news

La sandalia.

La sandalia

Al ser humano le fue necesario calzarse desde muy pronto. De acuerdo a la temperatura y a los riesgos de su entorno, el hombre prehistórico ideó un método para preservar sus pies de frío, calor, piedras, espinas, mordeduras de animales etc.

Así es como nace la primera versión de la sandalia de paja trenzada en civilizaciones de clima cálido y se crean las abrigadas botas de piel animal en continentes de bajas temperaturas. En épocas históricas el calzado llegara a ser rápidamente un accesorio de lujo para la clase social dirigente, mientras que el pueblo llano va a pie desnudo o mal calzado.

En Mesopotamia, eran comunes los zapatos de cuero crudo, sujetos por tiras del mismo material. Los coturnos, caracterizados por una suela de mayor espesor que les daba altura, eran símbolos de alta posición social.

En Egipto los sacerdotes debían usar exclusivamente sandalias hechas con fibras de papiro. Los faraones usaban suntuosas sandalias con la punta elevada hacia el empeine, en la suela llevaban la representación artística de los enemigos vencidos, cuyo contenido simbólico, apoyado en la magia, era aplastarlos una vez más, a cada paso.
Unos 1.100 años a.C. los asirios usaron unas botas de cuero hasta media pantorrilla, sujetas con cordones y con suela provista de un refuerzo metálico. Se sabe que asirios e hititas, unos y otros expertos zapateros, disponían de botas militares con los pies izquierdo y derecho diferenciados. La bota de la infantería asiria tardó mucho en ser adoptada por los soldados griegos y romanos. De pelear descalzos, éstos progresaron hasta adoptar las sandalias con suelas claveteadas, y tanto griegos como romanos sólo se equipaban con botas gruesas para largas travesías a pie. En tiempo frío, estas botas solían estar forradas con pelo y adornadas en su parte superior con la cola o zarpa colgante de algún animal.

En la Grecia antigua el general Alcibíades ejercía el arte de la fabricación de zapatos lo mismo que Iphicrates nacido en el 415 a.C hijo de un zapatero, se inclina por el arte de la guerra, a los 20 años crea un modelo de calzado para sus soldados los Iphicratides. Eran muy celosos de de su libertad e independencia, el zapatero-curtidor Simón de Atenas rehúsa seguir a Pericles a la cabeza de la república griega en estos términos “Yo no vendería mi libertad por todos los tesoros de Grecia”.

Las pieles se curtían con alumbre y eran muy costosas, con grasa de cerdo o con aceite les daban flexibilidad. Usaban extractos derivados de vegetales, coníferas, raíces y frutas de acacia y corteza de roble, para mediante el tanino, poder teñirlas. Muy a menudo los zapateros mismos curtían el cuero, pero también existía el oficio del curtidor, debido a los olores desagradables que emanaban de las instalaciones, no gozaba de prestigio.
En Grecia el calzado más común entre los hombres era unas abarcas de piel de buey ajustado al tobillo mediante cuerdas entrelazadas, en los estratos sociales más elevados se usaban sandalias más o menos lujosas y luego, el borceguí y la bota.

Las mujeres usaban una especie de zapatilla que cubría solo los dedos y la parte anterior del pie, las sandalias griegas correspondían a la solea romana, que usaban los hombres y mujeres en sus hogares como los calceus, que cubrían todo el pie.

Los griegos usaron la sandalia de cuero y la bota masculina hasta la pantorrilla con aplicaciones de metal, usando modelos diferentes para el pie izquierdo y derecho. A partir del año 600 a.C., las mujeres griegas de la clase alta adoptaron un calzado de cuero similar, ajustado al pie, y los colores de moda eran el blanco y el rojo. En los tiempos más antiguos, aún los militares, iban descalzos y sólo en períodos posteriores comenzaron a emplear zapatos, aunque permanecieron descalzos dentro de las casas.

En Roma el emperador Calígula calzo muy bien a su armada. Los zapateros romanos fabricaban soberbias chinelas y sandalias en cuero bordado. Después de un periodo de grandeza en la época Galo-Romana y hasta Carlomagno, las invasiones bárbaras y las luchas internas en el reino debilitan la economía del imperio. Los artesanos se aprovisionan del cuero necesario para la fabricación de calzado y los arreos de las caballerías, el cuero para estos últimos se trae desde Hungría, y el utilizado para zapatería y otros menesteres de Córdoba en España, el famoso “cordobán”.