Héctor Oesterheld

Héctor Germán Oesterheld (Buenos Aires, 23 de julio de 1919 – desaparecido en 19771 y presumiblemente muerto en 19782 ) fue un guionista de historietas y escritor de relatos breves de ciencia-ficción y novelas, hijo de Fernando Oesterheld, de ascendencia alemana y de Elvira Ana Puyol, de ascendencia española (País Vasco).
Es uno de los artistas de trayectoria más extensa de la historieta argentina.

Mientras estudiaba Geología, trabajó como corrector y el 3 de enero de 1943 publicó su primera obra, «Truila y Miltar», en el suplemento literario del periódico La Prensa. Tras terminar su licenciatura, se casó con Elsa Sánchez. Decidió abandonar la Geología y dedicarse a escribir.

Comenzó a trabajar para las editoriales Codex y Abril aportando relatos infantiles y de divulgación científica. Produjo sus primeros guiones de historieta para la revista Cinemisterio, de la editorial Abril, en 1951: Alan y Crazy, Lord Commando y Ray Kitt; este último marcó el inicio de su colaboración con Hugo Pratt.

El primero de sus personajes importantes fue el piloto de pruebas Bull Rocket, que apareció por primera vez en el número 176 de la revista Misterix de 1952, dibujado por el italiano Paul Campani.

A éste siguió el Sargento Kirk en 1953, con Pratt. Aunque partiendo del western clásico, lo encaró de una forma innovadora, eludiendo los habituales clichés del género. Originalmente Oesterheld había pensado en Kirk como en una suerte de Martín Fierro en la Pampa argentina, pero la editorial le solicitó que situara la acción en los Estados Unidos.3
En el número 297 de Rayo Rojo apareció el boxeador El Indio Suárez, dibujado por Carlos Freixas.

Sus personajes comenzaron a ser populares. En esta época colaboró también con las editoriales Códex y Columba.

Oesterheld hora cero

Desaparición

Oesterheld pasó a la clandestinidad, desde donde finalizó el guion, y el 27 de abril de 1977 fue secuestrado por las fuerzas armadas en La Plata, habiendo ya desaparecido sus cuatro hijas; Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18).11 Se convirtió en uno de miles de desaparecidos durante la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.2 También desaparecieron sus yernos y nietos. Suele asegurarse que su desaparición se debió al malestar que producía a los militares su biografía del Che Guevara, al alto compromiso político de la última parte de El Eternauta, a su militancia en Montoneros o a una combinación de todos estos motivos, pero las causas reales se desconocen, ya que la dictadura militar no celebraba juicios ni guardaba registros de tales operaciones. De su paso por centros clandestinos de detención como el llamado «Sheraton» entre noviembre de 1977 y enero de 1978 quedan testimonios como los de algunos compañeros:

«Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. […] Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del ’77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso».
Eduardo Arias.

También estuvo detenido en el centro clandestino El Vesubio. No se conocen a ciencia cierta las circunstancias ni la fecha precisa de la muerte de Oesterheld, aunque se supone que tuvo lugar en 1978.

La Fiscalía de Núremberg, Alemania, investigó también el secuestro y desaparición forzada en Argentina de Héctor Oesterheld. Su caso fue presentado por la Coalición contra la Impunidad en Argentina, que en 2004 recibió el Premio de Solidaridad de Bremen, otorgado por el Senado de esa ciudad hanseática. El premio fue recibido por el pastor Kuno Hauck y por Elsa Sánchez, la esposa de Héctor, en representación de la Comisión de Familiares de los Desaparecidos y asesinados alemanes o descendientes de alemanes en Argentina.

El legado

Tras la muerte de Oesterheld se realizaron numerosos homenajes a su memoria.
Uno de los primeros fue en 1983, luego del final del gobierno militar. Félix Saborido realizó para la revista Feriado Nacional una ilustración que reunía a la mayor parte de los personajes del autor, manifestándose con una enorme pancarta con la pregunta «¿Dónde está Oesterheld?».
En 1991 se realizó en la estación Uruguay de la línea B del Subte de Buenos Aires un mural que reproduce una escena de la versión del Eternauta de Oesterheld y Breccia, junto a otras con la imagen clásica del personaje según Solano López. Colaboraron en la realización la Casa del Ceramista, Cerámica SCOP Hornos Cite-Siem.

El 27 de septiembre de 1997 se le puso su nombre a una plaza situada en Puerto Madero, entre las calles Azucena Villaflor, Macacha Güemes, Intendente Giralt y Avenida de los Italianos. La medida, propuesta por la concejala María Naddeo, fue aprobada por el Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires el 28 de agosto anterior, en forma unánime.15
En el año 1999 se estrenó una película sobre él: H. G. O..
En 2002 se desarrolló la muestra Héroes Colectivos en el Palais de Glace, que rindió tributo a la vida, obra y ética del artista.

El 4 de septiembre se festeja el Día de la Historieta argentina, ya que en esta fecha de 1957 fue la aparición del número 1 de Hora Cero Semanal, la revista de Héctor Germán Oesterheld en cuyas páginas debutaron grandes personajes como El Eternauta.
Entre el 12 de julio y el 3 de agosto de 2007 se llevó a cabo la Muestra 50/30, 50 años de El Eternauta… 30 años sin Oesterheld en el Museo y Archivo históricos Dr. Arturo Jauretche del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Allí se expusieron materiales de colección, originales y a modo de homenaje reconocidos historietistas crearon tapas imaginarias de la revista Hora Cero Semanal. La muestra se realizó nuevamente en diferentes oportunidades:

Día de la historieta
Facultad de Filosofía y Letras
Ciudad de Buenos Aires – Argentina
8 de septiembre de 2007
Leyendas 2007
Rosario – Santa Fe
19, 20 y 21 de octubre de 2007
20° Aniversario del Centro Cultural El Eternauta
Centro Cultural «El Eternauta»
Ciudad de Buenos Aires – Argentina
20 de octubre de 2007
Homenaje a H.G.O. en la Agrupación Oesterheld
Hotel Bauen
Ciudad de Buenos Aires – Argentina
17 de diciembre de 2007
En la muestra realizada en el Museo del Banco Provincia fueron expuestos los originales de 4 de las 8 historietas completas, que el Museo del Dibujo y la Ilustración atesora en su colección. Otros de estos originales, los de una historieta de Ernie Pike con dibujos de Estévez, se expusieron entre enero y agosto de 2008 en el Centro Nacional de la Imagen, Angouleme, Francia; en el marco de la muestra de homenaje a la Historieta Argentina que se realizó con curaduría de José Muñoz y Giustiniano Zuccato.

Mariana Menzulio
«El héroe verdadero de El Eternauta es el héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo», decía Héctor Oesterheld, quien hace 35 años era secuestrado por la dictadura militar.

Héctor Oesterheld, como sus cuatro hijas Marina, Estela, Beatriz y Diana, militó en Montoneros y fue uno de los intelectuales enfrentados al gobierno militar.

Escondido durante meses para huir de los militares, el 27 de abril de 1977 fue secuestrado en La Plata.

Después fue trasladado a distintos centros de detención, entre ellos «El Vesubio», donde la Nochebuena de 1977 fue visto con vida por última vez, escribiendo.

Se dice que fue fusilado en algún lugar de la localidad de Mercedes.

Bajo la dictadura, Elsa Sánchez Beis de Oesterheld, perdió a toda su familia: Héctor, Estela, Marina, Diana y Beatriz, sus dos yernos (esposos de Diana y Estela) y sus dos nietos (los bebés que esperaban Diana y Marina y que sigue buscando desde su militancia en Abuelas de Plaza de Mayo.

Todos desaparecieron sin dejar ningún rastro. De los nueve, sólo pudo recuperar y enterrar el cadáver de Beatriz.

Elsa, en una entrevista a la revista Para Ti, dijo: “éramos una familia fantástica y nos destruyeron de la manera más cruel. Yo no puedo concebir la maldad organizada que vivió este país. Todo ha sido de tal perversión que ninguna persona civilizada puede comprender y que creo que nadie puede querer que se vuelva a repetir. Nueve personas me faltan: mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos y dos nietos… En fin, lo que ya se sabe”.

Oesterheld dejó su legado: con dibujos de Francisco Solano López y Alberto Breccia, «El Eternauta», que comenzó a publicarse en 1957, es la obra cumbre del cómic latinoamericano que continúa reeditándose y sigue siendo una alegoría de la lucha por la libertad.

Pero no sólo creó El Eternauta, el Sargento Kirk, Sherlock Time, Mort Cinder, Bull Rockett, Joe Zonda, Ticonderoga y Watami fueron algunos de sus personajes.

El poeta, historiador y ensayista Horacio Salas dijo en una entrevista que “la metáfora de lo que le pasó a Oesterheld es esa nevada mortal que cae sobre los escenarios de El Eternauta. Los argentinos, un tiempo antes del 24 de marzo de 1976, sentimos que estaba empezando a nevar mortalmente”.

“Cuando me enteré de que lo habían secuestrado pensé en El Eternauta y su destino: el horror inexplicable en medio de la vida cotidiana”, recordó Salas.

Durante el juicio a los represores de El Vesubio, en 2010, Ana María Di Salvo, una ex detenida de ese centro durante la dictadura, recordó que Oesterheld fue obligado por el coronel Pedro Durán Sáenz a escribir y dibujar una tira sobre la vida del general José de San Martín.

«Oesterheld estaba muy golpeado, sobre todo en la cabeza”, recordó Di Salvo, que precisó que al historietista se lo veía trabajar en el comedor de la jefatura, donde permanecía habitualmente Durán Sáenz, entonces mayor y jefe de inteligencia del Vesubio.

El año pasado, finalmente, El Eternauta quedó huérfano con la muerte de Francisco Solano López, quien le puso rostro al «héroe colectivo», que revive cada vez que un lector vuelve a leer la invasión extraterrestre a Buenos Aires.