«Datos crepusculares» Eduardo Sanguinetti

Candidatos especuladores, pacatos, mezquinos, cobardes, mentirosos y traidores, que en nombre de la «unidad», dividen, fragmentan, en fin, invitan como en todo año electoral, a instalar la reiterada puesta en escena de la representación política: una invitación al abuso.

Escapar de la realidad convierte al hombre en simple espectador de su vida, tal el caso de la ciudadanía argentina, que en octubre votará a su verdugo, elegido entre unos cuantos patéticos candidatos todo terreno desidelogizados y congelados en el umbral del averno metafórico de la estafa, candidatos que se presentarán como soberbios «turros», para lograr llegar a la presidencia de la República Argentina… Macri incluído, pues parece que tiene seguidores aún, luego de 3 años y medio de ajustar, reprimir, llevar a cabo la más espantosa gestión de gobierno de que se tenga memoria… ninguno de los que se presentan como candidatos dejan de ser cómplices de la degradación de la vida de un pueblo castigado al límite… no se justifica de ningún modo en un país como Argentina que el 50% de los niños tengan hambre, que haya miles de indigentes… el norte primero y primordial debería ser 4 comidas para los 44 millones de argentinos… un territorio que puede dar de comer a 400 millones, puede dar techo a estos millones de exiliados de la vida, que deambulan sin rumbo por esta tierra pródiga en gobiernos basura, sedimentos de deposiciones recientes y pasadas.

Intentaré que todo o casi todo desfile en estas líneas plenas de sentido vital y móvil… denuncio a la plutocracia, a la complacencia burguesa, a la falta de austeridad de los ricachones parásitos, al consumismo, a la discriminación de los pobres, de los diferentes, a los hipócritas defensores de los derechos humanos para pocos, a los mezquinos que profetizan en templos maniqueos la llegada del mesías inverso, a la farándula que vive y respira bajo el signo de la bajeza y la inmundicia prostibularia, a los que envidian, a los fanáticos de lo que sea, a los cobardes y viles arrastrados… sólo quedan la cloaca y el colaboracionismo… se que no estoy solo en la enumeración de estos datos crepusculares de la caída.

Si logro transmitir el absurdo total de lo que denominamos vida en ¿democracia?, en esta caminata trágica, entre seres que pasan te miran y sonríen estúpidamente, fragmentos de hombres que deambulan sin meta fija, las farsa de las intrigas políticas, testimonio de una Argentina desconcertada por la devastación permanente del sentido, imágenes del flagelo humano, de la soberbia, la especulación, la mentira, del hambre, de la brutalidad de los padecimientos y humillaciones de las nuevas generaciones, erotizados por las redes en la web, viajes en trenes que siguen itinerarios prefijados y se pierden en medio de la universal chatarra… todo condimentado con pequeñas dosis de misticismo y epicureismo, de sensualismo exuberante, en pleno proceso de desintegración, que se opera en un «universo cataléptico»: monotonía asfixiante de decrepitud consumada en una conciencia sorda e impotente de un vacío total… salvo para los candidatos «fantoche», que se mueven de manera permanente, lanzando la palabra vacua, que mata y deviene en agonía del lenguaje vivo, el que dice «algo», cual ceremonia secreta de los comienzos misteriosos.

Palabras lanzadas a tiempo, quizás, que comienzan para mostrarme sincero conmigo mismo y que, a fuerza de percibir los olores nauseabundos de los basureros de la sociedad y de las zonas más viscerales y reprimidas de la conducta humana, acaba por romper con todas las barreras, prejuicios y convenciones que pesan sobre la forma de representación del mundo y del hombre, liberándome del malestar existencial ligado al deseo de cualquier replanteo general, alcanzando una última meta, registrar principios éticos.