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Miedo al cambio.

Nicolás tiene 28 años de edad, está casado con Paula de 25 y ambos esperan un hijo que nacerá en cuatro meses. Él se ha quedado sin trabajo y está a punto de comenzar uno nuevo que le genera mucha ansiedad por la cantidad de exigencias que debe enfrentar. Lo primero que piensa Nicolás es que no está preparado para asumir semejantes responsabilidades, como la del trabajo en lo que lo han nombrado, coordinador de un grupo del área de sistemas, algo que técnicamente maneja pero no se cree capaz de liderar un grupo y crear un buen clima de trabajo. Al mismo tiempo, la paternidad lo sume en un mar de dudas e incertidumbres. Se pregunta si podrá ser un buen padre.

Llega a la consulta con un grado de angustia muy grande y enumera una cantidad de síntomas entre los que están sensación de falta de aire, taquicardia, mareos, dolor de cabeza, imposibilidad de conciliar el sueño, micción frecuente y una considerable cantidad de pensamientos catastróficos referidos a su salud. Nicolás está pendiente de esos síntomas. Los asocia con varias enfermedades todas ellas mortales. No puede dejar de buscar en internet información que no solo no lo ayudan a calmarse sino que intensifican su sintomatología.

Relata que su pareja le reclama mayor atención, le pide que esté con ella y que necesita cuidados y mimos. Él entiende la situación pero dice que no puede satisfacerla ya que todo él esta pendiente de sus síntomas. Al mismo tiempo se acerca la fecha en que debe ingresar al nuevo trabajo. Ya se ha hecho los exámenes médicos y le restan dos días para ingresar. Tiene miedo de no poder afrontar la situación, tampoco puede rehusarse a entrar al nuevo trabajo ni confesar lo que le pasa ya que sería rechazado. Nadie quiere tomar alguien con problemas. Nicolás está entre la espada y la pared.

Este tipo de consultas es muy frecuente y aunque los detalles de la situación personal de cada uno sea diferente el común denominador es que las personas temen enfrentar el cambio que se les avecina. El miedo al cambio es una respuesta normal en todos los individuos. Todos sabemos que el enfrentarnos a una nueva situación nos genera un cierto nivel de ansiedad, que si es normal nos ayuda a tomar todos los recaudos necesarios para llevar a cabo la tarea satisfactoriamente e incluso puede ser un factor de mayor motivación. Ahora, si el nivel de ansiedad es muy alto y aparece la sintomatología antes descripta, estamos frente a un caso de ansiedad patológica.

El miedo al cambio entonces puede ser enfrentado de distintas maneras. Si Nicolás no aceptara su nuevo trabajo su nivel de ansiedad bajaría instantáneamente pero se perdería la oportunidad de entrar a un trabajo que esta al nivel de su capacidad y que lo ayudaría a tener una calidad de vida mejor.

No enfrentar los cambios significa un retroceso en la vida que siempre nos presenta nuevos desafíos. ¿Cuántas personas se han quedado en relaciones poco nutritivas y placenteras por no separarse y enfrentar un proceso de readaptación a una nueva vida? Hay quienes se quedan durante años en el mismo trabajo porque no se animan a enfrentar un cambio que significa mucho esfuerzo y una gran cuota de voluntad. Esas situaciones no les permiten crecer y aventurarse en nuevos desafíos que los harán cambiar irremediablemente. Eso significa como dice la canción de Eladia Vázquez “Honrar la vida”.

Hay momentos en la vida en que es normal que aparezcan síntomas como los descriptos porque se atraviesan lo que denominamos crisis. Estas crisis como la de la infancia a la pubertad de esta a la adolescencia y de esta a la adultez, luego se deberá transitar la de la tercera edad. La vida es cambio y crecimiento, aceptarlos es vivir más sanamente. Cuanta más resiliencia tiene una persona (entendiéndose por resiliencia a la capacidad de sobreponerse a la adversidad) y más flexibilidad psicológica se posea, más posibles serán los procesos de cambio y adaptación a las nuevas situaciones.

No hay que quedarse en el problema ni en la dificultad. Se pueden superar los problemas que llegaran a presentar ante los cambios que debemos transitar indefectiblemente. Cuando hay síntomas que nos invaden y nos afectan la calidad de vida es aconsejable buscar ayuda profesional para que nos ayude en el proceso de cambio que no estamos pudiendo enfrentar.

– Acerca de Patricia Gubbay:
Directora de Hémera. Obtuvo su licenciatura en Psicología en la Universidad de Buenos Aires en 1975. Perfeccionó su formación psicoanalítica de grado y postgrado en grupos de estudio y análisis didáctico. Trabajó en el servicio de psicopatología del Hospital Fernández y siguió su formación en el Centro de Medicina Psicosomática, completando su formación psicoanalítica en la Escuela de Psicoanálisis de Niños. Realizó un Master en Neurolingüística, Gestalt e Hipnosis Ericksoniana y en Terapia Cognitiva. Continuó su formación en Terapia Familiar Sistémica. Desde el año 1994 comienza a especializarse en el diagnóstico y tratamiento de los Trastornos de Ansiedad y actualmente trabaja con las técnicas de tratamiento más avanzadas en el abordaje de estos trastornos. Es miembro de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y la Asociación Argentina de Terapia Cognitiva, escribiendo trabajos y participado activamente en congresos de actualización en esta área.

Actualmente dirige grupos de formación para terapeutas y coordina grupos centrados en la investigación de la incidencia de la ansiedad y el estrés en las distintas etapas vitales.

Lic. Patricia Gubbay de Hanono
Directora de Hémera
Centro de estudios del estrés y la ansiedad
www.hemera.com.ar / info@hemera.com.ar