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Y suma y sigue. De Juan D’arienzo y Alberto Echague.

Tango en la voz de uno de los cantores con mayor aceptación en la preferencia de los tangueros. Don Alberto Echague, con alma de bandoneón.









Cátedra de lunfardo, por uno de los mejores cantores de los tangos reos y del lunfardo. Esta es la verdadera interpretación del tango canyengue, lastima que el correr de los anos nos borra un pasado glorioso de una juventud que nunca mas volverá.

Tango
Música: Juan D’Arienzo / Fulvio Salamanca
Letra: Carlos Bahr

En el Álbum de
Juan D’arienzo y Alberto Echague

No me gusta andar con vivos y a los giles les doy pase
a los otros si es preciso los atiendo y se acabó.
Si la mala se encabrita me la aguanto hasta que amanse
y aunque siempre hay un amigo, curo a solas mi dolor.
Me enseñó la mala racha que la suerte es mina ilusa,
Que, al final, se queda siempre con aquel que está grillao.
Y aprendí en los desencantos, que si afloja el de la zurda,
es mejor que te amasijes porque al fin irás palmao.

Aunque seas bien derecho si andas seco te dan pifia.
Trabajando sos cualquiera y afanando sos señor.
Porque, al fin, hasta la grela que comparte tu cobija
cuando ve mangos en fila solo piensa «¿cuántos son?».
Además, nadie pregunta de que «lao» llegó la buena,
la importancia está en los mangos aunque salgan de lo peor.
Y aprendes al triste precio de tu credo en esta feria
que ni tiñe la vergüenza, ni la guita tiene honor.

Me enseñaron los amigos que estas firme si hay rebusque,
aprendí de los extraños que hay que abrirse del favor.
Y la vez, que por humano le di cuarta a un gil «cualunque»,
me dejó en la puerca vía sin confianza y sin colchón.
Los demás te ven sacando por la pinta, como al naipe,
y al marcarte «gil en puerta», pregonando que hay amor,
te saquean hasta el alma y después te dan el raje…
¡Pero nadie mira nunca que tenés un corazón!

El canyengue

El canyengue es un estilo de baile del tango opuesto al tango de salón. El tango canyengue era el que se bailaba en los suburbios y por las prostitutas en los cabaretes por su modo extremadamente sexual y provocativo debido a sus características de interpretación, requiriendo para su interpretación actual por bailarines académicos un vestuario representativo y alusivo a la vida orillera.

La palabra es de origen africano, específicamente kimbundu (una lengua de la familia bantú), y surgió de la combinación de las palabras candombe y yongo, derivando en canyongo y luego canyengue. Los negros porteños la pronunciaban caniengue y desde 1900 los blancos lo escribieron y pronunciaron canyengue (con la ye porteña).

El «caminar canyengue» es una manera de caminar del compadrito, de cadenciosos movimientos de cadera. También se lo llama «caminar arrabalero» en referencia a los suburbios o barrios bajos de las antiguas ciudades de Buenos Aires y Montevideo, como lo representa Tita Merello en la película Arrabalera (1945).