Ruben Dario

Rubén Darío en «El Jardín de los poetas» del Rosedal del Parque Tres de Febrero.

Rubén Darío en el Rosedal

El Parque del Rosedal o simplemente «El Rosedal» es un tradicional parque, parte del Parque Tres de Febrero, diseñado por el arquitecto paisajista francés Carlos Thays, quien dirigió su parquización desde 1890., ubicado en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires en Argentina. En sus 3,4 hectáreas posee 18.000 rosales. Numerosas obras de arte, entre ellas 26 bustos de poetas y escritores, se encuentran emplazadas en él entre las más llamativas construcciones se hallan un puente griego y un patio andaluz.

Fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires por la legislatura porteña el 14 de abril de 2011, lo que implica que cualquier restauración o trabajo nuevo que se le haga debe respetar el diseño original.

El Jardín de los Poetas está en el Rosedal. Son  bustos de escritores y uno de un músico. Fueron emplazados a lo largo del siglo XX, desde 1921 hasta nuestra fecha. Dante Alighieri, Olegario Víctor Andrade, Julián Aguirre (músico), Paul Goussac, Amado Nervo, William Shakespeare, Fernán Félix de Amador, Alfonso Reyes, Enrique Larreta, Alfonsina Storni, Rosalía de Castro, Ramón Pérez de Ayala, Federico García Lorca, Giacomo Leopardi, Antonio Machado, Miguel Hernández, Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Benito Pérez Galdós, Scholem Aleijem, Alejandro Casona y José Martí.

Los bustos se encuentran expuestos en un amplio círculo, alrededor de la fuente principal, cerca de la entrada que está donde se cruzan las avenidas Iraola y Presidente Montt, y al toque del Patio Andaluz. Lo que no se entiende son los emplazamientos excéntricos de Dante, Larreta y Andrade.

El Jardín de los poetas

 El Jardín de los poetas, que exhibe bustos que recuerdan a importantes escritores de distintos países; el Patio Andaluz, construido en 1929 y obsequiado por la ciudad de Sevilla a la ciudad de Buenos Aires; la Glorieta, cubierta de rosales trepadores y enredaderas que culmina en la obra escultórica de Emile Peynot Ofrenda Floral a Sarmiento; y el Puente, magnífica construcción de madera que atraviesa el lago, realizado sobre diseño del reconocido arquitecto Benito Carrasco en 1914. La Rosaleda, propiamente dicha, con sus numerosos canteros de diferentes clases de rosas, es el corazón del parque, donde todos las primaveras florecen más de los 12.000 ejemplares de rosas que alberga en una explosión de color y aromas.

Rubén Darío en el Rosedal Parque Tres de Febrero del Barrio de Palermo

Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Metapa, 18 de enero de 1867-León, 6 de febrero de 1916), fue un poeta, periodista y diplomático nicaragüense, máximo representante del modernismo literario en lengua española. Es, quizá, el poeta que ha tenido mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispano. Es llamado «príncipe de las letras castellanas».

Rubén Darío en el Rosedal Parque Tres de Febrero del Barrio de Palermo

Rubén Darío. (Metapa, República de Nicaragua, 18 de enero de 1867 – León, República de Nicaragua, 6 de febrero de 1916). Poeta, periodista y diplomático, está considerado como el máximo representante del modernismo literario en lengua española.

Su nombre completo es Félix Rubén García Sarmiento. Su familia paterna era conocida como los Daríos, y por ello adopta apellidarse Darío.

Cursa estudios elementales en León (Nicaragua). De formación humanística, es un lector y escritor precoz. En sus poemas juveniles, publicados en un periódico local, se muestra muy independiente y progresista, defendiendo la libertad, la justicia y la democracia. Con 14 años empieza su actividad periodística en varios periódicos nicaragüenses.

A los 15 años viaja a El Salvador y es acogido bajo la protección del presidente de la república Rafael Zaldívar a instancias del poeta guatemalteco Joaquín Méndez Bonet, secretario del presidente. En esta época conoce al poeta salvadoreño Francisco Gavidia, gran conocedor de la poesía francesa, bajo cuyos auspicios intentó por primera vez adaptar el verso alejandrino francés a la métrica castellana, rasgo distintivo tanto de la obra de Rubén Darío como de toda la poesía modernista.

De vuelta en Nicaragua, en 1883, se afinca en Managua donde colabora con diferentes periódicos, y en 1886, con 19 años, decide trasladarse a Chile, en donde pasa tres años trabajando como periodista y colaborando en diarios y revistas como «La Época» y «La Libertad Electoral» (de Santiago) y «El Heraldo» (de Valparaíso). Aquí conoce a Pedro Balmaceda Toro, escritor e hijo del presidente del gobierno de Chile, quien le introduce en los principales círculos literarios, políticos y sociales del país, y le ayuda a publicar su primer libro de poemas «Abrojos» (1887) animándome a presentarse a varios certámenes literarios. En Chile amplía sus conocimientos literarios con lecturas que influyen mucho en su trayectoria poética como los románticos españoles y los poetas franceses del siglo XIX.

En 1888 publica en Valparaíso el poemario «Azul», considerada como el punto de partida del Modernismo. Esta fama le permite obtener el puesto de corresponsal del diario «La Nación» de Buenos Aires.

Entre 1889 y 1893 vive en varios países de Centroamérica ejerciendo como periodista mientras sigue escribiendo poemas. En 1892 marcha a Europa, y en Madrid, como miembro de la delegación diplomática de Nicaragua en los actos conmemorativos del Descubrimiento de América, conoce a numerosas personalidades de las letras y la política españolas y en París entra en contacto con los ambientes bohemios de la ciudad.

Entre 1893 y 1896 reside en Buenos Aires, y allí publica dos libros cruciales en su obra: «Los raros» y «Prosas profanas y otros poemas», que supuso la consagración definitiva del Modernismo literario en español.

El periódico argentino «La Nación» le envía como corresponsal a España en 1896, y sus crónicas terminarían recopilándose en un libro, que apareció en 1901, titulado «España Contemporánea. Crónicas y retratos literarios».

En España, el autor despierta la admiración de un grupo de jóvenes poetas defensores del Modernismo como Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán y Jacinto Benavente. En 1902, en París, conoce a un joven poeta español, Antonio Machado, declarado admirador de su obra.

En 1903 es nombrado cónsul de Nicaragua en París. En 1905 se desplaza a España como miembro de una comisión nombrada por el gobierno nicaragüense, con el fin de resolver una disputa territorial con Honduras, y ese año publica el tercero de los libros capitales de su obra poética: «Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas», editado por Juan Ramón Jiménez.

En 1906 participa, como secretario de la delegación nicaragüense, en la Tercera Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Río de Janeiro. Poco después es nombrado ministro residente en Madrid del gobierno nicaragüense de José Santos Zelaya hasta febrero de 1909. Entre 1910 y 1913 pasa por varios países de América Latina y en estos años redacta su autobiografía, que aparece publicada en la revista «Caras y caretas» con el título «La vida de Rubén Darío escrita por él mismo», y la obra «Historia de mis libros», esencial para el conocimiento de su evolución literaria.

En 1914 se instala en Barcelona, donde publica su última obra poética de importancia, «Canto a la Argentina y otros poemas». Al estallar la Primera Guerra Mundial viaja a América y, tras una breve estancia en Guatemala, regresa definitivamente a León (Nicaragua), donde fallece.

NOTA
Su niñez transcurrió en León, criado por sus tíos abuelos Félix y
Bernarda, a quienes consideró sus verdaderos padres. Lector precoz[],
pronto empezó también a escribir sus primeros versos, entre ellos la
elegía Una lágrima, que apareció en el diario El Termómetro, de la ciudad
de Rivas, cuando contaba 13 años de edad. Poco después colaboró también en
El Ensayo, revista literaria de León, y alcanzó fama como «poeta niño».

Radicado en Managua, algunos políticos liberales impulsaron su educación
en Europa, pero el tono anticlerical de sus versos no convenció al
presidente del Congreso, Pedro Joaquín Chamorro y Alfaro, y se resolvió
que estudiaría en la ciudad nicaragüense de Granada. Rubén, sin embargo,
prefirió quedarse en Managua, donde continuó su actividad periodística en
los diarios El Ferrocarril y El Porvenir de Nicaragua. Poco después se
embarcó hacia El Salvador donde fue presentado al presidente, Rafael
Zaldivar, quien lo tomó bajo su protección.

Tras su regreso ingresó como empleado a la Biblioteca Nacional. Estrenó su
obra Cada oveja, que tuvo cierto éxito. Entonces viajó a Chile donde
recibió la protección de Eduardo Poirier y del poeta Eduardo de la Barra.
En colaboración con Poirier escribió la novela Emelina y se incorporó al
diario La Época, de Santiago. Forjó algunas amistades, como el hijo del
entonces presidente de la República, el poeta Pedro Balmaceda Toro.
Gracias a su respaldo, publicó Abrojos (1887). En julio, apareció en
Valparaíso, con la ayuda de Eduardo Poirier y Eduardo de la Barra, Azul,
el libro clave de la recién iniciada revolución literaria modernista. Azul
recopiló poemas y textos en prosa que ya habían aparecido en la prensa
chilena. No tuvo éxito inmediato, pero fue muy buen acogido por el crítico
literario español Juan Valera, quien publicó en el diario madrileño El
Imparcial dos cartas dirigidas a Rubén Darío, en las cuales le reprochaba
sus excesivas influencias francesas

Poco después, obtuvo el puesto de corresponsal del diario La Nación, de
Buenos Aires. A poco de despachar su primera crónica, viajó de regreso a
Nicaragua. Tras una breve escala en Lima, donde conoció al escritor
Ricardo Palma, fue agasajado en León con un recibimiento triunfal.
Enseguida se trasladó a San Salvador, donde asumió como director del
diario La Unión, defensor de la unión centroamericana, y contrajo
matrimonio civil con Rafaela Contreras. Al día siguiente, se produjo un
golpe de estado, el general Ezeta, que había asistido a la boda de Darío,
le ofreció cargos de responsabilidad, pero Darío prefirió irse a
Guatemala, mientras su flamante esposa permanecía en El Salvador.

En diciembre de 1890, Rubén Darío alcanzó la dirección del nuevo periódico
El Correo de la Tarde y publicó la segunda edición de su poemario Azul,
con las dos cartas de Juan Valera que habían supuesto su consagración
literaria. Poco después, El Correo de la Tarde dejó de percibir la
subvención gubernamental, y tuvo que cerrar. Darío se fue a San José de
Costa Rica donde nació su primer hijo, Rubén Darío Contreras, en medio de
un fuerte agobio por deudas económicas.

Su fortuna cambió cuando el gobierno nicaragüense lo nombró miembro de la
delegación a Madrid por el cuarto centenario del descubrimiento de
América. Desembarcó en Santander, siguió viaje por tren a Madrid donde
frecuentó a los poetas Gaspar Núñez de Arce, José Zorrilla y Salvador
Rueda, los novelistas Juan Valera y Emilia Pardo Bazán, a Marcelino
Menéndez Pelayo, y varios destacados políticos, como Emilio Castelar y
Antonio Cánovas del Castillo.

De regreso en Managua y tras el fallecimiento de su esposa, Rubén Darío
renovó su relación con Rosario Murillo cuya familia los obligó a concretar
el matrimonio.[] Poco después, el presidente colombiano Miguel Antonio
Caro le concedió el cargo de cónsul honorífico en Argentina. Rosario quedó
en Panamá, y antes de llegar a Buenos Aires, Darío pasó brevemente por
Nueva York, donde conoció al poeta cubano José Martí. También pasó por
París antes de arribar a Buenos Aires, hacia agosto de 1893.

Rubén Darío fue muy bien recibido por los medios intelectuales porteños,
colaboró en La Nación, publicó artículos en La Prensa, La Tribuna y El
Tiempo. Su vida transcurrió siempre al borde de sus posibilidades
económicas, y sus excesos con el alcohol fueron causa de advertencias
médicas. Trabó relación con Bartolomé Mitre y con los poetas Federico
Gamboa (mexicano), el boliviano Ricardo Jaimes Freyre y los argentinos
Rafael Obligado y Leopoldo Lugones.

En octubre de 1895 el gobierno colombiano suprimió su consulado en Buenos
Aires, pero Rubén Darío obtuvo empleo como secretario de Carlos Carlés,
director general de Correos y Telégrafos.

En 1896, en Buenos Aires, publicó dos libros cruciales en su obra: Los
raros, una colección de artículos sobre los escritores que más le
interesaban, y Prosas profanas y otros poemas, el libro que supuso la
consagración definitiva del Modernismo literario en idioma español.

Darío viajó luego a España para enviar cuatro crónicas mensuales a La
Nación sobre el estado de la nación peninsular después de su derrota
frente a Estados Unidos en la Guerra hispano-estadounidense, y la pérdida
de sus posesiones coloniales de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de
Guam . Estas crónicas terminarían recopilándose en un libro, que apareció
en 1901, titulado España Contemporánea. Crónicas y retratos literarios.

En España, Darío despertó la admiración de jóvenes poetas defensores del
Modernismo, entre ellos Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán y
Jacinto Benavente.

Al año siguiente conoció a Francisca Sánchez del Pozo, campesina
analfabeta, natural de Navalsauz, provincia de Ávila, que se convertiría
en la compañera de sus últimos años. Casi de inmediato, visitó París donde
cubrió la Exposición Universal para La Nación. Sus crónicas fueron
recogidas en el libro Peregrinaciones.

En 1901 publicó en París la segunda edición de Prosas profanas, Francisca
dio a luz a Carmen, que fallecería de viruela poco después, sin que su
padre llegara a conocerla.

Al año siguiente, Darío conoció en la capital francesa al joven poeta
español Antonio Machado y en marzo de 1903 fue nombrado cónsul de
Nicaragua, lo cual le permitió vivir con mayor desahogo económico. Al mes
siguiente nació su segundo hijo con Francisca, Rubén Darío Sánchez.
Durante esos años visitó el Reino Unido, Bélgica, Alemania e Italia, entre
otros países.

En 1905 publicó en Madrid Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros
poemas, el tercero de los libros capitales de su obra poética, editado por
Juan Ramón Jiménez.

En 1906 participó de la delegación nicaragüense en la Tercera Conferencia
Panamericana, en Río de Janeiro. Escribió su poema «Salutación del
águila», una visión de Estados Unidos muy diferente de la de sus poemas
anteriores.

Tras dos breves escalas en Nueva York y Panamá, Rubén Darío tuvo un
recibimiento triunfal en Nicaragua, pero no se le abonaron los honorarios
por su cargo de cónsul. Obtuvo, en cambio, el nombramiento como ministro
residente en Madrid del gobierno nicaragüense de José Santos Zelaya, pero
pasó dificultades económicas durante sus años como embajador, que sólo
pudo solucionar en parte gracias al sueldo que recibía de La Nación y en
parte gracias a la ayuda de su amigo y director de la revista Ateneo,
Mariano Miguel de Val[]. Cuando Zelaya fue derrocado, Darío tuvo que
renunciar a su cargo diplomático, se trasladó a París, donde se dedicó a
preparar nuevos libros, como Canto a la Argentina, encargado por La
Nación. Por entonces, el alcoholismo le causaba frecuentes problemas de
salud.
Hacia 1912, los empresarios uruguayos Rubén y Alfredo Guido lo convocaron
para dirigir las revistas Mundial y Elegancias. Visitó Río de Janeiro, San
Paulo, Montevideo y Buenos Aires y aprovechó para escribir su
autobiografía, publicada en Caras y Caretas y la Historia de mis libros,
muy interesante para el conocimiento de su evolución literaria.

Al concluir la gira, Darío regresó a París y viajó a Mallorca invitado por
Joan Sureda. Vivió en la cartuja de Valldemosa, en la que habían residido
Chopin y George Sand. Allí comenzó El oro de Mallorca, una autobiografía
novelada. Cinco meses después pasó a Barcelona, donde terminó Canto a la
Argentina y otros poemas, su última obra poética de importancia. Su salud
estaba ya muy deteriorada, sufría de alucinaciones.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, partió hacia América para defender
el pacifismo de las naciones americanas. Recaló finalmente en León, la
ciudad de su infancia. Allí falleció el 6 de febrero de 1916. Había nacido
como Félix Rubén García Sarmiento en Metapa, hoy Ciudad Darío, el 18 de
enero de 1867, fue el mayor exponente del modernismo literario en lengua
española, se lo ha denominado príncipe de las letras castellanas.

La Masonería Argentina recuerda a su querido hermano con especial afecto.
Rubén Darío fue iniciado masón el 24 de enero de 1907 en la Logia Progreso
N° 1, de Managua, Nicaragua.









VANDALISMO EN 2010: A Rubén Darío le arrancaron la cabeza

Un acto vandálico, desconocidos destruyeron en la madrugada de ayer casi un centenar de plantas del parque El Rosedal, en Palermo. El busto de Rubén Darío fue arrancado de su base y arrojado a una de las fuentes en 2010

Variedades de rosas del Rosedal,  las variedades Europeana (color rojo), Iceberg (color blanco) y Charles Aznavour (color rosa y blanco).

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