Bosques de Palermo

¿Sabes regular tus emociones?

Emociones

La mayoría de las personas buscamos una vida satisfactoria para nosotros y nuestras personas significativas. Lo que entendemos por satisfactoria depende de nuestros valores y alcanzarla depende ya de más variables, algunas nos trascienden y condicionan y otras dependen de nosotros. Las primeras debemos reconocerlas, aceptarlas y aprender a vivir integrándolas. Las segundas -que sí dependen de nosotros- son nuestro desafío y requieren compromiso y perseverancia.

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Emociones

¿Qué sucede cuando dentro de ese desafío personal aparece aprender a regular emociones que se asocian a conductas destructivas?

Hoy sabemos que las emociones son un fenómeno que involucra todo el cuerpo, como experiencia subjetiva y marcando la tendencia a una acción específica. Una emoción irrumpe con calidad imperativa y nos obliga a ser conscientes de que está allí, aunque después pueda mostrarse modulada o modificada. Además una emoción va a aparecer en una situación para conseguir un objetivo, ya sea relevante o no tan central. Pero siempre va a estar asociada a necesidades.

Muchos de nosotros tuvimos la oportunidad que nuestro sistema nervioso y socio cultural fuera educado y pudimos aprender a conectarnos con las distintas emociones que se activan en las situaciones, a reconocerlas, nombrarlas y aprendimos a regular las respuestas para poder procurarnos una vida con vínculos satisfactorios.

 

¿Qué pasa cuando eso falla? ¿Qué sucede cuando la persona no se conecta correctamente con las emociones que aparecen asociadas a una situación significativa?

Se responde sin saber qué emoción primaria subyace a las expresiones emocionales visibles. Puede avanzar y aunque esté en un embrollo consigo mismo o con los otros no logra acceder, por ejemplo, al miedo paralizante que subyace a su enojo. Incluso se puede accionar guiado por más y más furia destructiva que lo mantiene alejado de su emoción primaria, contrapuesta en este caso que podría ser miedo, pero también tristeza.

Sin ayuda específica es poco probable que logre desarticular este proceso. Las emociones pueden asociarse bloqueándose mutuamente. Esto se ve más claramente en las situaciones conflictivas interpersonales o las enfermedades psicosomáticas.

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Emociones y Emociones

En situaciones estresantes y conflictivas la persona suele presentar no una ni dos, sino una familia de emociones asociadas a la situación y allí aparecen las distintas fuerzas contrapuestas, y los pensamientos y acciones asociadas pueden parecer incoherentes o contradictorios, ya que responden a diferentes emociones con distintos niveles de reconocimiento y capacidad regulatoria por parte de la persona que padece su conflicto. Para este tipo de personas el trabajo con sus emociones es crucial a la hora de considerar mejorar su calidad de encuentros ya sea consigo mismo como con los otros.
Lic. Mirta Dall´Occhio 

 

¿QUE SON LAS EMOCIONES?

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Emociones: Puede ser solo Fantasmas

Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Son conocidas por todos nosotros pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso la enfermedad.

 

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Situaciones emocionantes.

Estas son algunas de las situaciones y reacciones fácilmente identificables que se producen habitualmente en los seres humanos:

Temor a perder la vida o amenaza de un resultado negativo. Reaccionamos luchando, huyendo, manteniendo la situación de alerta o paralizándonos.
Confrontación de intereses son nuestros semejantes. Reaccionamos con ira o enojo.
Pérdida de un ser querido. Reaccionamos con tristeza y empatizamos con las personas que nos apoyan.
Celebración de un éxito o enamoramiento. Reaccionamos con exaltación.
Esfuerzo ante un desafío. Reaccionamos con satisfacción y alegría.
Ante personas que necesitan nuestra ayuda. Reaccionamos de manera rápida y altruista aún a riesgo de nuestra seguridad.

En todos los casos estas reacciones nos ayudan a afrontar mejor esas situaciones.

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Emociones: ¿Alegría?

Para explicar más profundamente los cambios que experimentamos, vamos a centrarnos en el miedo que por ejemplo sentimos ante una situación de peligro en la que puede estar en juego nuestra propia vida.

A nivel cognitivo, es decir, en lo que concierte a nuestra capacidad de comprensión, juicio, memorización y razonamiento, el miedo puede hacernos perder la capacidad de controlar nuestra conducta haciendo que reaccionemos de manera similar a otras especies menos evolucionadas como los reptiles. Es decir, reaccionaremos tratando de decidir si tenemos más posibilidades de sobrevivir luchando, huyendo o quedándonos paralizados. Esta manera de reaccionar, este “programa”, reside en la amígdala, en la parte más profunda de nuestro cerebro. En este órgano “emocional” no tenemos conciencia ni capacidad de decisión y además en él quedan registrados los sucesos que hemos vivido y las sensaciones que hemos percibido lo que hace que no nos olvidemos de lo que nos ha pasado y tratemos de evitarlo en un futuro.

En lo que se refiere al nivel fisiológico y dependiendo de la conducta que vayamos a desarrollar ante la situación, se activarán una serie de respuestas procedentes de diferentes sistemas: tensión muscular, presión arterial, ritmo respiratorio, temperatura periférica, sequedad en la boca etc. que nos prepararán de diferente manera según la respuesta.

A nivel subjetivo, es decir, dependiendo totalmente del individuo, experimentaremos una serie de sensaciones físicas, intensas, desagradables y descontroladas que junto con los cambios cognitivos y algunos pensamientos sobre el peligro y sus consecuencias harán que tengamos una experiencia de terror única e imborrable.

Ya hemos analizado cada una de las tres respuestas que se producen. La suma de todas ellas es lo que provocará nuestro comportamiento, ya sea lucha, huida o paralización, en las mejores condiciones para salvar la vida e intentar no volver a vernos en una situación similar de peligro.

Por otra parte, hay reacciones emocionales que se producen ante situaciones que no hemos vivido todavía, es decir, cuando las anticipamos o las imaginamos. Un claro ejemplo es lo que sentimos cuando vemos alguna escena en alguna película, leemos algún texto o recordamos o pensamos en algún suceso.

El tono hedónico, es decir, el placer que experimentamos o la sensación agradable o desagradable son “la sal de la vida”. Es algo esencial para la memoria, para la toma de decisiones, para nuestros juicios y razonamientos, para nuestra conducta, nuestras relaciones sociales y nuestro bienestar ya que:

Las experiencias emocionales son las más valoradas. Como curiosidad, existen más de 15.000 palabras en inglés para definir estados emocionales.
Los recuerdos que conservamos son mayoritariamente emocionales.
Necesitamos tensión emocional para decidir.
Decidimos muchas veces de manera emocional.
Las emociones nos preparan, nos motivan y nos guían.

Hay otra serie de términos y conceptos muy relacionados con este tema como por ejemplo, los sentimientos. Éstos son más duraderos que las emociones, que son temporales y están más vinculados a la reflexión. No suelen estar relacionados con sensaciones físicas intensas, son más suaves y no ponen en marcha comportamientos de manera inmediata. Para comprenderlo mejor, podemos hablar de la reacción emocional de miedo ante una serpiente que hemos visto en el campo mientras que hablaríamos de sentimiento de miedo hacia las serpientes, algo más general y no vinculado a una situación determinada.

Otro concepto es el estado de ánimo. Un sinónimo podría ser la “vivencia emocional” y como los sentimientos, suele ser más intenso y más prolongado que la emoción. Suele usarse mucho la expresión, al hablar de una persona que tras una pérdida importante se encuentra deprimido y tiene episodios frecuentes de tristeza. El estado de ánimo contrario sería el alegre.

El término afectividad englobaría todos los anteriores, incluidas las emociones, y es el término más genérico de todos.

Finalmente, hay que distinguir entre un estado emocional y una característica inherente a un individuo. No es lo mismo estar nervioso o ansioso por el examen que vamos a tener hoy que ser nervioso. El primer caso es una situación temporal que finaliza cuando lo hace el examen y sin embargo en el segundo, hablamos de un rasgo de la personalidad que acompaña al individuo en diferentes situaciones y a lo largo de su vida.



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