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Quesos: una clasificación sencilla.

Quesos: una clasificación sencilla.

Como cualquier otro alimento, el queso se clasifica según sus características. Sin embargo, resulta una tarea difícil catalogar las diversas clases de queso que existen en el mercado. Basta decir, por ahora, que a un buen queso lo definen particularidades tan diversas como el grado de añejamiento, la leche que se usa en la fabricación, el contenido de grasa que presenta, la textura y el grado de humedad que queda en la cuajada.
El queso es un alimento sólido que se obtiene por maduración de la cuajada de la leche animal una vez eliminado el suero; sus diferentes variedades dependen del origen de la leche empleada, de los métodos de elaboración seguidos y del grado de madurez alcanzada. Puede surgir a partir de la leche cuajada de vaca, cabra, oveja, búfala, camella, mamíferos rumiantes.




 

 






Una clasificación básica y sencilla.

Quesos: una clasificación sencilla.
Quesos: una clasificación sencilla.

Quesos frescos: Su principal característica es que son suaves, tienen una alta porción de humedad y un leve sabor ácido. Su elaboración es simple: únicamente se cuaja y deshidrata la leche y no se les aplican técnicas de conservación adicionales. El popular mozzarella, el mascarpone, el quark y el fromage frais, son algunas variedades de esta categoría.
De bajo contenido en grasa: Estos quesos, que se elaboran con leche desnatada, han aumentado su demanda en los últimos años debido a la proliferación de alimentos con esta denominación. Y aunque son más saludables, lo cierto es que la falta de grasa los hace carecer de cuerpo y textura. Los ejemplos más conocidos son el queso parmesano y el single gloucester.

Quesos: una clasificación sencilla.
Quesos: una clasificación sencilla.

Quesos curados: Este tipo de quesos pasan por un proceso de añejamiento en el que, además de ser secados, se les aplican técnicas de conservación como el salado y el ahumado. El tiempo para que queden curados suele ser relativo, pero casi siempre se requiere un mínimo de uno a dos años. El resultado: una textura dura y seca, además de un aumento considerable en la intensidad del sabor. Los quesos curados más populares son el manchego, el gouda y el grana-padanno.

Quesos cremosos: El aumento considerable en la cantidad de nata y grasa a la hora de la preparación, hace que el queso pierda su textura sólida y se vuelva cremoso. Existen varios tipos de quesos en esta categoría: franceses como el camembert –que se caracteriza por su corteza blanca florida–; el popular “queso crema” –también llamado queso Philadelphia–, y el queso mascarpone.

Por lo demás, existen otro tipo de clasificaciones: los quesos de corteza blanda y blanca, como el bonchester y el pencarreg; los de corteza natural, como crottin de chavignol y saint-marcellin; los de corteza lavada, como el queso de herve y el milleens; los semiblandos, como el desmond y el gubbeens; y finalmente los duros, como el cheddar y el manchego.

Quesos azules: El color particular que toman estos quesos se da por la presencia de moho en su corteza. Y aunque a simple vista su olor pueda generar rechazo, su sabor es uno de los más apreciados por los conocedores del tema. Para lograr la proliferación del moho, es preciso almacenar los quesos en lugares muy húmedos como, por ejemplo, las cuevas. El más famoso es quizás el roquefort, que se conserva en las cuevas francesas de Roquefort-sur-Soulzon. También está el queso de cabrales asturiano, el stilton inglés, y el queso gorgonzola italiano.

La inmensa variedad de tipos de quesos hace pensar en principio que resulta difícil hacer una clasificación completa y clara de los mismos. Sin embargo, los quesos pueden ser agrupados en categorías que sirven para convertir esta enorme multiplicidad en conceptos ordenados y conmensurables. En sí mismo, cada queso es único. Pero pueden realizarse agrupaciones por similitud de acuerdo al criterio de clasificación elegido. En este caso, se están considerando tres clasificaciones de quesos basadas en:

– El proceso de elaboración
– El tipo de pasta y contenido de humedad
– El tipo de corteza

Quesos: una clasificación sencilla.
Quesos: una clasificación sencilla.

Clasificación de quesos según su proceso de elaboración

Los quesos pueden agruparse de la siguiente manera:

Quesos Frescos
Sin madurar o escasamente madurados, producidos por la coagulación de la leche por medio del cuajo (cuajada de cuajo) o por la fermentación láctica (cuajada láctica o ácida). Algunos son prensados ligeramente o moldeados a mano, mientras que la gran mayoría son envasados en tarros.

Quesos sin prensar, madurados
Una vez obtenida la cuajada, ésta se corta para el proceso de drenado del suero, poco a poco y de forma natural. Luego se somete a una maduración rápida de unos 30 días aproximadamente por la acción de microorganismos que actúan sobre su superficie. En este grupo están incluidos los quesos enmohecidos que tienen flora blanquecina sobre su corteza y aquellos de corteza lavada de color naranja, pardo o marrón.

Quesos sin cocer, prensados
Prensados ya sea ligera o fuertemente, y sometidos a un proceso de maduración de tiempo intermedio (entre 2 y 18 meses)

Quesos de suero
En general son subproductos derivados de quesos normales de cuajada. Pueden dejarse frescos o ser sometidos a procesos de prensado, secado o incluso ser caramelizados.

Quesos preparados
Son mezclas de uno o varios quesos naturales con ingredientes adicionales como aceites vegetales, mantequillas varias, sustancias emulsivas, conservantes artificiales y condimentos.

Quesos tipo pasta filata
La cuajada ya separada del suero, se vierte en un recipiente con agua caliente y allí se amasa hasta que se vuelve dúctil y maleable, cuando adquiere una consistencia adecuada para ser moldeada. Este último paso suele llevarse a cabo de forma manual. Estos tipos de quesos pueden ser sometidos a proceso de maduración o dejarse en este mismo estado resultante.

Quesos: una clasificación sencilla.
Quesos: una clasificación sencilla.

Clasificación según su tipo de pasta y contenido de humedad:

La temperatura y humedad es esencial, en función del queso que se quiere obtener.

Quesos frescos: no tiene período de maduración, es decir que puede ser consumido una vez finalizada su elaboración. Tiene alto contenido de humedad y conservados a una temperatura menor de 8 Cº. Ejemplo: quesos blancos.

Quesos de pasta blanda: elaborados con leche entera, parcial o enteramente descremada, cuya pasta es cremosa y elástica. Son quesos de alta humedad.
Deben ser mantenidos a una temperatura menor a 8 Cº.
– Con maduración: cremoso y port salud.
– Con maduración superficial con adición de mohos: brie y camembert.
– Maduración con mohos: roquefort.

Quesos de pasta dura: son característicos por su masa compacta, consistente, de fractura quebradiza, con una corteza lisa y bien formada. Son quesos de baja humedad. Debe conservarse en lugares frescos y a temperatura no superiores a los 18 Cº.
– Maduración interna, clásica: reggianito, sardo.

Quesos de pasta semidura: son elaborados con leche entera o parcialmente descremada, la masa es cocida, de consistencia elástica, son quesos de mediana humedad y deben conservarse a una temperatura menor a 12 Cº.
– Maduración interna, clásica: danbo.
– Maduración interna, con formación de ojos: gruyere.

Quesos fundidos: se obtienen partiendo de otros quesos y a través del calor, agregado de ingredientes y agentes emulsionantes, se permite obtener una masa compacta o untable. Debe ser mantenida a una temperatura menor de 8 Cº.

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Clasificación de quesos según su tipo de corteza

El aspecto de la corteza de un queso es una característica que ayuda a distinguir fácilmente distintas variedades. A pesar de que los llamados quesos frescos carecen de corteza, la gran mayoría pueden agruparse en alguno de los cuatro grandes tipos siguientes: quesos de corteza natural seca, de corteza enmohecida, de corteza lavada y de corteza artificial.

Quesos de corteza natural seca
Corteza formada por la propia cuajada al secarse en la superficie exterior del queso. Puede cepillarse, rascarse o recubrirse con tela para lograr un acabado de aspecto rústico o granuloso; o ser tratada con aceites si lo que se busca es un acabado suave y lustroso. Estas cortezas son, en general, duras, fuertes y gruesas.

Quesos de corteza bañada
Ya sea con agua, cerveza, vino o salmuera es sobre ese baño que se realiza cultivo de bacterias que dan a la superficie del queso un aspecto oleoso o grasiento en una gama de colores que va desde el amarillo claro hasta el rojo oscuro dependiendo de la intensidad del tratamiento. Suelen ser cortezas suaves y húmedas y presentar olores muy potentes. En general estas cortezas no se comen.

Quesos de corteza artificial

No son parte del queso en sí mismo, ni de cultivos orgánicos en su superficie. Es un elemento ajeno que recubre la superficie externa. Puede estar constituido por sustancias de tipo orgánica como hojas o hierbas, o por materiales inorgánicos como cera coloreada o cenizas.

Quesos de cortezas enmohecidas, blanquecinas, suaves y vellosas
Son producidas por una serie de microorganismos que crecen en la superficie del queso o que son plantadas artificialmente (como es el caso del hongo penicillium candidum) y luego cepilladas repetidamente hasta obtener el grosor de corteza deseada. Cuando este tipo de quesos (como sucede con el Camembert) son jóvenes, la corteza presenta un color blanco puro, que luego se transforma en blanquecino y termina por oscurecerse al madurar el queso. Según las variedades, esta clase de cortezas pueden comerse o pelarse.

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COMO CORTAR EL QUESO PARA LA TABLA

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Es muy importante que el momento del corte permita degustar cada parte del queso, desde su corteza hasta su corazón. Por eso, según su forma se aplican diferentes técnicas de corte.

Para las hormas redondas y quesos duros y semi-duros se puede hacer un corte en cruz obteniendo una cuña de la que se obtendrán porciones más pequeñas. Luego se coloca una de estas cuñas de canto, se saca la corteza superior e inferior, y luego se van haciendo cortes transversales que nos permiten obtener porciones en forma de triángulo. En hormas cuadradas se hace un corte en cruz y luego un corte en diagonal.

En el caso de quesos con moho en la superficie se deben mantener las cortezas, éstas no se tienen que sacar ya que contribuyen a los olores, aromas y texturas de estos quesos. Para cortarlos son ideales los cuchillos para quesos. Se cortan como una tarta partiendo del centro. Si se trata de quesos azules conviene cortarlos con un alambre o guillotina porque se desgranan mucho o un cuchillo caliente. Si tenemos una porción de queso realizar el corte desde el centro hacia la periferia en diagonal este corte permite obtener porciones que van desde la parte central hasta la corteza del queso.

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Quesos duros- Provolone

Es un queso que tiene origen en el norte de Italia, y data de la época de los romanos. Su característica forma de pera junto con su larga maduración (7 meses, mínimo) le permiten optimizar el sabor y aroma convirtiéndolo en un queso único.

Sabor y aroma picante. Ideal para picadas.

Quesos duros- Reggianito

Su larga maduración de mínimo 6 meses, le confiere un sabor frutal algo salado, aroma suave, intenso y bien desarrollado. Ideal para acompañar picadas. Es el condimento por excelencia para preparaciones que requieren el toque especial de un queso que realza las comidas y sabores.

Quesos duros- Sardo

Introducido al país mediante inmigrantes de Cerdeña (Italia). Su maduración mínima de 5 meses le confiere un sabor fuerte, intenso y picante. Ideal para complementar con cualquier picada o para realizar las comidas en las que se busca un sabor más pronunciado y definido.

Quesos semiduros- Atuel

Queso único en su tipo. Pertenece a la familia de los quesos semi duros y es una reproducción del Port Salut Francés. De mediana maduración (2 meses, mínimo), su distintivo sabor lo convierte en un queso ideal para utilizar en picadas o en preparaciones dulces. Su sabor es suave y algo dulce. Su masa es delicada y cremosa.

Quesos semiduros- Fontina

Es una de las variedades de quesos semi duros más conocidas y consumidas en nuestro país. Es un queso de mediana maduración (2 meses, mínimo) de sabor dulce y levemente picante. Elaborado con leche de vaca, puede ser utilizando tanto en preparaciones saladas como en dulces, en sándwiches y postres. Es sin dudas un excelente queso para picadas y tablas y es uno de los quesos recomendados para fondues.

Quesos azules

Queso de textura cremosa y sabor levemente picante. Elaborado con leche entera de vaca, su elaboración incluye una técnica única de salado que respeta la tradicional receta con la que nació el Queso Azul, que consiste en frotar a mano el queso con sal seca, lo que otorga su característico sabor. Se caracteriza por su intenso sabor y su marcado veteado azul.

Quesos Argentinos. Un producto de exportación.

Pastas con Salsa Cuatro quesos.

Cera de abeja: Envase ecológico que prolonga la vida de quesos artesanales

Scones de queso de cabra.

La tradición lechera nacional

La tradición lechera nacional, la diversidad de quesos es una consigna inevitable. La historia revela que ya antes de 1850 se registran algunos datos sobre expresiones nacionales en ese sentido. Curiosamente la súper valoración de la carne local en el menú cotidiano, dejaba relegada la posibilidad de hacer crecer el queso como industria.

Dicen los que saben que se detectaron registros que datan del 1617 en las Cartas Anuas en donde una autoridad jesuita expresaba que «de las vacas se obtenía leche para consumo y para elaborar queso, manteca y requesón; de las cabras y ovejas, leche para quesos». Estas costumbres, se presume, eran extremadamente básicas y venían desde la idea de intentar variar o ampliar el espectro gastronómico.

En 1788 aparece la actividad lechera como alternativa a la poca rentabilidad de la industria de la carne experimentada por los chacareros cercanos a Buenos Aires.

Domingo Faustino Sarmiento describe en su «Facundo» que en 1810 existía una incipiente y casera producción de quesos. Hay además referencias que mencionan a los ranchos como los lugares donde comienzan a elaborarse las primeras piezas que se vendían en las calles, casa por casa, o en algunos negocios. Precisamente fue el queso denominado «tambero» el producto fresco o sazonado que se elaboraba en esos sitios.

A partir de mediados del siglo XIX se produjo un gran desarrollo de la quesería argentina, probablemente basada en la tradición extendida que importaron los inmigrantes europeos. De esa época datan variedades como el Carcarañá (el más antiguo de los argentinos), el Tafí de Tucumán, el Chubut, el Goya, el Peregrina, el Chinchilla, el Las Peñas, el Oriental, el Mar del Plata, el Manantial Tandilera, el Neuquén fresco, el Pategrás, el Río Cuarto, el Lobos, el Lehmann, y sigue la lista.

Reggianito, Sbrinz, Parmesano, Provolone, Reggianito light, Sardo, Romanito, Goya, Pepato estacionado, Grana Padano, Pepato, Ahumado, Orégano, Provoleta, Pategras, Queso Cheddar Gouda ahumado y Tafi, Azul, Brie, Rallado sin deshidratar, Camembert y Vaschetta… te abruma descubrir su variedad rica, donde la belleza está en la identidad y la calidad.
El queso es un básico. Lo que no lo deja por debajo de la excelencia, sino todo lo contrario. Es el emblema que resuelve la belleza de una receta siempre que te falte algo. Si hay queso en tu cocina, hay vida. Y si hay buen queso, hay inmortalidad.




 
 






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