La crisis habitacional. Escribe Eugenio Casielles.

El difícil acceso a una vivienda y la carencia habitacional, refleja la vulnerabilidad e inseguridad social a la que está expuesta una gran parte de la sociedad porteña. Las cifras revelan una realidad que es digna de atención relacionada al aumento en el número de personas que viven en villas de emergencia, al igual que una crecida del hacinamiento en la Ciudad. Por otra parte, es necesario tener en cuenta que una familia promedio en la ciudad necesita aproximadamente $50.000 para no caer debajo de la línea de pobreza, y la mitad de ese presupuesto debe ir destinado al pago del alquiler y de servicios. Entonces, las medidas de los últimos meses del Gobierno de la Ciudad para combatir el problema, ¿fueron realmente efectivas y adecuadas?



La problemática de la vivienda es una cuestión que lejos de estar resulta revela un deterioro de los indicadores de las condiciones de hábitat en la ciudad. Si bien cada año se construye una importante cantidad de hogares, los mismos apuntan a sectores con los ingresos más altos en la Ciudad, dejando a un gran porcentaje de la sociedad excluida simplemente por la imposibilidad del acceso a una vivienda propia. Paralelamente se le suma un incremento constante de los alquileres y costos de vida acorde a la inflación y situación del país. En lo que va del año, los alquileres reportaron un aumento del 30% y representan para muchas personas casi el 50% de sus sueldos. Insostenible.

El aumento de los porcentajes de inquilinos, de hacinamiento, de tenencia irregular y del número de personas que no cuenta con servicios básicos en sus hogares nos debería obligar a centrar este tema como una de las prioridades y tomar medidas con urgencia. De lo contrario, dejamos expuestos a estos sectores vulnerables en uno de los contextos económicos más difíciles del país. Debemos prevenir que parte de la sociedad se vea obligada a vivir en hogares con infraestructuras y servicios deficientes.
La distorsión de los precios en relación a los salarios de grandes sectores y la política crediticia representan las mayores dificultades para el acceso a una vivienda propia. Como ya vimos, los créditos UVA que prometían una solución para facilitar el acceso a una vivienda a las familias y personas que lo adquirieron, hoy se convirtieron en una carga. El traslado de la inflación a las cuotas que deben pagar las familias llegó a duplicar el valor inicial. Es necesario que desde del gobierno, nacional como porteño se tomen medidas las cuales deben tener un margen de previsibilidad, y que no se repitan las lamentables experiencias de los créditos UVA. Las medidas de corto plazo o las paliativas adoptadas en el último tiempo por el gobierno no representan una verdadera solución sino un intento de alivio momentáneo.

La crisis habitacional a nivel nacional y particularmente en la ciudad es una cuestión difícil de abordar, postergada por anos y sobre todo por muchos gobiernos. No obstante, es nuestra obligación otorgarle la importancia que le corresponde, tanto desde la partida presupuestaria como desde las medidas y programas diseñados a futuro. No podemos seguir dejando desprotegido, a los sectores más vulnerables de la sociedad porteña. En un contexto difícil como el que atravesamos y debido a la complejidad y empeoramiento de la situación habitacional en la ciudad de Buenos Aires, considero necesario dar una respuesta integral y con urgencia a la problemática.