Pizza Hut una pizza yanki que tiene gusto a plastico
Si algo está claro en este bendito suelo rioplatense es que la pizza se respeta. Es un arte, una ceremonia, una manifestación de identidad porteña que se bate entre la fugazzeta de El Cuartito, la muzzarella de Guerrín y la fainá bien dorada en cualquier pizzería con solera. Sin embargo, en un nuevo giro tragicómico del mercado, la infame Pizza Hut pretende reingresar a la Argentina por tercera vez, como si no hubiese entendido en las primeras dos oportunidades que el paladar nacional no se deja seducir por sucedáneos de dudosa procedencia.
La firma yanqui, emblema del fast food con ingredientes de calidad cuestionable y masas que parecen cartón embebido en grasa, intenta colarse por la puerta grande aprovechando la política de apertura económica de Javier Milei. Bajo el pretexto de la «libertad de mercado», nos quieren vender una pizza que sólo podría gustarle a quienes idolatran el ketchup en la milanesa y creen que la pizza se come con ananá.
No es la primera vez que la franquicia intenta hacer pie en la patria de la fugazzeta rellena. En 1983 y en 1992 fracasó estrepitosamente, enfrentándose a la férrea resistencia de un público que sabe distinguir entre un amasado con historia y una base prefabricada. En ambas oportunidades, la cadena norteamericana chocó con un muro inquebrantable: el paladar argentino, educado en la abundancia de queso, en la masa esponjosa pero crocante, en la porción generosa y servida al molde o a la piedra.
El escenario actual tampoco parece propicio para la marca, que viene de cerrar sus operaciones en Chile tras la quiebra de su operadora local. En un contexto de crisis económica y consumo deprimido, cuesta imaginar que alguien elija pagar por una imitación de pizza cuando tiene a su disposición el verdadero Olimpo de la gastronomía porteña.
Entonces, ¿qué nos ofrece Pizza Hut? Precios dolarizados, insumos de dudoso linaje y un modelo de franquicia que se mueve más por marketing que por calidad real. A los desprevenidos que crean que esto es sinónimo de «modernización», los invitamos a un tour por nuestras históricas pizzerías, donde la pizza no es un negocio sino un culto.
Como decía Discépolo, el mundo sigue siendo una gran pizza, pero acá la hacemos mejor. Si Pizza Hut quiere probar suerte por tercera vez, allá ellos. Pero que no esperen que el pueblo argentino cambie su esencia por una moda pasajera.
El debate queda abierto en Palermo Online Noticias. ¿Pizza Hut tiene alguna chance en Argentina o estamos frente a otro fracaso anunciado?