Hermana, soltá la panza
La iniciativa Mujeres que no fueron tapa (Mqnft) lanzó la campaña «Hermana, soltá la panza» que se propone llenar las redes sociales de panzas de mujeres reales este verano para «hackear el operativo bikini», es decir, desarmar el mandato de llegar flacas y esculturales a los primeros calores para lucirse en malla.
Para soltar la panza o necesitamos hablar de ropa. De todo lo que ajusta, de la incomidad que naturalizamos estando ajustadas casi sin poder movernos.
Necesitamos hablar -como ya plantearon acá- de la Bikini y Micro Bikini, obviamente no tenemos nada contra las que aman entangarse, y exponer la mayor parte de sus cuerpos en bikini, genial las que lo disfruten. Bien ahí.
El tema es cuando ese es el traje de baño que “todas deberíamos usar” en el que tenemos que poder entrar porque sino, no merecemos el sol, el agua ni el aire y de paso tampoco el alimento. Muchas en los testimonios cuentan con tristeza y verguenza que nunca se pudieron poner una bikini. La pregunta es ¿Por qué nos tenemos que poner una bikini?
¿Solo nos podemos poner bikini si transformamos nuestros cuerpos para que entren ahí?

¿Usar bikini en nuestros cuerpos tal como son ahora es una forma de hackear el modelo o es obediencia?
¿Por qué el traje de baño ideal que todas debemos usar es el que se nos mete en el qlo, nos obliga a depilarnos hasta el alma, nos deja desnudas en el primer chapuzón, y a muchas nos hace sentir expuestas y vulnerables?
¿Por qué tenemos que modelar nuestro cuerpo para que entre en un pedacito ínfimo de tela? ¿Por qué nos hacen sentir que si no usamos bikini es porque estamos mal?
¿Qué piensan?

Sigue el operativo #HermanaSoltaLaPanza acá y en stories.
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En respuesta a esta convocatoria, más de 1.100 mujeres de todas las edades ya mandaron fotos y videos a
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#HermanaSoltaLaPanza

En respuesta a esta convocatoria, más de 1.100 mujeres de todas las edades ya mandaron fotos y videos -algunas de cuerpo entero, otras recortadas- junto con los relatos de experiencias personales que dan cuenta de lo opresivo que se torna por momentos la exigencia de «meter la panza» que vienen escuchando desde la infancia.
«Es la primera vez que me doy cuenta, a mis 38 años, que mi panza es normal, que es parecida a la mayoría de las panzas. Increíble cómo nos venden imágenes de cuerpo super minoritarios como si eso fuese lo normal o lo más común. ¡Qué loco hacer ese click y qué necesarios estos espacios para hacerlo!», dice uno de las tantas respuestas que disparó esta campaña y que pueden leerse en la cuenta de Instagram de Mujeres que no fueron tapa.
«A mí me lo dijo la pediatra a los 4 años, que para que no se me fuera a marcar la panza era algo que tenía que acostumbrarme de chica», aportó otra de las seguidoras de la cuenta.
Y en las historias, toda una seguidilla de panzas en primer plano: algunas con estrías, otras con cicatrices, algunas más prominentes incluso que el busto, otras que apenas sobresalen de los pantalones o polleras. Y todas flácidas, como la tienen la mayoría de las mujeres.
«El hashtag lo venimos usando desde hace cuatro años cuando llega esta época, pero este año lanzamos la campaña porque me pareció que todo estaba mucho más opresivo en relación a los cuerpos», dijo la artista visual y referente de Mqnft, Lala Pasquinelli.
La artivista explica que «cuando hablamos del modelado de los cuerpos no es que estamos hablando exclusivamente de la panza, hablamos de todo lo que implica exigirnos esto de no tener panza» que en el fondo lo que plantea es «que si el cuerpo tiene la forma que tiene, es un cuerpo inadmisible».
«El hashtag lo venimos usando desde hace cuatro años cuando llega esta época, pero este año lanzamos la campaña porque me pareció que todo estaba mucho más opresivo en relación a los cuerpos»Lala Pasquinelli
«Las mujeres cuentan cómo desde muy pequeñas, les decían que había que meter la panza con todo lo que implica esta restricción. Todas hemos sido educadas esto de no decir, no soltar, no expandirte, no ocupar el lugar», dijo.
«Si uno va viendo las publicidades y las imágenes de los influencers, uno nota que esto se va exacerbando porque ya no es sólo la panza chata sino que ahora lo que se exige es tener las costillas marcadas y una cavidad donde estaba la panza, que no está más», dijo.
«Y este modelo de nuestros cuerpos cada vez más pequeños, descarnados, desvitalizados, es una invitación a la desaparición, a esto de no ocupar espacios literal ni simbólicamente», dijo.
Por otro lado, las costillas sobresaliendo «también habla de desvitalización, de no comer, de no alimentarse, de no nutrirse», con todo lo que esto implica para aquellas personas con desórdenes alimentarios o en riesgo de tenerlos.
Pasquinelli advierte que «por supuesto que esto no es una crítica» a esas mujeres que encarnan el modelo hegemónico de corporalidad, sino al modelo mismo que «nos exige a todos los cuerpos no tener tejido y enseñar los huesos a pesar de que eso implica exponernos al hambre, a la desvitalización, a la extenuación física, a las cirugías».
«Es un discurso que nos vuelve a cosificar, a ponernos en el lugar de objetos y a decir que nuestro lugar en el mundo es ser agradable a la vista y que ser agradable es eso que nos muestra ahí», dijo.
Y la consigna «soltar la panza» implica todo lo contrario y apela a «soltar la incomodidad de estar apretada, soltar los discursos de odios sobre nuestros cuerpos y, reconocernos como somos ocupando el espacio material que ocupamos».
«Viendo todas las imágenes te das cuenta de muchas cosas, que te das cuenta que no estás acostumbrada a ver los cuerpos de mujeres como las que conocés en los medios o las publicidades, que tenemos la referencia capturada por un solo cuerpo, con el que todos tenemos que encajar para ser buenas mujeres, queridas, felices o que disfrutan».
La propuesta va en consonancia con iniciativas del activismo gordo y de los cuerpos diversos, y Pasquinelli reconoce en todas estas campañas «una respuesta a esta opresión»
«Todo lo que hay que hacer para no tener panza es completamente antinatural -tratamientos, dietas, cirugías- mientras que lo que nos sucede a todas naturalmente, que es tener panza, está vedado», dijo. En cuanto a cómo acoplarse a la consigna de «soltá la panza», hay libertad de acción.
«La propuesta es que todas empecemos a soltar, como cada una pueda: las que se animen, que la muestren, ya sea en primer plano o cuerpo entero, como quieran. Lo importante es que empecemos a ver que nuestros cuerpos existen, que hay otras mujeres con cuerpos como el mío, y poner a jugar estos discursos contrahegemónicos», agregó.
En ese sentido, contó que «muchas mandaron mensajes diciendo que ‘es la primera vez que veo mujeres con cuerpos como el mío, que me hacen sentir que mi cuerpo está bien'».