Todos los viernes a las 21 hs. se presenta. El Petiso Orejudo. De Julio Ordano, con dirección de Adrián Cardoso

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«¡Señor Comisario, yo no puedo con él! Es imposible dominarlo (…).El
otro día encontré una caja de zapatos. Había matado a los canarios del
patio, les había arrancado los ojos y las plumas y me los dejo en la
caja, al lado de mi cama»; «Orejadas aladas», de Leonel Contreras
(2000), reeditado en 2003 con el título «La leyenda del Petiso
Orejudo»

Todos los viernes a las 21 hs. se presenta «El Petiso Orejudo», de
Julio Ordano, interpretada por Pablo Juan, Facundo Blanc y Marcelita
Chiesa, con dirección general de Adrián Cardoso. En el Teatro La
Tertulia, Gallo 826. Entrada $50.-

Basada en la historia del primer asesino serial de la Argentina, «El
Petiso Orejudo», recorre la leyenda de este homicida de menores cuya
vida termina en la violenta cárcel de Usuhaia, allá, en el fin del
mundo.

La historia // Entre algunos intentos de asesinato y otros actos
brutales, el caso de mayor repercusión fue el de Jesualdo Giordano, en
el barrio de Parque Patricios. Con tan solo tres años, el menor
encontró la muerte tras ser golpeado y estrangulado por Cayetano
Santos Godino, alias el Petiso Orejudo, quien luego terminó
atravesándole un clavo dentro de su cabeza.

Del procesado informaban los médicos que era un alienado mental,
degenerado hereditario, en quien primaban los instintos de la vida
animal. También decían que su caso se veía agravado por el abandono
social del cual fue víctima durante toda su vida, aunque tampoco
estaba en condiciones psíquicas para quedar en libertad. Nacido el 31
de octubre de 1896 en la ciudad de Buenos Aires, el Petiso Orejudo
tuvo una infancia no menos violenta bajo el cargo de un padre
golpeador y alcohólico. Quedó detenido a los quince años siendo
acusado de cuatro muertes, siete intentos de asesinato y el incendio
de siete edificios. Estando preso en la cárcel deUsuhaia murió el 15
de noviembre de 1944 por causas dudosas.

«Siempre me interesaron las leyendas, bucear en sus orígenes, es algo
que hasta el día de hoy me apasiona. Porque nadie inventa historias
sin una verdad, y la de Cayetano Santos Godino me atrajó desde un
primer momento. Cuando di con ‘El Petiso Orejudo’ de Julio Ordano
descubrí que la historia iba mucho más allá de una leyenda. El mito
del Petiso, lo morboso de la historia y lo descarnado de sus crímenes
son más que conocidos; y aun así es muy poco lo que se sabe respecto
de los detalles de su vida; de lo que le sucedió después, una vez que
el asesino quedó tras las rejas de Usuahia. Mi mayor deseo, con esta
puesta, es poder transmitir aquella sensación intensa que tuve al
leerla: sentimientos encontrados en la convivencia entre el bien y el
mal; la cárcel como una institución de castigo y no como un medio
social en pos de la recuperación humana. Realizamos un arduo trabajo
de investigación, de recopilación de datos y diferentes visitas por
las calles en las cuales se ejecutó el último de sus crímenes. Además,
me siento tremendamente orgulloso del trabajo de los actores: ellos
transmiten todo aquello que siempre quise contar y más», comenta
AdriánCardoso.

FichaTécnica:

Autor: Julio Ordando

Interpretes: Pablo Juan; Facundo Blanc y Marcelita Chiesa

Escenografía y Maquillaje: Magdalena de la Torre y Virginia Taboada

Vestuario: Pablo Juan

Asistente: Lorena Basar

Asistente de Dirección: Basia Fiedorowicz

Dirección: Adrián Cardoso

Prensa: Silvina Pizarro // Tels.: 35325580 // 1550448132 //
pizarrosilvina@gmail.com

«Al día siguiente de su último asesinato, el Petiso compró un ejemplar
del diario y se hizo leer la crónica de los hechos porque era
analfabeto. Luego recortó la noticia y se la guardo»; «Orejadas
aladas», de Leonel Contreras (2000), reeditado en 2003 con el título
«La leyenda del Petiso Orejudo»

Principales críticas a la obra

«El Petiso Orejudo es de esas obras que, sin hacer mención explícita
al presente, hablan de él. (…) hace una fuerte crítica al sistema
carcelario, logrando que (…) el espectador salga del teatro repensando
debates tan actuales como la baja de imputabilidad, el lugar de la
(in)justicia y la verdadera función de las prisiones», Paula Sabatés,
Página 12.

«El mayor mérito de Pablo Juan, en la piel del asesino, es internarse
en la criatura que encarna sin juzgarla. Poner al descubierto algo de
lo humano del personaje, que si bien no lo justifica, contribuye a
organizar el relato desde otro punto de vista», Osvaldo Quiroga,
Télam.

«(…) El sobresaliente mimetismo de Pablo Juan concibió un petiso
conmovedor y motivado, con todos los arrebatos de su tenebrosa psiquis
brillantemente expuestas al desnudo. A su lado se lucen Marcelita
Chiesa y Facundo Blanc cumpliendo minuciosamente las inspiradas
consignas directivas de Adrián Cardoso», Norma Dumas, Rev. XXIII

«(…) Adrián Cardoso parece haber interpretado con sensibilidad e
inteligencia las fortalezas del texto. (…) Las interpretaciones
actorales logran alcanzar una hondura emocional notable. La
extraordinaria interpretación de Pablo Juan, en la piel de El Petiso
Orejudo (…) estremece y conmueve de principio a fin», Carolina
Amoroso,www.asalallenaonline.com.ar

«Una obra cruda, fuerte y reflexiva, sobre la maldad humana (…) que
tiene sus mayores logros en las actuaciones de los protagonistas y en
los climas generados en escena»; Emiliano
Basile,www.elauracultural.blogspot.com

«El Petiso Orejudo es (…) un trazo impresionista de una mente criminal
que a cien años todavía nos espanta y nos llena de preguntas. Solo nos
queda esta puesta en escena febril, desgarradora, patética y
recomendable»;Florencia Miranda, www.elcircuitodeteatro.com.ar

«(…) El Petiso Orejudo que encarna Pablo Juan conmueve e indigna.
Felicitaciones para el director, Adrián Cardoso, el autor, Julio
Ordano, y el Teatro IFT, que ponen al alcance del público una obra de
esta jerarquía, interpretada por actores de raza»; María González
Rouco, www.colectividadesargentinas.blogspot.com

«(…) El grado de humanidad sacude e incomoda. El desamparo, la
exclusión social, el zambullido en morbosas fantasías, los deseos de
carácter abyecto, madres que reclaman a sus hijos muertos, las
secuelas de una vida sin amor (…) Una obra cruda, desconcertante y
de gran alcance poético que nos sitúa, sin dudas, más allá del bien y
del mal.»; Johanna Chiefo, El Adán de Buenos Ayres.

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