Montaner: «Es posible terminar con la epidemia de VIH»

Natalia Concina
El científico argentino radicado en Canadá, Julio Montaner, creador de las terapias con drogas combinadas que convirtieron al sida de una enfermedad mortal en un mal crónico, aseguró que «existe la posibilidad real de terminar con la epidemia del VIH», pero advirtió que para esto «hace falta una transformación social».
«La posibilidad real de terminar la epidemia existe, y esto es sin la vacuna y sin la cura. Para ello habría que extender el tratamiento a todos los infectados porque hemos demostrado que una persona bien tratada no transmite el virus», sostuvo Montaner en diálogo con Télam.
El experto se encuentra en la Argentina, donde participa del 11º Simposio Internacional de Sida organizado por la Fundación Huésped.
El «tratamiento como prevención» o el «tratamiento 2.0» como se lo denomina, es la estrategia de abordaje que se convirtió en el tema central de la Conferencia de Sida que se realizó en julio pasado en Washington, donde científicos, políticos y activistas terminaron por convencerse de la propuesta de Montaner.
«El 2011 un estudio ´randomizado´ realizado en Estados Unidos demostró que el tratamiento disminuye la transmisión por arriba del 96 por ciento», detalló.
Para el experto, «esto fue clave en lo científico, pero en lo político recién en Washington se terminó de establecer que la estrategia del tratamiento como prevención debe ser el eje del trabajo. Ahora resta hacerlo, lo cual no es tan fácil».
Aunque los primeros datos acerca de que las personas en tratamiento disminuían la transmisión los obtuvieron en 1999, Montaner y su equipo recién vieron legitimado su aporte por toda comunidad científica una década después.
Hacia 2002, el médico a cargo del Centre for Excellence in HIV/AIDS de la provincia canadiense de British Columbia, fue convocado por la viceministra de salud de ese país para informarle que su presupuesto había crecido demasiado y que tendrían que «acotar el número de pacientes en tratamiento».
«Yo le respondí que lo único que iba a conseguir era aumentar la morbi-mortalidad por VIH y que, además, nosotros podíamos demostrar que cuanto más personas tratamos, menos infecciones nuevas se producen. Entonces, la viceministra me dijo que tenía que llevarle las evidencias para discutirlo», recordó Montaner.
Mientras juntaba esas pruebas, Montaner recuerda que un día se despertó a las tres de la mañana y se dio cuenta «de que era mucho más grande de lo que pensábamos al principio porque haciendo modelos demográficos empezamos a ver que si podíamos tratar a la mayoría de la gente podríamos controlar la epidemia».
En 2006 el equipo de Montaner había juntado estudios de varias fuentes lo que le permitía expresar públicamente que «el tratamiento era un arma fundamental para la prevención».
«Pero en ese momento ni la Naciones Unidas, ni la Organización Mundial de la Salud, ni mis colegas, ni los pacientes querían escuchar esto», recordó.
Unos años después, cuando obtuvo la Presidencia de la Sociedad Internacional de Sida y pudo comenzar a explicar esta idea, a desarrollarla, empezó a tener el apoyo de algunos científicos, «como, por ejemplo, Pedro Cahn (Presidente de Huéped)», contó.
Entre los objeciones que el científico recibió para «normalizar el testeo», es decir extenderlo a toda la población, la común era el abultado presupuesto que este plan demandaría.
«Luego de lograr legitimidad, conseguí que entendieran que a mediano plazo se iba a ahorrar dinero porque si una persona da positivo, su conducta cambia pero, además, si está en tratamiento deja de transmitir, por lo que disminuyen los nuevos casos y esto implica un ahorro en el tratamiento futuro», aseguró.
Y continuó: «O sea que el retorno de esta inversión se magnifica exponencialmente y esto es lo que ha hecho que, finalmente, se acepte que es bueno para la salud del paciente, para la sociedad, para la economía y para el rédito político de quien lo implementa».
«Lo importante es que la gente se dé cuenta de que esto abre una puerta única para lidiar con problemas sociales muy importantes como la drogadicción, la hepatitis B y la C, las enfermedades mentales, y sobre todo para discutir la discriminación, la marginación y la criminalización de actividades relacionadas con la transmisión», sostuvo.
«Y esto es lo que me resulta más interesante: que la promesa del tratamiento antirretroviral como prevención obliga a la sociedad, a los médicos, a los activistas y a los políticos a juntarse y discutir este tema», reivindicó.
Para el experto, no se puede hacer testeo masivo en un país donde persiste la estigmatización y discriminación. «Y esto sigue pasando en todo el mundo y es lo que hay que cambiar. Es la gran transformación que se necesita», concluyó.