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Ayelén Paleo: «Me duele que me traten de prostituta».

gato bengala
Miau miau.  

Guau, guau, miau, miau… Pasaron casi tres años desde que explotó el escándalo con Ayelén Paleo, la tercera en discordia en el matrimonio de Carmen Barbieri y Santiago Bal, y aún hoy sigue dando qué hablar.

Luego de que se conocieran los mails y charlas privadas entre Carmen y Santiago que daban por hecho que Paleo fue la amante, ella salió a contar su versión.



«Él me decía que estaba enamorado. No sé si estaba caliente en verdad. Nos encontramos tres o cuatro veces en Manhattan (confitería de Belgrano). Eran los jueves porque yo iba a hacer pole dance y me quedaba cerca y él pedía que vaya», dijo en Intrusos.

«Tomábamos algo, me contaba un montón de cosas, del laburo y de su vida privada. Tenía miedo de decirle que no. Era nueva y él era mi jefe. Me daba consejos y a mí me servían. Ya en un tercer café me habló de otras cosas».

Fue entonces cuando el director le diría que estaba involucrado emocionalmente con ella: «En el teatro me llamaba al camarín y me preguntaba cómo me había ido. Me estaba seduciendo, yo me doy cuenta de esas cosas. Yo lo veía como un hombre solo, carente de afecto. Me dijo que se quería ir a París conmigo. Y yo en vez de decirle que no, le decía: ‘Bueno, lo vemos’. Ese fue mi error».

Lo que sí remarcó Ayelén fue que jamás tuvo relaciones sexuales con Santiago y que tampoco fue a la casa de la pareja en Ingeniero Mashwitz: «Cuando escuché lo de Mashwitz pensé que era un país».

También aclaró el tema de los supuestos pagos con regalos y los pasajes aéreos que gozaba como privilegio en las giras con la revista y que Mariano Bal confirmó.

«Jamás me dio dinero ni regalos. Sólo me dio un perfume y flores por el día de mi cumpleaños. Y sobre los pasajes, le comenté una vez que viajé muy mal en un micro, con la ventana rota y me dijo que en el nombre de la compañía el próximo viaje lo hacía en avión, nada más. El resto de los pasajes me los pagaba yo».

«Sí, lo usé a Santiago y pido disculpas. Yo lo escuchaba y trataba de sacar algún beneficio como correcciones en los cuadros, promoción en revistas. Pero nada más, si hubiera sabido que eso iba a genera todo este revuelo no hacía nada. No soy mala mina. Me echan la culpa de todo. Por mí no se terminó su matrimonio, señora. Ellos mismos lo cuentan que dormían separados. Ya ni me interesa».

Otras de las cosas que blanquó fueron los sobres que recibía por parte de Casandra, la asistente de Santiago: «¿Sabés que había adentro? Poemas escritos de su puño y letra, no eran dólares como se decía».

Antes de terminar, le dedicó un capítulo aparte a Belén Francese, quien fue quien ventiló todo el escándalo cuando eran compañeras en el teatro.

«Éramos muy buenas compañeras y me traicionó. Y voy a contar algo ahora porque que sea tan trola y turra no me cabe. Ella tenía un novio y además salía con el bailarín Martín Withencamp y yo le prestaba el departamento para que se revuelquen. Yo fui buena persona y buena compañera».

«Me duele que me traten de prostituta».