Compañeros en el crecimiento

Por Rocío Brescia, especialista de Fundación Leer, (www.leer.org).

Colores, formatos, letras y hasta sonidos. La literatura infantil y juvenil ofrece tantas alternativas que a veces uno puede sentirse abrumado frente a títulos que se suceden uno tras otro. A esto se suma que es difícil mantenerse atento a los libros nuevos, los autores que buscan caminos innovadores y las colecciones que se ponen de moda.

Para poder dar un principio de solución a la incertidumbre, hay ciertos aspectos que se pueden tener en cuenta según la etapa de evolución en la que se encuentra el niño o joven que será el destinatario del libro.

Así, en los primeros dos años, los libros son un elemento más a descubrir. Los bebés se valen de todo su cuerpo para conocer, por eso los muerden, los chupan y los tocan. Para esta edad son excelentes los de tela, los de plástico para la hora del baño y los que traigan sonidos o elementos para estimular el tacto.

Entre los 2 y 4 años, los niños empiezan a ver el libro como tal. Entonces, se destacan lo que les ayudan a reconocer el mundo, como los que explican la diferencia entre frío y calor, adentro y afuera. También les atraen los libros que dan datos sobre elementos de la naturaleza como el sol, la luna o los planetas.

Luego, hasta los 7 años, los niños desarrollan a fondo su imaginación, pero siempre dentro de historias que tienen un final feliz. Del mismo modo, cada aventura debe encerrar valores, diferenciar entre el bien y el mal, lo correcto y lo que no.

De los 7 a los 9 los niños se valen del por qué para ir entendiendo todo lo que los rodea. En esta etapa todo es blanco o negro: los buenos son muy buenos, los malos muy malos, y todo desprende grandes dosis de imaginación. Para estos años hay títulos sumamente recomendables como:

· “Diccionario estrafalario”, de Gloria Fuertes.
· “Shola y los jabalíes”, de Bernardo Atxaga.
· “La sopera y el cazo” y “El secreto de Lena”, de Michael Ende.
· “La piedra arde”, de Eduardo Galeano.
· “Prohibido llover los sábados”, de Maite Carranza.
· “El pequeño Nicolás”, de René Goscinny y Jean-Jaques Sempé.

Las aventuras protagonizan los años de los 9 a los 12. La ciencia ficción y el amor son encarnados por héroes y heroínas. Así los jóvenes se relacionan con las novelas de misterio, las aventuras cómicas y con protagonistas de su misma edad. También es una edad apropiada para enfrentarse a los miedos que generan los fantasmas y las brujas. Se podría inaugurar esta etapa con “La Isla del Tesoro” de Roberto L. Stevenson, o el éxito desde hace una década “Cuando Hitler robó el conejo rosa” de Judith Kerr. Por supuesto, entra en escena el fenómeno creado por Elvira Lindo: “Manolito Gafotas”, en dura competencia con “Harry Potter”, de Joanne K. Rowling. Obviamente Julio Verne es un siempre vigente(“La vuelta al mundo en 80 días”, “Veinte mil leguas de viaje submarino”) y Tolkien es mucho más que un escritor de culto (“El Hobbit”, “El señor de los anillos”). En historietas, Quino con “Mafalda” formula preguntas que los acompañarán toda la vida.

Por último, hasta los 18 años es una de las etapas más difíciles para elegir un libro. En esta época hay que continuar estimulando el gusto por la lectura de los jóvenes y estar atentos a las necesidades e intereses que cada uno tenga. También es el momento de aceptar que desde ahora son ellos los que eligen sus lecturas. De todos modos, los adultos acompañan este proceso y les ofrecen una guía, incluso pueden recomendarles lecturas que les gustaron cuando eran jóvenes.