Cabernet Sauvignon el Rey Tinto de Buenos Aires.

Día Mundial del Cabernet Sauvignon

Día Mundial del Cabernet Sauvignon

Vino tinto elegante y sutil, con taninos robustos y aromáticos. Considerada la reina de las cepas (buena parte de los grandes vinos argentinos se elaboran con ella), el Cabernet Sauvignon cobró relevancia internacional por su fácil adaptabilidad. En Argentina, se produce en las provincias del oeste y, dependiendo de su región, los aromas difieren. Más que nunca aplica la frase cuanto más viejo, mejor.

El Día Internacional del Cabernet Sauvignon, la variedad de uva más plantada a nivel internacional que da origen a vinos emblemáticos.

El Cabernet Sauvignon nació del cruzamiento natural (en el siglo XVII) de otras dos famosas uvas, la Cabernet Franc (tinta) y la Sauvignon Blanc (Blanca), de ahí su nombre compuesto. Ya hacia fines del siglo XVIII, su cultivo se incrementó de manera notable. Originario de la región de Burdeos en Francia, desde donde desarrolló su gran prestigio hace más de un siglo y medio con la creación de los Grand Cru Classé; una clasificación ideada por Napoleón III en 1855, con motivo de la Feria Internacional de Paris.

Esta cepa, que se originó en Burdeos, Francia, en el siglo XVII, es producto de un cruce natural entre otras dos variedades: Cabernet Franc y Sauvignon Blanc. Desde ese entonces ha recorrido un largo camino que la ha consolidado como la reina entre las variedades tintas.

Si bien tiene su origen en Francia, con el correr de los años su influencia fue expandiéndose hacia otros países productores del Viejo y del Nuevo Mundo como España, Francia, Portugal, Italia, California, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia y por supuesto Argentina.

El Cabernet Sauvignon llegó a la Argentina en 1853 de la mano del agrónomo francés Michel Aimé Pouget, contratado por Domingo F. Sarmiento para la creación de la Quinta Normal, puntapié inicial que forjó una gran industria nacional.

En el país, según los últimos datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), hay registradas más de 14.100 hectáreas de Cabernet Sauvignon, alrededor del 6% de la superficie total.

Una de sus cualidades distintivas es que se ha adaptado muy bien a distintos terruños, climas y suelos, y por eso es posible encontrarla en la mayoría de las provincias donde se producen vinos, Mendoza por ejemplo concentra el 76% del total de las plantaciones del país.

El Cabernet Sauvignon se destaca por ser una de las mejores cepas para elaborar ya sea vinos jóvenes hasta emblemáticos ejemplares pensados para largas guardas y de gran complejidad.

Además, gracias a sus características -cuerpo sólido, taninos firmes, capacidad de añejamiento-, tanto en la Argentina como en el resto del mundo es una variedad ideal para ser utilizada como protagonista de grandes blends.

Los perfiles del Cabernet Sauvignon varían en función de las zonas donde se cultiva y de las temperaturas. Predominan los frutos negros y rojos; también se suelen apreciar los aromas a especias, como la pimienta negra y la característica nota de pimiento, que puede ser rojo o verde.

El vino (del latín vinum) es una bebida obtenida de la uva (especie Vitis vinifera), mediante la fermentación alcohólica de su mosto o zumo. La fermentación se produce por la acción metabólica de levaduras, que transforman los azúcares naturales del fruto en etanol y gas en forma de dióxido de carbono. El azúcar y los ácidos que posee la fruta, Vitis vinífera, son suficientes para el desarrollo de la fermentación. No obstante, el vino es una suma de factores ambientales: clima, latitud, altitud, horas de luz y temperatura, entre varios otros. Aproximadamente un 66 % de la recolección mundial de uva, se dedica a la producción vinícola; el resto es para su consumo como fruta. A pesar de ello el cultivo de la vid cubre tan solo un 0,5 % del suelo cultivable en el mundo. El cultivo de la vid se ha asociado a lugares con un clima mediterráneo, no en vano, la mitad de la producción mundial de vino la concentran tan solo 3 países mediterráneos: Italia, Francia y España.