Señor Director;
Mi padre – don Manuel, español, de Galicia, lector de Quevedo y de Galdós – en 1954, a mis ocho años me dijo: «Tu no vas a ver un país, esto fue un proyecto de país. Tal vez tus hijos…» Por supuesto no lo he visto y mis hijos tampoco lo verán. Desde ya, esos años eran un paraíso pero empezaba a ver algo que el hombre nacido en Espenuca deslumbró. Argentina se convirtió – poco a poco – en un territorio sin salida. Corrupción, demagogia, golpes militares, populismo, inseguridad, villas miserias, planes sociales, carteles de drogas, analfabetismo, crímenes, mafias. Desintegración en todo y en cada cosa. Mitologías patológicas ya son parte de la vida cotidiana. La demencia de sus gobernantes agobian y embrutecen. A veces pienso que Los locos Addams son normales. Quizás en dos o tres décadas cambie. No soy pesimista, camino. Observo y analizo. Recordemos la película Martín (Hache) de Adolfo Aristarain de 1997 cuando uno de sus protagonistas manifiesta: «La patria es un invento. La Argentina es una trampa.» Sí, por supuesto, hay islas dónde la realidad es diferente. Hay intelectuales, algunos políticos, trabajadores, gente de a pie honesta y generosa. Los hay, que duda cabe. Pero, como decía don Manuel: «Tienes razón pero es tan poca que no vale nada».
Carlos Penelas
Buenos Aires, 24 de mayo de 2022