Viandas naturales… ¿Con carnes?.

Una de las definiciones de la Real Academia Española sobre lo que es natural, precisamente la que refiere a una cosa es: “que imita a la naturaleza con propiedad”. Por lo tanto, como hoy en día no es lo más acertado vivir de la caza salvaje porque pondríamos en peligro a algunas especies como ha venido ocurriendo, lo mejor es acceder a carnes que se producen imitando a la naturaleza, es decir, con animales a los que se les permita alimentarse y desarrollarse en la mayor libertad posible.
Por eso en Viandas de la Olla logramos viandas naturales usando carnes de animales pastoriles, que se alimentan a granos o pastos según la especie, que tienen espacio para recrearse y procrearse y que son cuidados respetando sus ciclos y el lugar donde habitan. Nada de sobrepoblación en espacios reducidos, nada de alimentos que no sean adecuados para su aparato digestivo. Nada de residuos que afecten los suelos del campo y de las zonas aledañas.

Los pescados son otro cantar. Para hablar de viandas naturales con frutos de mar debés tener la certeza de que el origen es responsable. Hay muy poca pesca responsable en nuestro país. Hay que estar seguros de que no tienen mercurio ni antibióticos. Los pescados de criadero, como las truchas y los salmones, en general tienen colorantes y medicamentos para que lleguen a un tamaño razonable para que sean comercializables. Y si se crían en el mar, la sobrepoblación de animales va destruyendo el hábitat marino. Entonces no estamos hablando de carnes naturales porque afectan el lugar donde se desarrollan, y/o afectan la salud de quien los consume. Por eso es que una vianda natural debería tener un animal que hayamos pescado nosotros o alguien de nuestra confianza en algún sitio permitido que no peligre la laguna, el río o el mar. Y que la presa no sea tan joven que afecte a la reproducción de la especie. Complicado, ¿verdad?

Por lo tanto, podés elaborar viandas naturales con carnes siempre y cuando tengas la certeza del origen y de cómo fueron producidas. El carnicero debería saberlo. O en el packaging de lo que compres deberías poder leerlo. Las carnes rojas se pueden reconocer porque se las ven marmoladas, la grasa no está tan localizada y tiene un color más tirando a natural que a blanco. Las carnes blancas son más consistentes, más pegadas al hueso, no se reducen al cocinarse y el sabor difiere.

Pero claro. No sólo de carnes se compone una comida. También debemos tener en cuenta el origen de los vegetales, cereales y legumbres al elaborarlas. También deben estar producidas bajo métodos que respeten la tierra y a quienes en ella se desarrollan.

En nuestro país, hoy día aún falta bastante camino para volver a confiar a ciegas en cualquier alimento que compremos. Nos hemos distanciado mucho del campo, las industrias nos han facilitado tiempo y practicidad a costa de ingredientes que a veces no sabemos qué son. Pero estamos a tiempo. Podemos volver a las raíces, a la comida de las abuelas, con sabor, con color, con aroma. Comida que se sabe qué es. Que se ve la pata del pollo, el tomate entero, la hoja de espinaca, la feta de berenjena. Que se huele, que se aprecia con los ojos tal como un cuadro colorido, que a ciegas se descubre qué contiene. Así es la comida que podés volver a tener en tu mesa, que cuida tu salud, la de tus más queridos y la de la naturaleza. Si no tenés tiempo de cocinar, o no tenés ganas, revisá nuestro menú y aprovisionate unas buenas viandas naturales.

Por Andrea Jatar, creadora de Viandas de la Olla de viandasdelaolla.com