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17 de Octubre Día de la Lealtad.

Luego del derrocamiento de Perón en 1955 y hasta su retorno en 1973, el Día de la Lealtad pasó a ser para sus partidarios el Día de la Resistencia Peronista. Todos los años hay actos evocativos y emotivos.


Como Día de la Lealtad se conoce en la Argentina a la conmemoración anual del 17 de octubre de 1945, día en que se produjo en Buenos Aires una gran movilización obrera y sindical que exigía la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón.

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Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, creada a su pedido, Perón había promovido los derechos de los trabajadores. Una gran cantidad de manifestantes —en su mayor parte provenientes del sur del Gran Buenos Aires— ocupó el centro de la ciudad, especialmente la Plaza de Mayo, logrando la libertad del prisionero. Al año siguiente, Perón sería elegido Presidente de la Nación.

17 de Octubre Día de la Lealtad.
17 de Octubre Día de la Lealtad.

Según el historiador José Luis Romero el movimiento fue organizado por los sectores ya considerados peronistas, quienes con apoyo militar y policial organizaron el movimiento popular para conseguir el retorno de Perón.​


Ese día es considerado como el del nacimiento del peronismo y uno de sus máximos símbolos, así como uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento obrero argentino. Más allá del nombre dado por el Partido Justicialista, también es llamado Día de la Lealtad Peronista y 17 de Octubre.

BAÑOS DE HUMILDAD Y COMPAÑEROS

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La celebración del Día de la Lealtad mostrará un peronismo  con la realización de actos: diversos.

En la madrugada del día 17 comenzó una movilización de los trabajadores de La Boca, Barracas, Parque Patricios y de los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores. Fue muy importante el número de trabajadores que salió de Berisso, localidad cercana a La Plata donde había importantes frigoríficos, en la que estuvo muy activo a favor de la movilización el dirigente gremial Cipriano Reyes. También la secretaria de Domingo Mercante, Isabel Ernst, tuvo un rol importante como nexo entre Perón y los dirigentes sindicales.

Diego y Perón: Día de Sol Día Peronista
Diego y Perón: Día de Sol Día Peronista

Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal. La acción estaba apenas coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días anteriores y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.

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Inicialmente la policía levantó los puentes sobre el Riachuelo que son el paso obligado hacia la Capital para quienes provenían de la zona sur (Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berisso, etc.). Algunos manifestantes cruzaron a nado o en balsas hasta que, más tarde, los puentes fueron bajados. La policía, claramente favorable a Perón, no obstaculizó la marcha e incluso algunos de sus integrantes intercambiaron expresiones de simpatía con los manifestantes, cuyas consignas nada tenían que ver con el reclamo de la CGT sino que expresaban su apoyo a Perón y la exigencia de su liberación.


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El presidente Edelmiro J. Farrell mantuvo una actitud prescindente. El nuevo ministro de Guerra general Eduardo Ávalos observaba a los manifestantes y se negó a movilizar las tropas del cuartel de Campo de Mayo que en unas horas podían llegar a la Capital Federal, como se lo pedían algunos jefes del ejército y el ministro de Marina. Ávalos confiaba en que la manifestación se disolvería por sí sola pero al comprobar que, por el contrario, era cada vez más numerosa, accedió a entrevistarse con Perón en el Hospital Militar.

Tuvieron una corta reunión en la que pactaron las condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro.

A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno.

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Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro del día siguiente.

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A las 23.10, en Plaza de Mayo, Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno y brindó a la multitud un discurso histórico, en el cual prometió seguir con su defensa a los trabajadores y les pidió que volvieran a sus hogares y pronuncia las siguientes palabras:


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«Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso en sentimiento y en número», aseguró Perón.

En el discurso de esa noche, agregó: «Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo».

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Una multitudinaria manifestación de trabajadores marchaba hace 76 años a Plaza de Mayo

Una multitudinaria manifestación de trabajadores marchaba hace 76 años a Plaza de Mayo para reclamar la liberación del coronel Juan Domingo Perón, quien ese 17 de octubre de 1945 se convertiría en líder indiscutido del movimiento político que haría posible que los sectores populares conquistaran condiciones de ciudadanía.

Dos años antes de este hecho de masas que marcó una divisoria de aguas en la historia argentina del siglo XX, un golpe de Estado encabezado por el general Arturo Rawson puso fin -el 4 de junio de 1943- al gobierno de Ramón Castillo, surgido del fraude electoral.

Al iniciarse el gobierno militar de Rawson, el movimiento obrero se encontraba dividido en cuatro centrales sindicales (CGT N°1, CGT N°2, FORA y USA) y una de las primeras medidas de ese régimen fue intervenir los sindicatos.

Dirigentes de la CGT N° 2

Ante esta situación, los dirigentes de la CGT N° 2, cuya personería había sido suspendida por el Gobierno, iniciaron contactos con jóvenes oficiales del Ejército, entre los que estaban los coroneles Perón y Domingo Alfredo Mercante, con el propósito de impulsar la sanción de un conjunto de normativas laborales.

Perón decide entonces impulsar la creación del Departamento de Trabajo, un organismo que comienza a gestionar la relación del Gobierno con los gremios y que en diciembre de 1943 alcanza el rango de Secretaría.

Con su gestión, Perón gana el apoyo de los gremios que avalan su eventual candidatura presidencial, lo que genera recelos entre la alta oficialidad del Ejército.

La figura del ascendente coronel crece y ello genera malestar entre los sectores sociales dominantes y la cúpula del arma que ejercía el gobierno.

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Gamer peronista

A principios de octubre de 1945, el ministro de Guerra, el general Eduardo Avalos, cabeza de los sectores conservadores del Ejército, plantea la detención de Perón, la entrega del Ejecutivo a la Corte Suprema y la convocatoria a elecciones.

Presionado por esos sectores, el presidente Edelmiro Farrell ordena el 12 de octubre la detención de Perón y su traslado a la isla Martín García.

Tres días después, el gremio azucarero de FOTIA se declara en huelga para reclamar su liberación, y un día después, los obreros de la carne de las localidades bonaerenses de Berisso y Ensenada se adhieren de forma masiva a la protesta.

Las acciones se multiplican en fábricas y talleres de Avellaneda, Lanús, Valentín Alsina y los barrios obreros de Rosario.

La CGT, unificada

La CGT, unificada desde 1944, exige que «se mantengan las conquistas» tras la realización de un plenario en el que se convoca a una huelga general para el 18, sin nombrar a Perón.

Pero los hechos se precipitan: el coronel acusa un malestar y es trasladado al Hospital Militar en el barrio de Belgrano, donde arriba el 17 por la madrugada.

En las primeras horas de esa calurosa jornada de miércoles, los sindicatos, ante la presión de las bases, comienzan a movilizarse en Barracas, La Boca, Parque Patricios y en las barriadas del Oeste de la ciudad para exigir la liberación de Perón.

El gremialista de la carne Cipriano Reyes organiza en el cordón de La Plata las primeras columnas de manifestantes que avanzan hacia Plaza de Mayo.

Ante la marcha de los trabajadores que venían desde la zona Sur del conurbano, la Policía resuelve levantar los puentes sobre el Riachuelo, pero la gente cruza en balsas y a nado en su afán de llegar al centro porteño.

La multitud era imparable y en las primeras horas de la tarde colmó por completo la Plaza de Mayo, donde los manifestantes se refrescaron los pies en la fuente para mitigar el efecto del calor.

«Aluvión zoológico»

Esa imagen horrorizó a la prensa tradicional, que no tardó en hablar de «aluvión zoológico» a la hora de estigmatizar a esos trabajadores movilizados.

Aunque varios mandos del Ejército lo solicitaban, el Gobierno se niega a reprimir y envía emisarios al Hospital Militar con el objetivo de pactar una salida con Perón, mientras comenzaba a caer el sol.

Se acuerda así con Perón el pase a retiro de Avalos, la renuncia del gabinete y la convocatoria a elecciones generales para los primeros meses de 1946.

Perón habla a la multitud

Pasadas las 23, desde el balcón de la Casa Rosada, Perón habla a la multitud y, en un hecho que inaugura la liturgia de su movimiento, pide la desmovilización «en paz» a las 300 mil trabajadores congregados en la plaza.

Cinco días más tarde, el coronel se casaba con Evita y su amigo Mercante (gobernador de Buenos Aires entre 1946 y 1952) asumía la conducción de la Secretaría de Trabajo y Previsión.

El 24 de febrero, Perón se presenta como candidato a presidente y gana con el 54% de los votos, en el marco de una campaña caracterizada por el lema «Braden o Perón», en alusión al embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, que se pronunció fuertemente en favor de la Unión Democrática.

El 17 de octubre pasaría ser conocido como el Día de la Lealtad en la tradición peronista, pero sin duda, lo más trascendente de esa jornada fue el surgimiento de un movimiento que ponía su principal foco político en los derechos de los sectores más humildes.

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Una movilización popular sin precedentes marchó a Plaza de Mayo

Una movilización popular sin precedentes marchó a Plaza de Mayo para reclamar la liberación del coronel Juan Domingo Perón, quien ese 17 de octubre de 1945 se convertiría en líder indiscutido del movimiento político que marcaría un parteaguas en la historia política de la Argentina del siglo pasado.

Dos años antes de este hecho de masas, un golpe de Estado encabezado por el general Arturo Rawson puso fin -el 4 de junio de 1943- al Gobierno de Ramón Castillo, surgido del fraude electoral.

Al iniciarse el Gobierno militar de Rawson, el movimiento obrero se encontraba dividido en cuatro centrales sindicales (CGT N°1, CGT N°2, FORA y USA), y una de las primeras medidas de ese régimen fue intervenir los sindicatos.

La aparición del futuro gran líder

Ante esta situación, los dirigentes de la CGT N° 2, cuya personería había sido suspendida por el Gobierno, iniciaron contactos con jóvenes oficiales del Ejército, entre los que estaban los coroneles Perón y Domingo Alfredo Mercante, con el propósito de impulsar la sanción de un conjunto de normativas laborales.

Perón decide entonces impulsar la creación del Departamento de Trabajo, un organismo que comienza a gestionar la relación del Gobierno con los gremios y que en diciembre de 1943 alcanza el rango de Secretaría. Desde esa dependencia, Perón impulsa la creación de tribunales de trabajo, la indemnización por despido, el Estatuto del Peón Rural y el de los periodistas.

En 1944, se sancionan 123 convenios colectivos de trabajo y al año siguiente otros 347, los cuales alcanzaban a más de dos millones de trabajadores.

Con su gestión, el ascendente coronel se gana el respaldo de los gremios que avalan su eventual candidatura presidencial, lo que genera recelos entre la alta oficialidad del Ejército y malestar entre los sectores sociales dominantes.

Perón impulsó la creación de tribunales de trabajo, la indemnización por despido, el Estatuto del Peón Rural y el de los periodistas

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A principios de octubre de 1945, el ministro de Guerra, el general Eduardo Ávalos, que lideraba los sectores conservadores del Ejército, plantea la detención de Perón, la entrega del Ejecutivo a la Corte Suprema y la convocatoria a elecciones. Presionado por esos sectores, el presidente Edelmiro Farrell ordena el 12 de octubre la detención de Perón y su traslado a la isla Martín García.

Tres días después, el gremio azucarero de FOTIA se declara en huelga para reclamar su liberación, y un día después, los obreros de la carne de las localidades bonaerenses de Berisso y Ensenada se adhieren de forma masiva a la protesta. Las acciones se multiplican en fábricas y talleres de Avellaneda, Lanús, Valentín Alsina y los barrios obreros de Rosario.

Las «patas en la fuente», ese caluroso miércoles 17.

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La CGT, unificada desde 1944, exige que «se mantengan las conquistas» tras la realización de un plenario en el que se convoca a una huelga general para el 18, sin nombrar a Perón.

Pero los hechos se precipitan: el coronel acusa un malestar y es trasladado al Hospital Militar en el barrio de Belgrano, donde arriba el 17 por la madrugada.

En las primeras horas de esa calurosa jornada de miércoles, los sindicatos, ante la presión de las bases, comienzan a movilizarse en Barracas, La Boca, Parque Patricios y en las barriadas del oeste de la ciudad para exigir la liberación de Perón.

El gremialista de la carne Cipriano Reyes organiza en el cordón de La Plata las primeras columnas de manifestantes que avanzan hacia Plaza de Mayo. Ante la marcha de los trabajadores que venían desde la zona sur del conurbano, la Policía resuelve levantar los puentes sobre el Riachuelo, pero la gente cruza en balsas y a nado en su afán de llegar al centro porteño.

La multitud era imparable y en las primeras horas de la tarde colmó por completo la Plaza de Mayo, donde los manifestantes se refrescaron los pies en la fuente para mitigar el efecto del calor.

Esa imagen horrorizó a la prensa tradicional, que no tardó en hablar de «aluvión zoológico» a la hora de estigmatizar a esos trabajadores movilizados.

Aunque varios mandos del Ejército lo solicitaban, el Gobierno se niega a reprimir y envía emisarios al Hospital Militar con el objetivo de pactar una salida con Perón, mientras comenzaba a caer el sol.

Se acuerda así con Perón el pase a retiro de Ávalos, la renuncia del gabinete y la convocatoria a elecciones generales para los primeros meses de 1946.

Pasadas las 23, desde el balcón de la Casa Rosada, Perón habla a la multitud y, en un hecho que inaugura la liturgia de su movimiento, pide la desmovilización «en paz» a las 300 mil trabajadores congregados en la plaza.

Un tranvía repleto que había cruzado el Riachuelo desde Avellaneda.

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Cinco días más tarde, el coronel se casaba con Evita y su amigo Mercante (gobernador de Buenos Aires entre 1946 y 1952) asumía la conducción de la Secretaría de Trabajo y Previsión.

El 24 de febrero, Perón se presenta como candidato a presidente y gana con el 54% de los votos, en el marco de una campaña caracterizada por el lema «Braden o Perón», en alusión al embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, que se pronunció fuertemente en favor de la Unión Democrática.

El 17 de octubre pasaría ser conocido como el Día de la Lealtad en la tradición peronista, pero sin duda, lo más trascendente de esa jornada fue el surgimiento de un movimiento que ponía su principal foco político en los derechos de los sectores más humildes.

Darwin Passaponti, de 16 años. El disparo mortal partió pasada la medianoche desde el edificio del diario Crítica, en Avenida de Mayo 1333

El 17 de octubre de 1945 nacía el peronismo en una larga jornada colectiva que terminó con el rescate del entonces coronel Juan Perón del retiro forzado de los asuntos públicos, y ese mismo día el nuevo movimiento político tuvo su primera víctima: Darwin Passaponti, de 16 años, estudiante del Normal Mariano Acosta, asesinado de un balazo.

El disparo mortal partió pasada la medianoche desde el edificio del diario Crítica, en Avenida de Mayo 1333 del centro porteño, cuando la multitud que había exigido el retorno de Perón se desconcentraba proveniente de Plaza de Mayo y un grupo de jóvenes de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (Unes), Passaponti entre ellos, pasaba frente al diario.

En la edición vespertina (quinta) de aquel 17 de octubre, Crítica -que desde sus páginas enfrentaba al Gobierno de Edelmiro Farrell pero en particular al secretario de Trabajo y Previsión- había publicado en su portada un título que se haría famoso: «Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población.»

El crimen de Passaponti se produjo en medio de un episodio muy tenso sobre el que hay diferentes versiones aunque está claro que comenzó con un intercambio de insultos entre manifestantes que volvían de la concentración por la libertad de Perón y su restitución en los cargos, por un lado, y un grupo de izquierda que permanecía dentro de las instalaciones del diario Crítica, por otro.

Uno de los jóvenes que participó de la jornada del 17 de octubre, que desconcentró por Avenida de Mayo en dirección a Once porque «ya no había subterráneo» y que pasó caminando frente al edificio de Crítica, fue Aldo Capece, hoy de 94 años, en 1945 alumno secundario con 17 años en el Colegio Industrial Otto Krause de la calle Paseo Colón, en el Bajo porteño.

El disparo mortal partió pasada la medianoche desde el edificio del diario Crítica, en Avenida de Mayo 1333

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Capece, doctor en Química y Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata (UNLP) y militante histórico del peronismo en la localidad bonaerense de Merlo, recordó en diálogo con Télam que la jornada del 17 de octubre de 1945 «culminó como a la medianoche» por lo que, en razón de la hora, muchos grupos decidieron volver hasta Once «caminando por la Avenida de Mayo».

«En uno de esos grupos iba Darwin Passaponti. Iba cantando como todo el mundo. Al llegar a la altura del diario Crítica (en Avenida de Mayo 1333, donde hoy funciona una repartición de la Policía Federal), que tenía los talleres en el subsuelo, salió desde ahí, desde como una ventanita de hierro, un disparo que le dio en el corazón a Darwin, que cayó muerto, e inexplicablemente nunca hubo un pedido de justicia», contó Capece.

La reconstrucción del crimen que hizo el historiador Roberto Baschetti varía en algunos detalles: consultado por esta agencia, señaló que «cuando las masas se desconcentraban fueron tiroteadas desde los balcones del diario Crítica» aunque «otras fuentes dicen que fue al revés, que los manifestantes atacaron al diario y que desde allí dispararon para defenderse».

En cualquier caso, subrayó Baschetti, «lo concreto es que producto de esa acción murió de un tiro en la cabeza con solo 16 años Passaponti, joven nacionalista afiliado a la Unes, el primer mártir del peronismo insurgente».

La temprana muerte de Darwin Passaponti aparece reflejada en el libro «Tacuara» del periodista Daniel Gutman (la Unes estaba asociada a la Alianza Libertadora Nacionalista), como también en la biografía de Álvaro Abós sobre el magnético fundador del diario Crítica, el empresario de medios Natalio Botana.

Placa en homenaje a Passaponti emplazada en el lugar de su muerte por el Instituto Nacional J. D. Perón / Foto: Osvaldo Fanton.
En ese último libro, un periodista que en 1945 trabajaba en Crítica dijo que los jóvenes estudiantes de la Unes habían intentado prender fuego la puerta del edificio del diario con un par de sillas de bares cercanos y que en un momento ambas partes empezaron a dispararse, tiroteo que terminó con la muerte «de un pibe nacionalista, Darwin Passaponti».

Sobre el mismo hecho, el fallecido poeta Alfredo Carlino, otro asistente del 17 de octubre cuando tenía apenas 13 años y trabajaba como cadete en el diario The Standard, contó alguna vez que desde Crítica «tiraban al montón», por lo que «cayó él (por Passaponti), que era íntimo amigo, como podía haber caído yo».

En su testimonio, Carlino rechazó que la gente que se había movilizado por Perón hubiera «causado desmanes» al llegar a Avenida de Mayo al 1300 y dijo que en ese lugar, más bien, ocurrió «todo lo contrario, nosotros fuimos víctimas», replicó.

El historiador Norberto Galasso, autor de un libro sobre la jornada fundacional del peronismo (lo tituló «17 de octubre de 1945», lo publicó Página/12), recordó en diálogo con Télam el crimen de Passaponti al subrayar que «desde adentro (del diario Crítica) lo balean y matan».

Galasso profundizó luego sobre la familia del estudiante nacionalista que apoyaba Perón y llegó muerto al hospital Durand, cuyo padre Trento Passaponti -farmacéutico de ideas anarquistas y obvia ascendencia italiana- había conocido a su esposa, la entrerriana y muy creyente Cándida Quiroga, al compartir aulas en la Universidad de Tucumán.

Trento y Cándida se establecieron en la localidad santafesina de Zenón Pereyra, en el centro-oeste provincial, donde nacieron dos hijas mujeres y finalmente Darwin, pero años después se mudaron al barrio porteño de Caballito, para abrir allí una farmacia en la esquina de Acoyte y Neuquén, actividad que daba sustento a la familia y acompañó a Trento a lo largo de su vida.

Al farmacéutico le gustaba escribir, a mediados de los ’40 ya había escrito una pieza teatral («La hora incierta») y luego publicaría una novela («La Chacra del Mangrullo»), un gusto que probablemente transmitió a su hijo Darwin: tras su muerte, un poema del joven militante circuló entre quienes compartían sus ideas.

El poema adquirió otra carga simbólica tras lo que ocurrió con él en la noche del 17 de octubre: «Quise cruzar la vida con la luz del rayo que el espacio alumbra, seguro de no vivir más que un instante, seguro de no morir debilitado. Así como el rayo, corto, breve y soberano», había escrito Passaponti en lo que, sin buscarlo, pareció un ejercicio premonitorio.

La muerte del estudiante secundario en la jornada que consagró un nuevo liderazgo y ratificó la irrupción de un movimiento de masas de extracción obrera no fue pasada por alto por el propio Perón.

En una carta dirigida mucho tiempo después a Trento Passaponti, fechada en 1967 y enviada desde Madrid, estando ya exiliado, Perón definió al joven asesinado como el «primer peronista» y dijo que a la distancia formaría parte «con emoción» de un homenaje que se realizaría en el cementario de la Chacarita.

Trento, por su parte, adscribió con convicción al peronismo y tras mudarse con su familia a la localidad bonaerense de Moreno abrió allí otra farmacia y hasta llegó a ser candidato a intendente de la comuna por el partido Unión Popular (sello utilizado por el PJ, proscripto) en las elecciones bonaerenses de 1962, en las que compartió la boleta con la fórmula Andrés Framini-Marcos Anglada.

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