Cómo elegir un proveedor en la nube

Por Fernando Arzuaga, cofundador y CEO de Xubio (xubio.com)

Las pymes y los emprendedores tienen en el modelo de computación en la nube una cantidad de beneficios nunca antes vistos en la relación entre empresas y tecnologías: acceso inmediato a las últimas soluciones con precios razonables y fijos, capacidad de estar siempre actualizados sin mover un dedo, resguardo de la información sin tener que ocuparse de los backups, posibilidad de acceder a la información en cualquier momento y desde cualquier lugar…

Sin embargo, para que todo esto resulte tan maravilloso como suena, hay que prestar especial atención a la hora de elegir al proveedor. Por lo pronto, el primer paso es verificar que tenga soporte local o, al menos, en el idioma del país en el que uno vive. Como toda solución tecnológica, la herramienta puede presentar algún inconveniente o generar alguna duda respecto de su uso. Y no es lo mismo llamar a un teléfono local donde alguien despeja la consulta en un minuto que tener que comunicarse con un teléfono fijo en Rusia luego de haber aprendido el idioma.

Luego es recomendable verificar la experiencia en el mercado de este proveedor. ¿Está asentado o recién hace sus primeras armas? ¿Es reconocida en el mercado? ¿Tiene conocimientos en la materia? ¿Hay otros usuarios de sus productos que tengan comentarios positivos sobre esas soluciones?

Otra recomendación, aunque suene engorrosa, es hacer una mínima lectura de los “términos y condiciones”. Chequear al menos en qué moneda se facturan los servicios, cuáles son las condiciones de cancelación, qué cuidado se le dará a la información sensible o qué ocurre ante una demora en el pago. Los consumidores particulares de servicios en la nube suelen hacer clic sin mirar debajo del botón “Acepto”, es cierto, pero tratándose de una herramienta corporativa, tal vez no sea una precaución que esté de más.

Por último, hay que evaluar qué beneficios adicionales nos propone. Por ejemplo, si el proveedor ofrece el modelo freemium, por el cual se obtiene un servicio gratuito por un determinado volumen de operaciones (en el caso de nuestro software de gestión, que ha sido pionero en su rubro en el país a la hora de proponer este modelo, por ejemplo, no se abona por menos de 100 facturas electrónicas mensuales) y que, superada esa cifra de transacciones, luego pasa a un esquema pago.

Un puñado de cuestiones a considerar que representan una inversión pequeña de tiempo antes de la contratación y un ahorro enorme en dolores de cabeza después de efectuarla.