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El poder del damasco para el cabello

Damasco

El poder del damasco para el cabello

El aceite de damasco es un aceite vegetal que se obtiene por presión de la semilla del damasquero. Es un aceite ligero y de fácil absorción.

El damasco en sí ya es un súper alimento, es muy terapéutico en el tratamiento del asma, bronquitis, tuberculosis, anemia, etc., porque es una buena fuente de minerales, y es excepcionalmente beneficioso para la salud. Además sus semillas son molidas en polvo y por lo general se las incluyen en los jabones, jugos de frutas, cereales, verduras y diversas salsas, o inclusive pueden comerse crudas.

Damasco
Damasco

El aceite obtenido de sus semillas pueden proporcionar algo extra: tiene caroteno, que es un nutriente importante en la prevención varios tipos de cáncer; además, contiene vitamina A, vitamina E, vitamina B1, vitamina B2, vitamina B3, vitamina B5 y la vitamina C, hierro, cobre, potasio, sodio y magnesio. En cosmética, se lo usa por ser un humectante que ayuda a tratar la piel y el cabello secos, dejándolos brillosos y suaves.

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Entre sus propiedades podemos contar que gracias al contenido de ácido gamma-linolénico es perfecto para tonificar y para mantener la firmeza. Además por ser rico en vitaminas A y E, retrasa el proceso de envejecimiento, manteniendo el cabello joven y suave. Es además eficaz para reducir o eliminar los eczemas y promueve el crecimiento del cabello por sus nutrientes, especialmente la vitamina E, que mejora su brillo y reduce los problemas en el cabello seco. Combinando con otros aceites como el de ortiga, detiene la caída del cabello, brindando mucha circulación y salud al cuero cabelludo.

El árbol

El albaricoque, también llamado damasco o albérchigo, es el fruto del albaricoquero.

El β-caroteno es el elemento que le otorga su color anaranjado característico.
 Esta drupa es originaria de las zonas templadas de Asia —en áreas como Corea del Norte o Manchuria—, y los romanos la introdujeron en Europa a través de Armenia.

El albaricoquero es un árbol pequeño, de 8 a 12 m de altura, con un tronco de hasta 40 cm de diámetro y una copa densa y extendida. Las hojas son ovadas, de 5 a 9 cm de largo y de 4 a 8 cm de ancho, con una base redondeada, una punta puntiaguda y un margen finamente dentado. Las flores miden de 2 a 4,5 cm de diámetro, con cinco pétalos de color blanco a rosado; se producen de forma individual o en parejas a principios de la primavera antes de las hojas. El fruto es una drupa (fruta de hueso) similar a un melocotón pequeño, de 1,5 a 2,5 cm de diámetro —aunque más grande en algunas plantaciones modernas—, con un color desde amarillo hasta naranja, a menudo teñido de rojo en el lado más expuesto al sol; su superficie puede ser lisa (botánicamente descrita como glabra) o aterciopelada con vellosidades cortas. La pulpa suele ser empleada como alimento, pero en algunas especies como P. sibirica es seca. Su sabor puede variar de dulce a ácido. La semilla única está encerrada en una cáscara dura, con una textura granulosa y suave, excepto por tres crestas que corren por un lado.

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