La Plutocracia, una nueva etapa de decadencia Por Leo Anzalone

La plutocracia es un concepto de gobierno donde pocos toman las decisiones por muchos, donde la élite gobernante es también la élite económica y claro, las políticas que emanan de ellos, benefician a ellos mismos. Una definición acabada de la Argentina, donde 100 familias concentran el 10% de la riqueza y hoy nos gobiernan.

Durante el 2016, el crecimiento de las fortunas familiares fue mayor al 10% respecto al año anterior. Así, unas 106 familias argentinas concentran casi el 10% de la riqueza privada del país, son aquellas que tienen más de u$s 100 millones y, por supuesto, las que influyen en las decisiones de políticas públicas, hoy son los consejeros del presidente Macri.

Lo que se presenta muchas veces como una entelequia, “los poderes concentrados”, ahora tienen nombre y apellido y ejercen presión en beneficio de ellos mismos, como los describía algún teórico de las ciencias políticas, solo que ahora ocupando cargos de poder y decisión, lo que los dota de una impunidad mayor.

El culto a la meritocracia, concepto obsceno en una sociedad tan desigual como la nuestra, llevó que 114 CEO’s formaran parte del gobierno. Situación que genera, por lo menos, tres situaciones que vale destacar y que sin duda jaquean el futuro.

La primera es el sesgo antiestatal, antipolítico y pro-mercado de este gobierno. La segunda es el claro conflicto de intereses que esto provoca, y en último lugar, una búsqueda incesante por abaratar “los costos laborales”.

La lucha intelectual, cultural y electoral con la oligarquía data desde los mismos inicios de nuestra patria, pero nunca en la historia ese poder era preponderante y legitimado en las urnas.

La plutocracia no es un concepto abstracto, es una situación que nos toca y que se puede palpar en nuestro día a día. Como dijo “Pepe” Mujica, tiene que ver con la desigualdad, porque la concentración de la riqueza es una concentración, directa o indirectamente del poder político, y esto es, a la larga, una enfermedad de la democracia.

En síntesis, como pueblo somos conscientes que la concentración de poder, por su propio peso, no tienen ninguna legitimación para quebrantar nuestros derechos. Por ejemplo, si algún megaempresario nos obligara a comprar sus productos porque si no nos castigará, saldríamos a la calle, protestaríamos, porque sabemos que no es legítimo, pero lo grave es que sean esos mismos patrones quienes ahora toman decisiones políticas, como liberar el precio de las naftas o pagar con plata de todos las deudas de sus empresas. Ahora, como son “el gobierno” tienen legitimidad, por eso tenemos que combatir la plutocracia que emerge de la autoridad política y que les da a aquellos que ahora son las cabezas del “estado” la posibilidad de hacer lo que no podían hacer como particulares.

Los plutócratas, presentes, acá y en todo el mundo, que siempre coaccionaron, como mayor aprendizaje del individualismo capitalista, ahora nos gobiernan, tienen vía libre para hacer lo que quieren y ningún prurito en hacerlo, pero solo están tomando impulso. Solo el ruido de las urnas pueden frenarlos.

Por Leo Anzalone