Muerte del sentido. Por: Eduardo Sanguinetti, Filósofo

Si no creyera en la eficacia de mis palabras dejaría de denunciar de manera cotidiana y placentera a los miserables de este mundo, el real y el virtual, y, estimado lector, cuántos/as alcahuetes, traidores y cobardes en puestos de poder, cuántos/as mentirosos, bocones, ladrones, hipócritas, ignorantes, psicópatas, mezquinos, envidiosos, ávidos y resentidos, que en el día a día intentan, casi siempre con éxito, truncar nuestros destinos y destruir nuestras vidas.
Pero a no preocuparse, todo está justificado para los disfuncionales gobernantes y sus acólitos, “los malignos” devenidos en medio y mensaje, los tramposos, “agentes dobles, triples, múltiples ad infinitum”. Desde la aparición del psicoanálisis, el sentido no pertenece solo a la consciencia, sino a la inconsciencia, pero, ¿a qué pertenece el sin sentido?, ¿tiene sentido un virus?, ¿existiría un sentido más allá de la imagen invertida generada por la ficción de algún sentido?; la ficción del sentido proviene del modelo mecánico del lenguaje, de la suposición de un “para” metafísico, externo al propio organismo (uso, significado).
Existirían pues dos posibles cualidades distintas para la clausura del sentido, en este tiempo y espacio: – La falta de necesidad de un sentido. – La necesidad de un sentido que no existe.
En esta deconstrucción declaro la muerte del sentido, que ya no conmueve ni conduele al habitante del tercer milenio, quien tampoco ofrece exaltaciones y enaltecimientos en el florecimiento esplendoroso de cenotafios y sepelios, en una auténtica primavera de la ignorancia y la carencia de instintos básicos, donde la historia, ya carece de significado, la memoria se ha olvidado de ser destino y solo las Bolsas de Valores son permeables, y vulneran la sensibilidad del ciudadano del mundo.
Las naciones de Occidente cerraron sus fronteras a la “miseria del mundo”, pero dejan fugarse millonarios capitales a paraísos fiscales, que hacen a la estructura económica y social del Estado de una nación estafada.
Los mercados pueden elegir a sus pobres, pues siempre se encuentran pobres más pobres, menos rebeldes, menos exigentes, más funcionales a ser explotados, “saldos fantásticos” de carne humana degradada, ya sin ánimos de lanzar el alarido de la ira y el dolor.
Los pueblos amancebados, sumisos y anestesiados están cansados… lo dieron todo, cedieron lo que no tenían y están solos, muy abatidos por el aparato neoliberal accionando en su cenit, aparato de dimensiones monstruosas, sumergido en el sarcasmo del pensamiento único, en plena vigencia.
El régimen dictatorial -disfrazado de democracia- en el que permanecemos y a cuya autoridad estamos sometidos, sojuzgados y reprimidos -a pesar de poder en mi caso- manifestarlo en sentidas palabras, que serán satirizadas por la estupidez de los escribas del sistema de corporaciones multinacionales, no nos gobierna oficialmente, sino a través de marionetas, a las que se los denomina presidentes, ministros y legisladores, siempre listos para lo que manden estas transnacionales, aún a costa de la vida y el hambre de los pueblos que los han elegido, haciendo uso del único derecho obligatorio, de que ¿gozan?, votarlos en elecciones ¿libres?
¿Quién hoy hace un análisis pormenorizado y propone alguna alternativa válida, que se oponga realmente a esta realidad? Solo se escuchan ecos, se leen informes de informantes alcahuetes, habilitados para decir a modo de primicia lo que ya nadie ignora… festival de estallidos de sordos, ciegos y mudos endémicos simulando disimular, negándose a asumir la caída del hombre y su destino.
Pareciera que todos aprueban estas usurpaciones, conquistas, considerándolas inevitables, y me pregunto ¿no podemos al menos conquistar la libertad perdida, situándonos cada uno con dignidad y autodeterminación, aunque más no sea en los bordes, sino marginalmente?
En Argentina, se me ocurre, por ejemplo, llamar a un referéndum popular, similar al que se llevó a cabo en Italia o en Venezuela (hoy silenciada vilmente en el Mercosur) para que se vote pidiendo la renuncia de Macri offshore. Los cientos de miles, que se quejan a diario de la atroz administración de este gobierno oligarca para pocos y marchan sin destino, ¿se unirían a esta propuesta? Pues en promesas de campaña este funcionario del ejecutivo argentino, lanzó un discurso, que no ha cumplido, nos ha estafado, a plena la luz del día, al menos a los que nos nutrimos de valores éticos y estéticos, como único valor de vida.
Deseo comunicarles que nos han declarado una guerra. A los que están atravesando momentos límites, en instancias básicas de sobrevivencia, no dejen de denunciar desde su espacio de trascendencia, y al que no le llega el sonido del llanto silencioso, de los miles que carecen de trabajo, techo y comida y se sienten desechos ante el atropello de gobiernos falaces y ridículos, que sigan la fiesta de la estafa y el fraude, bajo la molienda infame del genocidio que se está llevando a cabo con nuestras vidas y la de nuestros hijos, ¿por qué voy a creer que algo va a cambiar? Nada cambiará, excepto uno mismo.
Solo tenemos una vida para vivir, debemos honrarla, y recordemos que lo esencial no ha sido dicho, ni hecho, queda por crear un mundo a nuestra medida, aquí-ahora-ya, en nosotros y por siempre.
“¡Qué tiempos los que vivimos, hay que salir a defender lo obvio!”
Bertolt Brecht