabemos qué es.
Por eso, y a pesar de lo que acusan las etiquetas, muchos de los alimentos de góndola están lejos de ser naturales y necesitan que se les agreguen vitaminas y minerales para que simulen una auténtica comida, para que parezcan una vianda natural. Por eso hay “engendros” empacados, como la leche con Omega 3, que es una mezcla de aceite con leche. O las galletitas que traen grasas no naturales que nuestro cuerpo es incapaz de procesar naturalmente. O la gelatina, o el flan. Así, la lista sigue.
Muchas veces hacemos viandas. Por necesidad o por accidente, nuestra heladera se va llenando de viandas. A veces de manera planificada, porque debemos comer fuera de casa o porque llegamos sin tiempo para cocinar. Otras, porque nos sobra comida. Lo importante es la calidad. Una vianda que armamos con productos industriales está lejos de ser natural. Cuando le ponemos calditos comprados, polvos, aderezos, se modifica. ¿Leíste los ingredientes de cada paquete que abrís? ¿Tienen nombres que conocés, o sentís que tenés que hacer un curso intensivo de química para entenderlos?
Sabemos que todo lo que existe viene de la naturaleza. Cuanto más procesado está, más lejos de ser “natural” es. Porque el mismo proceso de elaboración produce pérdidas. Pérdidas de sabor, de color, de nutrientes. Por acción misma de la transformación o por el paso del tiempo. Por reacción química. Por naturaleza. Por eso, cuando elaboramos una vianda natural debemos hacerlo con ingredientes genuinos, que sabemos qué son, que no tienen nombres raros, que conocemos cómo se produjeron, que tienen envases simples y han sido conservados correctamente. Cuanto más frescos, mejor. Cuanto más nuevos, mejor. Cuanto menos tiempo haya ocurrido desde su producción hasta nuestra mesa, mejor. Si vienen sin envase, mejor. Los envases naturales son las cáscaras de los vegetales y frutas que vuelven a la naturaleza y la nutren, el resto viene de la mano del hombre. Por eso, una vianda natural con todas las letras debería elaborarse con vegetales, carnes, legumbres, frutas… ingredientes que la naturaleza nos regala. Bien frescos para asegurarnos de que vamos a obtener los mejores sabores, aromas, colores y texturas. Eso es sinónimo de nutrientes. Con colores, cuantos más colores tengan nuestras viandas, más saludables serán. Además, nos alentará a consumirlas, pues nada más motivante que tener un plato colorido en nuestra mesa. Con una mezcla divina de sabores, de formas, de perfumes.
Teniendo en cuenta que cualquier vianda natural luego sufrirá la acción del freezer y del recalentado, o sea que seguirá procesándose, debemos ser cuidadosos al momento de la cocción y de la conservación. Por eso, las viandas elaboradas con alimentos procesados siguen sufriendo más transformaciones y siguen perdiendo nutrientes. Entonces es mejor que preparemos nuestras viandas naturales, con ingredientes lo menos elaborados posible y que cuidemos cómo las cocinamos y cómo las guardamos. ¿Lo habías pensado? Si aún no lo hiciste, te invito a que experimentes la diferencia. A largo plazo, notarás cambios en tu cuerpo y en tu salud.