Río de Janeiro: Carioca hasta la médula.

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Con una identidad tan afincada como el propio ADN de Río de Janeiro, el Maracaná es una experiencia imperdible para cualquier visitante de la ciudad.

Río de Janeiro no siempre fue playa. Hubo un tiempo en que le daba la espalda al océano. Por entonces crecía tierra adentro. En esos tiempos la Quinta da Boa Vista era el Palacio Imperial de São Cristóvão, residencia de la familia imperial brasileña entre los años 1822 y 1889. Hoy es un extenso parque urbano que alberga en su interior al Museo Nacional y al Jardín Zoológico. Los antecedentes se remontan al siglo XVI cuando toda el área formaba parte de una granja propiedad de los monjes jesuitas. Cuando su expulsión de América, a mediados del siglo XVII, el territorio fue dividido. El nuevo dueño de la parcela que ocupa hoy la quinta, construyó su casa en una colina perfecta para tener mirada a la bahía de Guanabara.
Con el tiempo, esa residencia, luego de sucesivas adaptaciones, se convirtió entonces en la sede del gobierno del Reino Unido de Brasil, Portugal y el Algarve, consagrando, de ese modo, a Río de Janeiro como la capital de un reino europeo. Con la independencia del país, este espacio se renombró como Palacio Imperial de São Cristóvão, sitio que acoge hoy al Museo Nacional.
El sitio es un gran espacio verde disponible para el esparcimiento y es el gran lugar de paseo antes o después de darse una recorrida cruzando la calle.

O mais grande do mondo

Allí se yergue uno de los estadios de fútbol más famosos del mundo. Aunque se lo conoce por su apodo, el nombre real del Maracaná es Jornalista Mario Filho. Mario fue un periodista impulsor principal de la construcción de un gran estadio que se estrenó en el Mundial de 1950. Para su inauguración se le dió el nombre de Estádio Municipal do Maracanã, pero 14 años más tarde recibió su epítome definitivo.
Su apodo lo toma del barrio que lo cobija, precisamente la avenida que hay que cruzar desde el Zoológico y la Quinta da Boa Vista para acceder a él.
La obra dio inicio en en 1948 y fue inaugurado el 16 de junio de 1950, el día anterior al inicio del mundial de ese año. Cuenta con la magia arquitectónica de permitir que se vea impecablemente de todos sus rincones. Ha llegado a albergar en la final del mundial que lo vio nacer a 200.000 espectadores. Aquél partido en el que Uruguay venció a Brasil con una capacidad para 183.354 espectadores, según algunos, y para 155.000, según otros datos, aunque llegó a superar los 200.000 asistentes en la histórica final del Mundial de 1950, en la que Uruguay venció a Brasil por 2 a 1 con goles de Schiaffino y Ghiggia para los charrúas y Flávio Costa para los locales. Ese hito se conoce como el Maracanazo.
Hoy el estadio llega a albergar a 90.000 personas merced a las sucesivas modificaciones en su estructura.
La visita a Río de Janeiro queda inconclusa sin un recorrido por el estadio. Existen diversas alternativas: desde un recorrido a un partido de campeonato oficial. Desde la instauración del Brasileirao, el torneo de la liga nacional, casi todos los encuentros en su césped resultan un clásico. Aroma carioca si los hay…