Los millenials y el vino

Por Sabrina Cuculiansky, autora de El vino en zapatillas de Editorial Albatros.

Uno de los grandes retos a los que se enfrentan las marcas es conquistar a los millennials. La Generación del Milenio o Generación Y incluye a los que nacieron entre los años 80 y los primeros años de la década de los 90. Forman parte del mercado laboral, están tomando las decisiones de consumo y modificando el funcionamiento del mercado en muchos niveles.
Las marcas necesitan entenderlos y conquistarlos, aunque el problema es que muchas veces no los entienden.
Porque así como se habla tanto de los millennials también se los lee desde lugares erróneos. Si hay algo que tiene este personaje contemporáneo es su libertad, por lo que pretender encasillarlo es el primer gran error. Igual que a los productores sub-40, que también son millennials. Son consumidores sensibles e inteligentes, no buscan aparentar y especialmente les gusta
estar informados. Se involucran en sus decisiones y odian que los etiqueten.
Las bodegas deben entender que la forma de seducirlos con un vino es presentarse lo más genuinos posible con un claro mensaje y con mucha creatividad, diseño y estilo. Ellos son los que amplían la base de la pirámide de consumo porque son los que se inician como consumidores de vino.
Una de las bases sobre las que se sostiene el consumo de la Generación del Milenio es que prefieren las experiencias a los productos. Es decir, lo que para ellos marca la diferencia entre una etiqueta y otra no es en definitiva el producto que le ofrecen sino más bien el cómo lo hacen.
Los millennials buscan vinos frescos, fáciles de tomar y frutados, generalmente sin mucha madera. Pero no todo termina aquí, mientras las marcas intentan comprender qué quieren, sus hermanos menores están llegando al mercado y a convertirse en el próximo gran grupo de consumidores a conquistar. Son los miembros de la Generación Z, nacidos a partir de la mitad de los 90, los adolescentes de hoy y los grandes motores de consumo del mañana. Y, para desgracia de las bodegas, los Z son diferentes a sus hermanos mayores y esperan cosas distintas tanto de marcas como de productos. En breve, las marcas van a tener que volver a adaptarse
a los Z que vienen marchando: prefieren que un producto sea cool antes que una buena experiencia. Chan.