“Ganarse el pan o ganarse la vida”, cuando volver de las vacaciones nos hace pensar en qué estamos haciendo

Retomar la rutina genera una movilización interna. En algunos casos, las personas deben enfrentar el stress post vacacional puede afectarlos hasta dos semanas posteriores al regreso. Este efecto no deseado del regreso al trabajo puede ser prevenido e incluso considerado como ser una oportunidad para detectar algún cambio que estamos necesitando hacer en nuestras vidas.

¿Por qué nos cuesta tanto retomar la rutina? ¿Cómo podemos hacer para que “la vuelta” no sea tan ardua? El síndrome del stress post vacacional que tantas veces escuchamos nombrar tiene que ver con síntomas asociados a la depresión que aparecen al momento de tener que enfrentar la vuelta a las actividades de todos los días: “Esto se presenta especialmente en algunas personas con un perfil específico, con cierta tendencia a atravesar ciclos depresivos. Hay personas que, por ejemplo, manifiesta que no pueden disfrutar de los domingos porque ya se levantan pensando que al otro día tienen que trabajar. De manera similar suele suceder en el caso de las vacaciones. Durante 15 días estuvimos en otro ámbito, con la posibilidad del ocio, sin obligaciones laborales ni responsabilidades relacionadas con el trabajo y el hecho de retomar la actividad implica perder todo eso y una adaptación que puede costarnos mucho”, señala Alejandro Corbalán, consultor psicológico (counselor) y Presidente de la Asociación Argentina de Counselors.

Frente a esta situación, algunas sugerencias pueden ser:

– Estrategia: tratar de volver unos días antes de retomar el trabajo, no llegar el mimo día, darse a uno mismo el tiempo de “reacomodarse” para que la vuelta sea paulatina y no abrupta. Si bien no existe una receta exacta, cada persona tiene que examinar qué es lo que a sí mismo le beneficia. Incluso dentro de un mismo grupo familiar, puede haber algún integrante que sufra más de este tipo de stress que otros, con lo cual conversar entre todos y lograr la manera de adaptarnos mejor, va a beneficiarnos en esos días de adaptación.“Es importante ser conscientes de que la vida es cambio y, por ende, supone momentos distintos a diario y cuanto más preparados estemos para el cambio, mejor lo vamos a poder pasar. Si nos podemos preparar para algo, lo podremos afrontar de mejor manera. Tenemos que poder detectar qué pequeñas modificaciones y acciones nos hacen bien a cada uno”, explica Corbalán.

Otra medida que puede mejorar nuestra respuesta a este cambio específico es concientizarnos de que debemos re incorporarnos a las actividades de manera paulatina. No comenzar tomándonos el trabajo como si ya viniéramos “en carrera”. Reiniciar de a poco, con calma. Quizás tomarnos algunos momentos para comentar las vacaciones con los compañeros y el regreso, nos ayude a elaborar la situación. Esto es un punto que también el liderazgo gerencial debería tener en cuenta para mejorar las posibilidades de rendimiento laboral de los empleados.

A veces también resulta beneficioso incorporar a la vida alguna práctica relacionada con lo vivido en vacaciones, como momentos de ocio, deportes y actividades al aire libre, escapadas de miniturismo o paseos a lugares bonitos o de relax.

– Revisión y cambios de vida: aprovechar esta “crisis” para evaluar si el motivo de ese malestar nos está señalando alguna causa más profunda: “volver de vacaciones puede servirnos como un momento de replanteo, así como fin de año fue un momento de balance. Entonces podríamos reflexionar por ejemplo, cuál es nuestra relación con nuestro trabajo y qué tiene que ver esa actividad con lo que realmente queremos hacer en la vida”. Podemos vivir el trabajo de una manera o de otra: “Ganarse el pan o ganarse la vida” esto implica visualizar si lo que hacemos le agrega sentido realmente a nuestra vida o si lo que obtenemos es solamente un rédito económico. “Esto último, con el tiempo, empieza a pesar, así como hay otros que, en el otro extremo, no pueden parar de trabajar porque están demasiado apasionados con lo que hacen”, agrega el counselor Alejandro Corbalán.

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Acerca de la Asociación Argentina de Counseling
La Asociación Argentina de Counselors (Consultores Psicológicos) nuclea a los profesionales de esta disciplina desde 1991 y obtuvo su Personería Jurídica como entidad civil sin fines de lucro en 1993. Los objetos de la Asociación son: Nuclear a los profesionales Counselors; Generar espacios de capacitación y actualización; Establecer las normas generales y el código de ética y velar por su fiel cumplimiento; Promover la realización de trabajos de investigación y su difusión; Establecer vínculos, suscribir acuerdos y convenios de cooperación con otras instituciones y organizaciones; Proporcionar asesoramiento profesional; Crear espacios para compartir experiencias profesionales y recreativas; y hacer del Counseling una acción preventiva, promotora del desarrollo y bienestar de las personas.

Acerca de la disciplina
La especificidad del Counseling es el desarrollo y el bienestar personal, su tarea de ayuda está dirigida a personas que necesitan un espacio de escucha y acompañamiento para comprender mejor sus problemas, tomar decisiones, o realizar cambios en algunos aspectos de sus vidas. El counseling viene a llenar parte de un vacío socio-cultural, como una oportunidad para el desarrollo de las potencialidades de la persona, para que estos puedan reconocer sus propios recursos internos.
Como abordaje, el Counseling no procura una cura, se corre del paradigma médico terapéutico; es una disciplina que interviene en el área de la promoción del desarrollo humano y el bienestar. Es decir, no actúa en campos donde ya existen otras profesiones que dispensan atención a personas afectadas por trastornos de la conducta o de la personalidad.
Se trata de una profesión que facilita, por medio de un proceso acotado en el tiempo y encuadrado en sus objetivos específicos, áreas y medios de intervención, un proceso de cambio a personas, parejas, familias y grupos. El profesional facilita la resolución de problemas, fomentando el desarrollo, el despliegue del potencial de la persona y el cambio, sin que esto implique una reestructuración de la personalidad.

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