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Turismo Barrio de Palermo.

El barrio de Palermo expresa la superposición de épocas, cada
una con su estilo, suspersonajes e historias. Ubicado en la zona norte de
la ciudad, fue escenario de buena parte del comienzo de la Argentina
como país. En los que hoy se conocen como los bosques de Palermo,
aunque su nombre en las guías es Parque Tres de Febrero, tuvo su
residencia Juan Manuel de Rosas durante sus años de presidencia entre
1835 y 1852.



Y fue otro presidente, Domingo Sarmiento, quien a fines
del siglo XIX la convirtió en espacio verde al mismo tiempo que creaba
en los terrenos lindantes el zoológico y el jardín botánico.
A comienzos del XX, fue tierra de tango, futbol y turf, ya que el
hipódromo está a pocas cuadras. De esa época de discusiones calientes
quedaron varias historias de cuchilleros que limaron diferencias a
puro filo. Esto lo retrató el poeta Evaristo Carriego, que vivió en
la calle Honduras 3784, hoy arteria principal del barrio, y a
quien otro vecino ilustre, Jorge Luis Borges, le dedicara un ensayo
clave ensuobra.Borges vivió desde 1901 en la calle Serrano 2135,
entre Guatemala y Paraguay, en una típica casona que marcaría su
literatura. Hoy Serrano es la calle Borges y en la intersección con
Honduras está la Plaza Cortázar, corazón de un Palermo cool que arde
de jóvenes y turistas.

Palermo nunca fue parte de la aristocracia porteña. Aquí no se
edificaron esos petit hotels de arquitectura afrancesada sino las
llamadas «casas chorizo», tres ambientes, uno detrás del otro, con
galería y patio. Hoy esas nobles casas de pisos de pinotea y puertas
de cinco metros de alto, ya no vigilan el sueño de una familia de
trabajadores, sino que son el refugio creativo de un diseñador de
ropa, de un escultor o un bar.

En la década de los ochenta artistas y profesionales jóvenes se
instalaron en el barrio atraídos por sus casas, tranquilidad, arboleda
añosa, por la cercanía al centro y ¡por sus precios! Se podía ver
arquitectos, pintores, músicos, escritores y bailarines, como Julio
Bocca, desayunando al sol un domingo con su perro en la vereda. Este
público ávido de vanguardia pedía bares atípicos, descontracturados,
tiendas de ropa y de objetos hechos por gente de carne y hueso con
quien hablar. Así se fue construyendo el espíritu bohemio y relajado
que le valió la comparación con el Soho neoyorkino. Hoy se lo conoce
como Palermo Soho y sus límites bien claros con las calles Scalabrini
Ortiz, Godoy Cruz, Paraguay y la avenida Córdoba.

Pero el barrio tiene un mellizo igual de concurrido, Palermo Hollywood
que comienza cruzando las vías y la avenida Juan B Justo, por donde el
siglo pasado corría un arroyo que calmaba la sed de los caballos.
Allí, en los años noventa, se fueron instalando productoras de cine,
de música y agencias de publicidad. Y para alimentar a esta horda de
trabajadores de la imagen y el sonido que en vez de saco y corbata
llevan piercings y una «compu» en la mochila, abrieron decenas de
bares y restaurantes que, sumados a los de Palermo Soho, alcanzan la
delirante cifra de 800. Ya no van sólo los creativos publicitarios y
sus proveedores, sino turistas y porteños de otros barrios atraídos
por lo que se ha convertido en la Babel de todas las cocinas y
estilos: japoneses como Dashi, vietnamitas como Sudestada, peruanos
como Ceviche y Paru, italianos como Da Donato, de sandwiches gourmet,
orgánicos como Arevalito y Kimbombó, de autor como Hernán Gippone,
parrillas como La Cabrera, elegantísimos franceses como Cluny y de
fusión francesa-japonesa como To, con sofisticadas mesas de Noguchi,
un kaitén y una carta de vinos extensísima. Los jueves a la noche
ofrecen descuentos a mesas de mujeres solas; pasadas las nueve de la
noche, es imposible conseguir mesa sin reservación previa.

Un buen programa puede ser caminar entre las tiendas de diseño de
Palermo Soho y cenar en Hollywood, aunque una sola tarde puede ser
poco para recorrerlas todas. Una de las primeras tiendas en abrir fue
la Papelera Palermo, que empezó como un taller de elaboración de
papel artesanal y hoy es una tienda donde venden papeles hechos a mano
de todo tipo y color, tarjetas, cuadernos, cajas, carpetas, agendas y
cuanto pueda hacerse con papel. Mariana Cortés, de 37 años, abrió en
1998 Juana de Arco para dar rienda suelta a su estilo inspirado en
la naturaleza y diseñar ropa interior para mujeres, hombres y niños.
Su estilo alegre, casi aniñado, conquistó a los japoneses y la llevó a
abrir una tienda en Tokio.

Dorina Vidoni, 56 años, diseña ropa femenina con una diversidad de roles, culturas y tallas. Géneros lisos y diseños cómodos que recuerdan el estilo del campo argentino: faldas amplias, vestidos, bombachas que admiten varias formas de usarlas.

Nadine Zlotogora presenta un universo femenino como de otra época,
lleno de apliques de encaje y telas delicadas.
El cuero es un sello argentino que tiene en Palermo sus apasionados:
Lourdes Chico Ruiz «esculpe» y «talla» cada zapato en su
tienda-taller que en sí mismo es un paseo: una de las paredes está
cubierta de plantas y ella trabaja en el entrepiso. Sus zapatos son
pequeñas obras de arte. La arquitecta Ingrid Gutman abrió

Mi, una tienda de carteras, bolsos y accesorios de líneas netas y modernas.
Sus diseños se venden en el Moma de Nueva York. Torini cuenta con una
colección variada, de tamaños grandes y colores, ideal para las
mujeres que llevan muchas cosas. Julieta Sedler acaba de estrenar
local y ya se habla de sus diseños en las revistas de moda.

Los hombres también cuentan con tiendas de ropa para ellos: Bolivia,
El Cid, Hermanos Estebecorena, Félix, Key Biscayne y Etiqueta Negra
son algunas de las más requeridas con diseños netamente argentinos.
El toque indígena lo dan las alfombras, mantas y objetos traídos desde
el Norte para Elementos Argentinos, como si sus dueños Fernando
Bach y Pablo Mendivil quisieran tender un puente entre el pasado y el
presente. El barrio no podía estar completo sin librerías especiales,
como Miles, que no se sabe si alude al músico de jazz o a que
cuenta con miles de títulos, oLa Boutique del libro, donde
también se puede comer, Prometeo y Eterna Cadencia, el
favorito de las presentaciones de libros.

Las tiendas de misceláneas, objetos y accesorios superan la treintena:
joyas de autor, esculturas en madera encontrada en el río, lámparas,
alfombras de cuero de vaca, fundas para laptops estampadas y
almohadones con formas de gato se intercalan con puestos callejeros de
bisutería y tejidos. Los diseñadores que recién empiezan, comparten el
alquiler de enormes locales de jueves a domingo desde las 16 horas y
cada uno ofrece lo suyo a precios muy buenos. Imposible no entrar en
La mejor flor, en la esquina de Honduras y Armenia, atraídos por
una vidriera que parece una galería de arte. A pocos metros, sobre
Honduras, está Ernesto Catena Fotografía Contemporánea, galería
vanguardista. Paul French Gallery es un multiespacio dedicado a
la decoración, creado por Pablo Chiappori, donde no falta el rincón de
tés de autor Tealosophy.

Palermo no es un barrio, es un universo para perderse y encontrarse.
Es un sitio para ir con los ojos y el corazón abierto, ¡y las tarjetas
de crédito listas!

El Portal del Barrio de Palermo
http://www.palermonline.com.ar/index.html